¿Cómo vive una familia obrera en Palma?
Ahí está el cuadro
Antes de la guerra europea los artículos de
primer necesidad estaban en Palma un 50 por 100
más barato que ahora y el salario medio del
obrero era de unos nueve a diez reales. Entonces
ya era casi imposible el vivir o se vivía muy
malamente en las familias trabajadoras, ¿cómo
vivirán ahora siendo iguales que entonces los
salarios y habiendo aumentado en una mitad más
los gastos del hogar?
Veamos como se realiza el milagro.
Tomemos como tipo de familia un matrimonio con
dos hijos tipo de salario del marido 2’50 ptas.
Supongamos también que la mujer ayuda en algo al
marido y entre los dos elevan los ingresos a
3’25 ptas., diarias.
Descontemos ahora 62 días no laborables del año
y la familia dicha tendrá un ingreso anual de
984 pesetas con 75 céntimos, con lo cual el
ingreso por día se reducirá a unas 2’70 ptas.
Hagamos ahora la distribución de ese jornal en
gastos para el consumo diario de los cuatro de
familia.
Como se ve hemos cerrado el presupuesto de
gastos sin déficit. Pero obsérvese que lo hemos
hecho de propio intento y que para conseguirlo
ha sido necesario inventar una forma irracional
de vivir.
Y decimos irracional porque en el cuadro que
antecede no figura carne, ni pescado, ni
manteca, ni patatas, ni embutidos, ni sardinas,
ni bacalao, ni café, ni azúcar, ni leche, ni
vino, ni calzado, ni vestido, ni gastos de
tabaco, ni de barbero, ni de periódicos, ni de
teatros, ni de escuelas, ni de médicos, ni de
farmacia, ni otros muchos que podríamos enumerar
y que son de tanta necesidad como el comer en la
civilización moderna.
Obsérvese también que partimos del supuesto de
que sea una familia que marido y mujer ganen el
jornal todo el año, sin que tengan que suspender
el trabajo por carencia de él, por enfermedad u
otras causas, cosas que suelen suceder en los
trabajadores y mucho más en estos tiempos de
calamidad y poco trabajo.
Y si después de tenerse todo esto en cuenta y
haberse examinado con microscopio la cantidad y
calidad de la bazofia que se cita en el anterior
cuadro hay todavía quien sostenga que aquí es
posible la vida del obrero, que no procede tomar
medidas radicales para mejorarla, que vengan
todos los economistas del mundo y lo demuestren.
Después de los datos que llevamos apuntados y
que nadie, so pena de ser un fresco, podrá
tachar de exagerados, los lectores podrán
formarse idea de cómo se alimenta nuestra clase
obrera con las subsistencias tan caras y los
mezquinos jornales que se ganan.
El desequilibrio económico es tan manifiesto y
alarmante en los hogares obreros que urge poner
remedio inmediato al mal. De lo contrario la
anemia y la degeneración fisiológica se
encargarán de inutilizar a la clase más útil y
laboriosa de la sociedad.
Núm. 834, 1 de febrero de 1918
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