La Guerra de Marruecos

 

Después de la sangre vertida en un guerra de conquista, lo gravoso que ha sido y es el mantenimiento de nuestros soldados en el Riff, resulta, si es cierto lo que dice un periódico francés –Le Temps- que después de tanto sacrificio como ha constado a nuestro ejército el apoderarse de Alcazarquivir y Larache, tendremos que soltar la presa de buen grado, si no queremos romper las hostilidades con la vecina República.

 

Según “Le Temps”, lo que a España le pertenece podrá disfrutarlo sin que Francia le rete en lo más mínimo, pero en lo que se refiere a Alcazarquivir y Larache, entiende que debemos abandonar estas posesiones en tiempo no lejano.

 

Si se confirma dicho propósito, España pasará una vez más ante las potencias por un ente ridículo, sopena de no simular un contrato decoroso como suelen hacer las naciones cuando se encuentran a punto de la bancarrota.

 

Lamentamos si este caso sucediera, tanto por lo que como españoles nos toca, como por los resultados que nos pudiera traer enemistarnos con una nación hermana.

 

Puestos en el trance de una ruptura, o ceder a las aspiraciones supuestas ¿quién sería responsable de semejante descalabro? El Gobierno, y solo el Gobierno es el único que ha de responder, pues el pueblo, todo, le ha llamado la atención una y mil veces, basándose en un ideal elevado del que carecen nuestros gobernantes.

 

Si llega a confirmarse de una manera oficial –más vale que no- que Francia nos pida cuentas, con razón y más que con razón hemos de llamar al señor presidente del Consejo de Ministros lo que bien merecido se tiene.

 

Parece mentira que prohombres de estado lleven a su nación por los derroteros que se lleva; si estos ciudadanos fuesen buenos españoles, ¿no tendrían en cuenta los consejos de personas competentes? –Véase la carta de Prim, publicada estos días por casi toda la prensa.

 

Únicamente gobernantes que no miran por el bien de su patria, y si de satisfacer apetitos desenfrenados de unos cuantos plutócratas, comerciantes de carne humana, o lo que se les quiera llamar, son capaces de haber encauzado al pueblo a una guerra, que, además de ser incompatible con las aspiraciones del mismo, nos puede traer fatales consecuencias, como al parecer se avecinan.

 

Salud y suerte deseámosle al señor Canalejas por salir del atolladero. No somos tan tiranos como él, pues a pesar de tanto daño como nos ha hecho y nos viene haciendo, le prometemos un requiescant in pace por su muerte política. 

 

Pues ya ve, no dirá que le tratamos mal, después de tan agraviados como nos tiene.

 

Así nos portamos con nuestros enemigos políticos.

 

EL OBRERO BALEAR

Núm. 502, 4 de noviembre de 1911

Veure : Guerra del Marroc