A LOS OBREROS ZAPATEROS

DE PALMA Y SUS CONTORNOS

COMPAÑEROS

Una vez más me veo en la necesidad de dirigirme a los de mi oficio, impulsado a ello por la postración en que yacen los obreros zapateros de Palma a pesar de las pésimas condiciones y peor retribución que tienen en la mano de obra.

Ya hace mucho tiempo que los obreros asociados no os hemos dicho una sola palabra, para despertar vuestros sentimientos de asociación y hemos contemplado con pena vuestra actitud suicida, al veros resignados, sumisos e inmóviles, como un cuerpo que ha perdido su sensibilidad conformados a sufrir los martirios del desprecio, del bochorno e insulto, y para coronar vuestra obra sufrís con posible indiferencia la explotación y tiranía que con vosotros se ejerce.

Es indudable que si un trabajador determinado se dirige al patrono en demanda de un aumento en el salario o disminución de horas en la jornada, este, el patrono, si hay demanda de productos, no tendrá inconveniente alguno en aceptar la petición que aquél formula para quitárselo a seguida que haya abundancia de mercancía y poca circulación de ellas. Más no ocurre así si en vez de pedírsela un obrero se la pide una colectividad de obreros, porque en el momento de aceptar la petición de sus operarios el patrono adquiere el compromiso de mantener tal reforma en todo tiempo haya o no trabajo. En caso que se niegue a cumplirlo, los obreros no le trabajan, y por lo tanto no tendrá ingresos proporcionados por la producción, pero los gastos serán siempre los mismos.

Podrá mantener tal situación, una, dos o tres semanas, pero al fin cederá ante la persistencia de sus obreros, que conscientes de sus derechos y deberes, se ayudan recíprocamente, además de la solidaridad que tienen por parte de otras colectividades de trabajadores, aun de las que no son del oficio declarado en huelga.

He aquí la base principal de nuestra Sociedad. ¿Habrá alguien que diga que el obrero zapatero no necesita mejorar su condición? Imposible. Además de su escasa retribución en la labor, que le obliga a trabajar noche y día, tiene que realizar el trabajo en su propio domicilio.

Esto, desde el punto de vista de la sociabilidad, tiene un importancioa suma desde el punto de vista higiénico, una importante trascendentalísima. Porque hay que ver la cosa, mejor dicho zahúrda, del zapatero y sobre todo el cuarto destinado al trabajo¡ Si es casado como si es soltero: la herramienta y mesilla del trabajo, la broza ocasionada por éste, la cama (¿) donde descansa de las fatigas del día, con la agravante de que los cuartos o alcobas son reducidos en su casi generalidad y poco ventilados. Y a veces de está allí toda la semana metido, amén de otras cosas que no digo porque no se molesten, si miramos a sus hijos y a su mujer, los veremos con sus rostros demacrados ellos y ellas … ellas mal vestidas y peor calzadas.

Pero ¿a qué seguir? ¿no basta? Aquellos que tengan sensibilidad y dignidad de seres racionales, ¿continuarán apáticos e indiferentes a la organización? ¿No vendrán con nosotros para luchar unidos por mejorar nuestra miserable condición?

¡Obreros zapateros: hora es ya de que nos levantemos de la postración en que estamos, si no queremos que nuestros hijos nos desprecien por no haber sabido elevarnos a la categoría de hombres con dignidad y por amor hacia ellos; que a través de la Historia no tengan que compadecernos y si admirarnos por haber roto la cadena que nos oprime, la cadena de la explotación capitalista símbolo de la imperante burguesía sin más dios que la rapacidad y egoísmo, causa del triste estado que todos nos hallamos. No consentir por más tiempo compañeros la vida que arrastramos, sin que no levantemos nuestra voz en son de protesta y esta ha de ser con la unión de todos los que nos dedicamos a la confección del calzado.

Uno del oficio

EL OBRERO BALEAR

Núm. 351, 4 de julio de 1908

 

fideus