El revolucionarismo de la gran guerra

 A raíz de la Conferencia Internacional de Algeciras, escribía Juan Jaurés en un artículo sobre la paz y el Socialismo publicado a la vez en l’Humanité de París y el Woorwezalas de Berlín: «De una guerra europea puede surgir la revolución, circunstancia que no deben olvidar las clases directoras»

 

Y, la guerra europea vino, el año 1914 se presentó acompañada de su fúnebre cortejo de hambre, miseria y desolación, y desde entonces ¿cuántas revoluciones no ha registrado la historia?

 

La profecía de Jaurés se ha cumplido, desde entonces hemos presenciado la revolución que terminó con el despótico reinado del rey Constantino de Grecia, hemos presenciado la revolución que terminó con los zares de Rusia, desde entonces hemos presenciado las revoluciones del hambre en Alemania y Austria, hemos finalmente presenciado dos conatos de revolución en Portugal.

 

Y aquí en España ….. pero ¿a que decir lo que todos sabemos? Sólo debo hacer una advertencia: estoy plenamente convencido de que el origen de todos los malestares por los que atraviesa España son debidos a la guerra. Sí, la guerra ha hecho despertar al pueblo español del letargo en que estaba sumido y le ha hecho comprender que también él tenía derecho a llenar una página en la historia. Esta guerra que ha llevado la inquietud y la zozobra a todos los corazones le ha llevado también al corazón del pueblo español, haciéndole ver que con la guerra se inicia un movimiento de destrucción de todo lo viejo, un movimiento renovador, el mayor que la historia ha registrado……………….

 

Y a continuación escribía Juan Jaurés: «como puede también, por efecto de un largo período de crisis de furiosa contrarrevolución, de nacionalismo exasperado, de odiosa dictadura, de extremado militarismo, originarse una larga cadena de terribles violencias, de odios bajos y de tiránicas represalias» Diríase que al escribir esto veía Jaurés en el espejo del porvenir, pues precisamente esto es lo que ha sucedido y está sucediendo en Rusia, allí por efecto de la contrarrevolución de Lenine y Trotsky ha surgido el nacionalismo exasperado, apoyado y fomentado por el gobierno de alemán, y lo que es aún peor, aquellos hombres queriendo ser los más libertarios han caído en la odiosa dictadura de que nos habla Jaurés. Si cuando los revolucionarios rusos derribaron el imperio de los zares destruyendo, por lo tanto, el reinado de la tiranía y de la opresión, hubiesen seguido la senda que les marcó Kerensky no haciendo caso de los contrarrevolucionarios, hoy sería Rusia una nación libre y fuerte, en el sentido moral, hoy el mundo no vería con horror, el trágico fin de Rusia que está presenciando.

 

Cuando a un niño de corta edad le dejamos en completa libertad, sin siquiera vigilar sus actos, y este niño juega con todo lo que tiene al alcance, ¿qué ocurre? Que el niño provoca una catástrofe.

 

Lo mismo ha ocurrido al pueblo ruso, que semejante a un tierno niño, ha jugado demasiado con su libertad y ha provocado la honda crisis que estamos presenciando ¿Quién es el culpable? Indudablemente los contrarrevolucionarios que no han ocultado que recibían dinero de Alemania para llevar a cabo su obra destructora de la libertad que un pueblo se había ganado derribando a su tirano.

 

Destructora de su libertad, si, porque ahora será el militarismo alemán el que va a gobernar en Rusia, si no surge un nuevo Kerensky que aprovechando la circunstancia de que algunos pueblos haya tomado las armas contra los invasores alemanes y apoyado por los ejércitos del Mikado japonés, reconstruya la república Socialista que había establecido aquel hombre de férrea voluntad que supo derribar el régimen odioso de los zares……………..

 

Ojala que de la guerra surgiera una revolución que implantara de una vez los ideales de la igualdad que los socialistas sustentamos, que derribaran de una vez todas las viejas oligarquías y todas las caducas ideas. Y es muy posible que así sea, porque la guerra actual no es ninguna guerra de nación a nación ni una guerra de interés, es algo más grande, más sagrado, que hace que la miremos con simpatía los mismos socialistas, es una guerra de métodos, y aún de ideas; es una guerra de las ideas democráticas encarnadas en las naciones aliadas contra las ideas autocráticas y despóticas que representan los imperios centrales. Desgraciados de los pueblos si venciera la autocracia imperialista, porque así como España tardó 8 siglos en derribar el yugo árabe, así los pueblos necesitarían muchos años, quizá siglos para volver a libertarse de la opresión y tiranía que representan el imperialismo alemán, el despotismo católico de Austria, el zarismo de Bulgaria y la cien veces odiosa y fanática tiranía de los musulmanes.

 

Así como veneramos a aquellos trece mil hombres, mujeres y niños que el sanguinario Thiers fusiló después de la caída de la Comune , así veneraríamos a los millones de hombres que han caído en el campo de batalla desde agosto de 1914, si la guerra que estamos presenciando fuera causa de que la gran revolución social se llevara a cabo.

 

Porque, lo mismo que aquellos ciudadanos muertos representan la fecha en que se libró la gran batalla social, y en que regaron con su sangre los cimientos de los ideales socialistas, así estos millones de soldados muertos habrían marcado con huella indeleble el supremo momento en que se resolviera el eterno problema.

 

Esperemos pues, y preparémonos para cuando llegue el momento de resolver para siempre este problema cuya resolución nos hemos impuesto los socialistas: La lucha de clases.

 

Alberto F. Pérez

 

Barcelona, abril, 1918

 

EL OBRERO BALEAR

Núm 846, 26 de abril de 1918

 

LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL I MALLORCA

PRIMERA GUERRA MUNDIAL