La Guerra de
Marruecos
El día 7 del mes
actual ha acaecido un sangriento combate entre nuestras tropas y las
kábilas rifeñas vecinas a nuestras posiciones en África, dando lugar con
tan lamentable suceso a que nuestros soldados ametrallen a los moros que
formaban parte de la harca, sembrando en sus posesiones la más espantosa
desolación, el incendio y la muerte,
sin que nuestras tropas hayan sufrido
más que unas cuantas bajas con alguno que otro herido con leves lesiones
y dos o tres muertos.
Este castigo,
impuesto por el general Aldave ha de servir de escarmiento a los rebeldes
rifeños –dicen-
para que en lo sucesivo no vuelvan a agredir a nuestro ejército.
Estos informes, ados por el jefe del Gobierno,
relatos desprovistos de todo mérito certero, carecen de oportunidad cuando
se reconoce en ellos el relato de un espíritu infiel, afanoso por crearse
ambiente favorable en la opinión.
En el Presidente del Consejo de ministros, la
rudeza, la oscuridad con que presenta la relación de los hechos, son
síntoma de ideas confusas y de inexactas declaraciones, del mismo modo que
la claridad de los pacifistas es prueba evidente que precisa los conceptos
e interpreta de una manera acertada.
Si Canalejas fuese
leal, nos daría a saber algo; pero saber algo sería saberlo todo, y de
igual modo que los ríos y torrentes llevan al fondo de los lagos las
materias que en su curso encuentran, las olas pacifistas arrastrarían a
las masas y socavarían las costas guerreras, y penetrando en los profundo
de la base,
producirían estremecimientos tan difíciles de contrarrestar que tendrían
como término el derrumbamiento del actual régimen; y será la única manera
de conseguir la paz.
Para conseguir la
paz tolerando y sufriendo que entre unos cuantos nos hayan metido en el
lodo africanistas,
cantándonos himnos belicosos por los triunfos que fingen haber obtenido en
la última guerra? No puede ser.
Aunque digan que nada se oculta, que nada se finge,
afirmamos que fingir es contarle al pueblo que los moros mueren por
cientos, mientras de los nuestros apenas si mure alguno; fingir es
sostener que los moros no atentarán otra vez contra nuestras tropas porque
se les haya bombardeado duramente.
También dicen que no es fingir que los moros sean
amigos de quien para ellos es una amenaza constante.
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