Por fin se ha
celebrado en Madrid una ceremonia oficial -con participación de
varios ministros del Gobierno de Rodríguez Zapatero- reconociendo
los méritos del doctor Juan Negrín en la defensa de la Segunda
República. Me refiero a la inauguración en lo que fue el cuartel de
Conde Duque de una exposición -que estará abierta hasta el mes de
noviembre- sobre la trayectoria de este investigador científico que
en circunstancias dramáticas llegó a ocupar la presidencia del
Gobierno y los Ministerios de Defensa y Hacienda, olvidado
sistemáticamente durante largos años, en los que fueron pocos los
que se atrevieron a reivindicar su figura.
Sobre Negrín pesaba
lo que hasta para algunos de sus correligionarios era considerado
como una mancha: su coincidencia con el Partido Comunista en
la política de resistencia al franquismo durante la Guerra Civil y
posteriormente su posición favorable a la unidad sin exclusiones de
todas las fuerzas antifranquistas. Esta actitud le valió ser acusado
de "agente de Moscú" por otros líderes de su partido que propugnaban
una imposible "paz honrosa" con Franco.
El doctor Negrín
fue ante todo un científico prestigioso, en cuyo laboratorio se
formaban investigadores tan famosos como Severo Ochoa. Fue también
quien dirigió la construcción de la Ciudad Universitaria de Madrid,
secundado por arquitectos tan importantes en su época como Manuel
Sánchez Arcas.
Hijo de una familia
burguesa de Canarias, Juan Negrín tuvo la suerte de completar su
formación en Alemania, un país que entonces estaba a la cabeza de la
ciencia y la técnica mundiales. Allí había comenzado a interesarse
también por la política, como un ciudadano para el que no eran
indiferentes los agudos problemas que entonces se vivían en la
Europa de la primera posguerra mundial.
Esas inquietudes le
llevaron a ingresar en el PSOE en las postrimerías de la Monarquía
de Alfonso XIII. En ese momento, Negrín por su prestigio científico,
era una adquisición importante para cualquier partido político.
Le vi por primera
vez personalmente un día de diciembre de 1930, cuando vino a recoger
a Largo Caballero en un mitin homenaje a Pablo Iglesias. Era un
momento importante en la historia de este país. En ese acto, en un
discreto apartado, Largo Caballero había transmitido a quien
entonces era dirigente de la Casa del Pueblo de Madrid la orden -por
cierto, incumplida- de desencadenar la huelga general el día 15,
para apoyar el movimiento, que por decisión del Comité
Revolucionario republicano, debía comenzar ese día a fin de
implantar la República.
El doctor era en
ese momento uno de los raros afiliados al PSOE que poseía un
automóvil y con él debía llevar a Largo Caballero desde el mitin a
una de las últimas reuniones del citado Comité en vísperas del
acontecimiento. El coche de Negrín, conducido por él mismo, tuvo
también en esos mismos días otros empleos singulares. Por ejemplo,
recoger al pie de Prisiones Militares al comandante Ramón Franco, en
ocasión de una conocida fuga, llevándole al lugar donde debía
ocultarse hasta el día 15 en que se sublevaría a favor de la
República. El doctor Negrín servía a la causa en misiones modestas
pero peligrosas, para las que en cierto modo su prestigio de
científico era una buena cobertura.
Proclamada la
República, en las elecciones legislativas, los socialistas canarios
pensaron que el doctor, por el prestigio social de la familia
-además del propio- sería un excelente candidato y así se vio
lanzado directa y públicamente a la política. Fue elegido diputado,
formando parte de las Cortes Constituyentes de la República. Ello no
le apartó sin embargo de lo que siguió siendo bastante tiempo su
ocupación principal: la cátedra y el laboratorio.
Negrín no estuvo
nunca integrado en lo que se consideraba la izquierda del Partido.
Se alineó siempre con las posiciones centristas de Indalecio Prieto.
Si el movimiento de octubre de 1934 que dirigían Largo Caballero y
Prieto hubiera triunfado, Negrín como otros prietistas -el mismo
Prieto, Zugazagoitia, Amador Fernández...- hubieran sido ministros
del Gobierno que se iba a constituir.
En 1936, tras la
elección de Azaña para presidente de la República, Negrín defendió
el nombramiento de Prieto a la jefatura del Gobierno y se manifestó
decidido a romper el grupo parlamentario socialista -de mayoría
caballerista- y a apoyar a Prieto, en unión con los republicanos aun
a costa de la división del PSOE.
Ya en la guerra, al
formarse el Gobierno de Largo Caballero, Negrín fue nombrado
ministro de Hacienda en el cupo que correspondía a la tendencia de
don Indalecio y a propuesta de éste.
¿Por qué fue
nombrado Negrín presidente del Gobierno, en vez de Prieto, tras la
crisis del Gobierno de Largo Caballero en mayo de 1937? Se ha creado
toda una leyenda atribuyendo el hecho a la iniciativa del PCE. Nada
másfalso. El PCE hubiera aceptado la presidencia de Prieto, como
aceptó su nombramiento de ministro de Defensa. Quien decidió, entre
Prieto y Negrín, fue el presidente de la República, Manuel Azaña. En
sus Memorias explica por qué: "Me decidí a encargar del
Gobierno a Negrín. El público esperaría que fuese Prieto. Pero
estaba mejor Prieto al frente de los ministerios militares,
reunidos, para los que fuera de él no había candidato posible. Y en
la presidencia los altibajos de humor de Prieto, sus repentes,
podían ser un inconveniente. Me parecía más útil, teniendo Prieto
una función que llenar, importantísima, adecuada a su talento y su
personalidad política, aprovechar en la presidencia la tranquila
energía de Negrín"... "Negrín, poco conocido, joven, duro, es
inteligente, cultivado, conoce y comprende los problemas (sabe
ordenar y resolver las cuestiones). Podrá estarse conforme o no con
sus puntos de vista personales, pero ahora cuando hablo con el jefe
del Gobierno ya no tengo la impresión de que estoy hablando con un
muerto. Esto, al cabo de los meses, es para mí una novedad
venturosa".
En efecto, Azaña
fue quien optó por Negrín cuando el candidato más indicado parecía
Prieto.
¿Qué sucede a
partir de ese momento? Fundamentalmente un acercamiento más marcado
entre la Ejecutiva del PSOE, compuesta por partidarios de Indalecio
Prieto y el Partido Comunista. El comité de enlace entre ambos
partidos intensifica su actividad. Después de la formación del
Gobierno de Negrín, Prieto plantea ante esa Ejecutiva la necesidad
de ir pensando en la posible fusión de ambos partidos, basada en el
objetivo de ganar la guerra. Ese planteamiento de Prieto provoca la
dimisión de dos miembros de la Ejecutiva, entre ellos Anastasio de
Gracia -que formalmente es el presidente aunque esa función la
ejerce realmente el mismo Prieto-, disconformes con esa perspectiva.
Y esa relación unitaria entre las direcciones de los dos partidos se
prolonga hasta el fin de la guerra, incluso cuando Prieto, tras la
batalla de Teruel y el corte en dos de la zona republicana, ha
vuelto a posiciones anticomunistas y considera derrotada la
República.
Negrín acepta la
presidencia del Gobierno dispuesto a apurar todas las posibilidades
de ganar la guerra. Ésta era su firme voluntad. Y se apoya
militarmente en las unidades del Ejército Popular más sólidas, que
son esencialmente las que tienen una connotación más próxima al
Partido Comunista. Negrín y la Ejecutiva del PSOE en ese momento
están decididos a colaborar con los comunistas para resistir
mientras haya la más mínima posibilidad.
Negrín, como los
comunistas, comprendía la naturaleza del fascismo que hacía
imposible la "paz honrosa". Tras la caída de Cataluña la resistencia
se tornaba mucho más difícil. Pero, estando al corriente de la
situación mundial, todavía había una posibilidad: aguantar hasta el
estallido de la II Guerra Mundial. Y en último caso, resistir
permitía ir retirándose ordenadamente y organizar la evacuación de
decenas de miles de republicanos que tras el golpe de Casado
quedaron en manos de Franco y fueron vilmente masacrados.
La dirección
oficial del PSOE, en la que figuraban líderes como González Peña y
Ramón Almoneda, sostuvo las posiciones de Negrín, cuyas
coincidencias con el PCE fueron fundamentalmente dos: mantener hasta
el fin la resistencia al franquismo y más tarde, terminada la II
Guerra Mundial, recomponer la unidad de todos los republicanos para
recuperar la República.
Negrín nunca fue
comunista. Pero, al amanecer de nuevo la democracia en España,
reconocer el papel de Negrín en la guerra contra el fascismo
significaba reconocer también el papel de los comunistas españoles
en la defensa de la República y en la resistencia clandestina a la
dictadura. Y antes que eso hubo quienes prefirieron enterrar la
figura de Negrín, sumirla en el olvido y ensalzar otras que jamás
estuvieron a su altura.
Recordarlo hoy ya
es sólo una parte de la recuperación de la memora histórica. Y
aunque pese a algunos -pero la historia es la historia- de forma
indirecta, a reivindicar el papel del PCE en la lucha por la
democracia.
Santiago Carrillo, ex secretario general del PCE, es
comentarista político. |