CASA DEL PUEBLO

DE MADRID

Hace algunos años que los trabajadores madrileños sentían la necesidad de poseer una casa propia, destinada a Centro social; pues así lo exigían el aumento de la organización y la fuerza alcanzada por los trabajadores de la corte, para quienes era punto menos que imposible el celebrar reuniones de importancia, tales como las de 1º de mayo, porque las autoridades influían indirectamente sobre los dueños de los teatros de Madrid para que no concedieran sus locales, y aquellos que no hacían caso a las autoridades, pedían como alquiler precios fabulosos.

Los obreros madrileños, cuando esto ocurría, se lamentaban de falta de recursos pecuniarios para llegar a crear un Centro propiedad de las Sociedades, hasta que hace poco tiempo la de Albañiles “El Trabajo”, que cuenta en cu caja con más de un millón de reales, tomó la iniciativa de destinar 40.000 duros a tal objeto, y poner en conocimiento de las demás Sociedades, y entonces “El Trabajo” nombró una Comisión encargada de buscar solar o casa en sitio céntrico, para la construcción del nuevo Centro. Los comisionados tomaron con tanto calor el cumplimiento de su misión, que al poco tiempo habían ajustado, en el precio de 60.000 duros, el antiguo palacio de los duques de Béjar, situado en la calle del Piamonte, núm. 2.

Desde aquel momento el entusiasmo de los trabajadores madrileños fue en aumento, y en una reacción celebrada por los representantes de las respectivas Directivas, se acordó llevar a sus Juntas generales proporciones para votar cantidades con que contribuir a la compra de la casa. A partir de aquí, lo que primero fue iniciativa de las Sociedades de Albañiles, se convirtió bien pronto en compromiso colectivo para tener Centro propio; pues al poco tiempo las Sociedades votaron cantidades que ascendieron a la suma de 326.650 pesetas, rebasando la cifra de 60.000 duros que costaba la adquisición del palacio.

Nuestras dos Secciones de Madrid, cumpliendo el mandato de sus Generales, destinaron a dicho fin 10.000 pesetas la del Arte de Imprimir y 1.500 la de Impresores.

Por fin el día 2 de agosto, a las doce de la mañana, en reunión solemne verificada en el Centro Obrero, a la que concurrieron los representantes de las Sociedades copropietarias, y con asistencia de los vendedores –duques de Béjar, conde de Luna, marqués de Peñafuente, conde de la Oliva y la representación de la condesa de Melgar-, el notario Sr. Nacarino leyó la escritura de compra, que fue escuchada con profundo silencio por los numerosos trabajadores que ocupaban el salón grande del Centro, y después de aprobada, se firmó por los dueños vendedores y los representantes de las Sociedades compradora.

En dicha escritura se hace constar que el día que haya terminado de amortizarse el capital invertido en la compra del Centro, éste pasará a ser propiedad de todos, es decir, que no habrá dueño, perteneciendo este edificio a los obreros organizados de Madrid. ¡Hermosa prueba del desinterés con que los trabajadores conscientes proceden siempre que se les presenta ocasión de hacerlo!

La fecha del 2 de agosto de 1907 será fausta en la organización obrera madrileña. En la reunión de aquel día, ¡cuanta emoción! ¡Qué ilusión para el porvenir!

Y como siempre se ama lo que se consigue a fuerza de ímprobos trabajos, ¡con cuánto cariño se miraban aquellos billetes de 1.000 pesetas, que representaban el sacrificio pecuniario, los sin sabores de muchísimos años; pero ¿con cuánto desprecio al mismo tiempo, al considerar los trabajadores allí presentes que no será el dinero, sino el amor, la justicia y la fraternidad, quienes regirán la sociedad a que ellos aspiran y por la que luchan sin descanso!

 Días después la Comisión encargada de la gestión de la compra entregó la casa a los representantes de las Sociedades, los cuales nombraron el Consejo de administración, que tiene el propósito de que a la mayor brevedad, empiecen las obras necesarias para el traslado de las Sociedades al nuevo Centro.

El Consejo ha creído que un edificio como ha de ser éste ya merece el nombre de “Casa del Pueblo” de Madrid, y así lo acordó en la primera sesión que celebró. También se propone llevar los trabajos con celeridad, y espera que las Sociedades hagan un nuevo esfuerzo, reuniendo las cantidades necesarias para las obras, cantidades que no bajarán de la mitad del dinero empleado en el inmueble, para que el próximo 1º de mayo pueda celebrarse en local propio, sin temor a las autoridades, ni a los propietarios egoístas, que aprovechándose de las circunstancias cobran por un local 650 pesetas.

El entusiasmo que existe entre los trabajadores madrileños es grande, y el hecho realizado por ellos demuestra lo que puede la unión de los explotados cuando persiguen un fin que comprenden ha de redundar en beneficio de todos.

(De La Unión Tipográfica)

EL OBRERO BALEAR

Núm. 319, 23 de noviembre de 1907.

 

fideus/