La Guerra de
Marruecos
Hoy nadie cree
ya que le baste a un pueblo ser interesante en población, tener muchos
territorios, o poseer buen número de colonias; sino que todo el
mundo opina que es preciso, además, que contenga un fondo de
moralidad y de belleza.
Moralidad y
belleza son inseparables de la humildad y largueza; son asimismo,
irreconciliables con todo lo que signifique manso gobierno, monarquía
e imperio; todos estos epítetos son índice fatal de tiranía, avaricia,
orgullo y elementos genuinos de la burguesía.. Engendradora de la
burguesía es la avaricia, de esta nace el orgullo, del orgullo el
mandato y, por consiguiente, la tiranía.
Las guerras de
conquistas son fraguadas por tiranos, esto es, por gobernantes o
mandarines de avariciosos.
Yo desearía
erudición para ver, e imaginación para describir los planes marcados
por el elemento burgués en las guerras de conquista, y particularmente
en la de Marruecos, puesto que es hoy el plato del día, más
careciendo de dotes para ello, me concretaré a decir lo que a nadie se
le oscurece del asunto marroquí por ser espejo fiel donde se reflejan
las instituciones contemporáneas.
A medida que
avancemos en el tiempo, hallaremos sobrados hechos y sobrados momentos
que nos demuestran la intención de las potencias al ocupar territorios
de África.
La idea de los
poderes no es otra que llevar a cabo el repartimiento del Imperio en
cuestión. Y por más que digan ni por más que hagan, no nos convencerán
de que sus intenciones sean otras; ellos no miran por la paz ni
tranquilidad de sus súbditos; al contrario, si pudiesen sembrar entre
los desheredados el desorden y desconcierto para que reinase entre
ellos el odio permanente esto seria su sueño dorado; de esta manera
–la única- afianzarían su bienestar los parásitos, importándoles un
comino al sufrir de los trabajadores.
Rotular villas
con títulos Honoríficos, figurar con cuenta corriente en los
Bancos, el alza y baja de la Bolsa es el favorito anhelo del burgués.
Es, por tanto,
impropia la denominación de civilizadora, si con la palabra
civilizadora se pretende indicar un origen diverso, siendo así que el
burgués, en sus diferentes formas, no ha hecho más que ponerse en
harmonía con sus intereses. Pero ante el mundo burgués se presentan
las huestes enemigas de la guerra. No son hoy ya pequeños grupos los
que luchan por la paz; millares de agrupaciones, centenares de
federaciones y millones de ciudadanos constituyen el mundo pacifista.
Como prueba de
nuestro aserto, presentamos a nuestros adversarios las grandes
reuniones que continuamente se celebran en contra de la guerra.
La ingenuidad
de los trabajadores contribuye a hacer preciosos ciertos relatos que
si bien hacen mella en las masas, y, por lo tanto, se muestran
hostiles a la guerra, también es triste que sus autores den con sus
huesos en calabozos que debieron servir para encerrar a los violadores
de la constitución que rige un estado.
Llegado el
momento que el hombre no pueda manifestar su pensamiento porque todo
dicho o escrito que no se amolde al patrón de dictadores con
investidura de demócratas es castigado severamente, llegando hasta el
ensañamiento, ¿qué toca que hacer? ¡ ……!
¡Alerta
trabajadores! Prepararse, y mientas los diplomáticos tratan en
conferencias ridículas del reparto de Marruecos, celebrémoslas
nosotros también del carácter internacional; unámonos para derribar
tronos y altares, y sobre sus ruinas sea elevada la bandera de la paz.
MITIN
Hoy a las 9 de
la noche se celebrará un mitin para protestar contra la guerra de
Marruecos, organizado por la Juventud Republicana Radical, teniendo
lugar en su domicilio social , Sindicato, 124
EL OBRERO BALEAR
Núm.
491, 12 de agosto de 1911
Veure :
Guerra del
Marroc
fideus/
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