Francesc Roca      La propiedad privada

Los obreros se agremian y los gremios se confederan, persiguiendo constantes y resueltos la conquista del bienestar material y del derecho legal, negados insistentemente por fuerzas poderosas que resisten con empeño encarnizado el mejoramiento legítimo de las falanges trabajadoras.

No hay nadie en particular que pueda atribuirse el derecho exclusivo a gozar de la propiedad. La propiedad es en gran parte un tesoro que hemos recibido de nuestros antepasados. Los que más han contribuido a formar ese tesoro, no han gozado generalmente de él, quizá han sufrido las más horribles torturas.

Galileo, que tanto puso en el descubrimiento de las leyes físicas, base de la industria moderna, sufrió cruentas persecuciones; Servet, otro gran hombre de ciencia, fue quemado; Giordano Bruno, que enseñó la constitución del Universo, dando principios fundamentales para todas las ciencias positivas, sufrió también muerte en hoguera; los obreros manuales de cuyas manos han salido todos los productos que constituyen el capital social, han vivido en la miseria y la desolación.

No hay, pues, derecho por nadie en particular a atribuirse la propiedad de esos potentes medios de producción, nacidos del cerebro y del trabajo acumulado de las generaciones que pasaron.

La propiedad de la máquina y de los demás instrumentos de trabajo no se puede reservar, por tanto, a ningún individuo en particular, ni a un grupo de individuos, sin que resulte una evidente injusticia. El verdadero propietario es el todo: la colectividad social. Los que han sufrido para producir un invento y los que han trabajado para acumular riquezas, no lo han hecho para el goce de tales o cuales personas, con exclusión del resto, sino para el goce de la Humanidad entera. Mientras la Humanidad esté dividida en grupos autónomos, como lo está hoy en naciones, la propiedad de los instrumentos del trabajo debe ser de la nación.

Tal es la conclusión a que llega el colectivismo.

Los que se atribuyen exclusivamente la posesión de los medios de producción, detentadores de la propiedad común, y esa expropiación de la colectividad por unos pocos, es tanto más irritante cuanto que los detentadores son precisamente los que nada hacen, los que no trabajan.

¡Trabajadores los que aún no os habéis dado suficiente conciencia del gran movimiento social que se opera en todo el mundo, por estar alejados de las sociedades gremiales, acudid a ellas y saldréis del caos de la explotación y llegaréis a ser hombres libres, contribuid con vuestro esfuerzo a llevar a feliz término la obra de las redención humana.

Palma 28 de abril de 1909

F. [rancesc] Roca.

EL OBRERO BALEAR

Núm. 386, 1 de mayo de 1909

 

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