EL PROBLEMA DE LAS SUBSISTENCIAS
El Gobierno no sabe lo que hace
De un periódico de Madrid:
“Las pruebas recientísimas son claras y
patentes. El pueblo harto d sufrir engaños, se
ha erigido paladín de su propia causa, y, en su
actitud justa, ha puesto una amenaza terrible
contra la inutilidad del actual Gobierno.
La cuestión insoluble del abaratamiento del pan
estaba en
proyecto entre los planes del diplomático
señor Alcalde desde el mes de noviembre,
dilatándose la solución indefinidamente, con una
paciencia por parte del público digna de mejor
suerte. Han pasado ocho meses inaguantables, en
que hemos sufrido estoicamente la insaciable
avaricia de los panaderos, que despachaban pan
malo, falto de peso, y, ahora, caro, no
contentos todavía con las pingües ganancias que
sus rapiñas les ofrecían. Ni el Alcalde (que es
ya la tercera vez que muestra su ineptitud, el
día de la nevada, en la primera cuestión de los
panaderos y ahora en ésta) ni el Gobierno, han
sabido servir los intereses del pueblo en una
ocasión en que se les mostraba propicia la
fortuna; pero la ignorancia dejó pasar sin
correctivo la actitud injustificada de unos
patronos contra el interés común.
Sobre esto, los causantes de la semana trágica
de Barcelona están decididos, al parecer, a
causar en Madrid otra colisión sangrienta, y de
ello son pruebas fehacientes los sucesos
desarrollado el 30 de junio.
Cuando éste artículo se publique sabe Dios el
giro que habrán tomado las cosas. Hoy, 4 de
Julio, los augurios son fatales; hay una nota de
odio por la que las clases bajas, tarde o
temprano, vengarán los señalados sucesos del día
30 y el asesinado de un amotinado por una
panadera el día 29.
El pueblo se rebela contra los malos Gobiernos,
desesperado ya de su inutilidad, y al
encontrarse sin apoyo en la ruda lucha por la
vida toma la justicia por su mano.
El acto del teniente López en el matadero, el
día 30, fue temerario y pudo morir sin gloria y
sin provecho en una contienda desigual.
La situación del obrero es insostenible; se le
encarecen los artículos de primera necesidad y
aún se tiene la osadía de gritar desde el banco
azul pidiendo resignación.
Es injusta esa actitud; en vez de exigir
resignación se buscan medios para impedir el
abuso de patronos y abastecedores.
¿A qué se debe el encarecimiento del aceite, de
las patatas, de todos esos artículos
indispensables; por lo que se suprimió el
impuesto de consumos para lograr el
abaratamiento de las subsistencias? ¿En dónde
están las mejoras introducidas y en qué ha sido
favorecido el pueblo? Porque estamos asistiendo
pasivamente al enriquecimiento de unos cuantos
tenderos, que son los únicos que han ganado con
la abolición de los consumos.
Mire el Gobierno si tiene cosas en qué ocuparse,
y de gran interés, en vez de votar ahora
presupuestos para una segunda escuadra, a medio
hacer aún la primera, y discutir la figura
política de un gobernante fracasado.
Las viviendas, la luz, las subsistencias, todo
ha encarecido horriblemente, y el Estado sigue
pagando sueldos exiguos y los obreros
percibiendo jornales irrisorios. ¡Y aún viendo
esta administración pública, tan desdichada, hay
ilusos que anatematizan la emigración! ¡Si no se
puede vivir en España! ¡Si estos gobernantes
logran que miles y miles de españoles aborrezcan
el suelo que les vio nacer, la tierra uqe fue
madre y se ha tornado en madrastra ! …
¿Cree el Sr. Sánchez Martínez (a) S. Guerra, que
este problema se resolverá con un escuadrón más
o menos de Guardia civil? Al contrario. Y en
cambio si con tacto y talento, que es lo que le
falta al ministro de Gobernación.
Con estos motines se puede hacer fácilmente una
gran revolución, aprovechando la efervescencia
popular y el odio que anida en el corazón del
pueblo por unas agresiones injustas. Bastaría un
leve movimiento de las izquierdas, si no fuera
porque éstas son más monárquicas y más
conservadoras que el actual gabinete. ¿Verdad,
Sr. Lerroux?
Ahora nos corresponde decir al pueblo: “Si el
Gobierno y el Alcalde no saben usar los poderes
que tú le diste para que te administrase,
derríbale del poder, y entretanto se juez de tu
propia causa”.
Núm. 651, 1 de agosto de 1914
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