MANIFIESTO DE LOS MARINOS[1]

 

A los patronos corresponde en gran parte la responsabilidad del desconcierto que actualmente existe en todos los órdenes de la vida, pues habiéndose dejado arrastrar por un desenfrenado egoísmo que les ha llenado de dinero las arcas han intensificado notablemente la gravedad del problema económico que como consecuencia de la guerra europea esta planteado en el mundo entero. Una fase de ese desconcierto es el notorio desequilibrio que hay entre los salarios y las necesidades económicas del obrero que es el origen de la lucha enconada que en estos momentos hay establecida entre el capital y el trabajo.

 

El desorden y el malestar que hoy padecemos son, pues, en su carácter agudo, consecuencias del reinado de bajas pasiones que impera entre nuestra clase patronal.

 

En el caso particular de los marinos, los navieros, explotando inhumanamente el esfuerzo de los abnegaos trabajadores del mar que a diario exponían sus vidas ante minas submarinas y temporales obligados por la necesidad de buscar el pan para sus familias, consiguieron reunir fortunas increíbles por lo fabulosas, vieron elevarse sus capitales en proporciones casi fantásticas y cegados por la codicia no se paraban a mirar que la vida iba encareciendo enormemente y que los infelices navegantes, que producían sus riquezas, no ganaban siquiera para cubrir las más perentorias necesidades. Indudablemente, obraban perturbados por un despiadado espíritu de acaparación de oro, por una sed insaciable de dinero y de dominio y en su locura llegaron a creer seguramente que estaban solos en el mundo y que su voluntad y sus actos no podían ser obstaculizados por nada.

 

La realidad, dura e inflexible, ha venido a despertarles de su sueño de las mil y una noches, y hoy, que se ven obligados a rectificar su conducta y a adaptarse a las normas de convivencia más humanas y equitativas se resisten febrilmente a deshacer la ficción en que vivían y en su supremo esfuerzo claman estentoreamente conta los hechos, que en general, tan adversamente para ellos se van desarrollando.

 

Antes de plantear nuestra huelga estuvimos durante ocho o nueve meses requiriendo a los navieros en todos los tonos y agotando todos los recursos en solicitud de que nos concedieran las mejoras que demandaban las circunstancias que en gran parte crearan ellos y los demás patronos pidiendo un aumento de sueldos que para vivir necesitábamos y en contestación recibimos toda la gama de desprecios, desatenciones y burlas que únicamente una clase tan sufrida y paciente como la nuestra podía haber soportado, hasta que colmado el vaso de nuestra tolerancia hubimos de erguirnos como hombres avergonzados del inaudito atropello de que éramos víctimas. Fuimos pues a la huelga por mandato imperioso del estómago en busca de lo que necesitábamos ya que por otras vías más armónicas se nos negaban.

 

Durante el transcurso de nuestro conflicto, el objetivo principal de los navieros ha sido el de desunirnos y para ello no han regateado medios, dinero, promesas ni sacrificios con la esperanza de recoger algún día el fruto de su labor representada por la desmoralización de nuestras organizaciones lo que les hubiera permitido de nuevo manejarnos a su antojo e imponernos su voluntad para satisfacción de sus apetitos de codicia y de dictadura. En demostración de estas intenciones se han resistido siempre a conceder beligerancia a nuestras asociaciones y han procurado por todos los procedimientos llegar a conseguir pactar con los marinos sin intervención de Juntas Directivas ni Comités; y por si todavía no estaban bien definidos sus propósitos hoy los vemos confirmados en el último manifiesto de los patronos, -el cual consideramos suscrito también por los navieros, pues hasta ahora han obrado de acuerdo con la Federación Patronal- en el que bien explícitamente se consigna el deseo de tratar individualmente con los trabajadores.

 

Hoy pretenden justificar sus negativas de solucionar huelgas pactando con los representantes de los obreros diciendo, que la Confederación Nacional del Trabajo tiene en su programa la acción directa como base de sus tácticas, la implantación del comunismo libertario, la transformación más radical del régimen del trabajo, etc, etc.; y ayer, en nuestro pleito, no querían negociar con las Juntas directivas de nuestras asociaciones, porque, aunque estabamos desligados por completo de los Sindicatos y sin objetivo ni procedimientos tan extremados en nuestros programas, consideraban a los compañeros que asumían nuestra representación, insolventes, ineptos y en suma incapacitados para discutir los magnos problemas del aumento de unas cuantas pesetas.

 

Evidentemente, pues, la pretensión capital de los patronos es impedir la unidad de acción entre los trabajadores y sistemáticamente, combaten toda colectividad que tienda a esos fines, importándoles poco para el caso que se llame Confederación del Trabajo o Asociación de marinos y que los puntos de los programas sean más o menos radicales. El objeto es entorpecer todo lo que pueda mantener o fomentar la unión del proletariado para poder seguir disfrutando del estado social que hasta ahora tan pródigamente les ha favorecido.

 

Los marinos, percatados perfectamente del porvenir que les espera si no queda asegurado por completo el funcionamiento racional de sus Asociaciones, que son la salvaguardia de sus derechos y la única garantía de que en lo sucesivo en sus relaciones con los navieros han de mantenerse éstos dentro de los límites de  cordura y de templanza de los que tan alejados han vivido hasta el presente, estiman oportuno manifestar con motivo de los continuos trabajos de zapa que viene efectuando sus patronos para derrumbar las Asociaciones náuticas y de maquinistas y a propósito del último manifiesto de la Federación Patronal que tiende también al objeto de aparcar al obrero de cuanto represente acción en común, que no volverán al trabajo pese a quien pese y suceda lo que suceda, mientras vean bien garantidos:

 

1º La existencia y la actual plenitud de vida de sus Asociaciones y el funcionamiento perfectamente normal y autónomo de las mismas: y

 

2º La creación y funcionamiento de una o varias comisiones permanentes, formadas por representantes de navieros y de marinos y presididas por personas que constituyan con su presencia una máxima garantía de justicia, en las cuales residirán todas aquellas atribuciones que, para resolver las cuestiones relacionadas con escalafones, ascensos, despidos, etc. de los Capitanes, Pilotos y maquinistas, han venido hasta ahora ejerciendo plenamente las Compañías por mediación de sus inspectores de personal.

 

Estas dos condiciones las consideramos como fundamentales sin que por ello hagamos dejación del derecho que nos asiste al cobro de los sueldos perdidos por esta huelga que nosotros hemos tratado de evitar y que estalló provocada por los navieros en su artera intención de aniquilar nuestras entidades: como tampoco renunciamos al resto de las peticiones que en su día formulamos.

 

Llevamos soportados más de cuatro meses de paro y nos encontramos dispuestos a continuar así indefinidamente hasta el logro de nuestras justas aspiraciones. Estamos convencidos de que la lucha es de vida o muerte para nosotros y no queremos arrostrar las funestas consecuencias de la derrota, que traería consigo, forzosamente, el más o menos inmediato planteamiento de otro conflicto mucho más grave que el presente, pues en el espíritu de todos los marinos existe latente e indestructible el decidido propósito de no continuar siendo juguete de los insanos apetitos de los patronos.

 

EL COMITÉ.

 

CULTURA OBRERA nº 23

    17 de enero  de 1920


[1] En el siguiente número (CULTURA OBRERA: 24 / 24/1/1920) existe una relación de donantes solidarios con la huelga de los marinos encabezada por un suculento donativo de D. Juan March por valor de 200 pesetas.

A LA OPINION PARA ESCLARECER  LA VERDAD Y EL MOTIVO DE LA HUELGA.