La cuestión del pan

Ya van despertando del letargo en que estamos sumidos los obreros panaderos, y hora era ya e que despertaran, pues con la nueva orientación que se va dando la organización del gremio, se ve el resurgimiento de todos los que trabajamos cual trabajan las lechuzas; de noche.

Pero siempre tiene que salirnos al encuentro la reacción, poniéndonos estorbos en el camino del progreso, a fin de que no lleguemos con la celeridad deseada a la meta que nos hemos señalado; pero no importa no significa nada para nosotros, al contrario, hasta podemos agradecérselo, por cuanto toda victoria cuanto más costosa es, más valor tiene para los que la alcanzan.

Los obreros panaderos de Palma se han propuesto el abolir (como reforma local se entiende) la cocida de pan casero, (casolans) y naturalmente que siempre hay quien está interesado lo suficiente para trabajar con ardiente constancia, a fin de que no puedan conseguirlo tan pronto como fuera de desear; desvirtuando todas las razones que tengamos y podamos aducir en beneficio de la clase.

Una tarea titánica representa para nosotros, obreros de manos callosas, tener que defender por medio de la prensa nuestros derechos, supuesto que, de todo el mundo es sabido que después de una ruda jornada diaria de trabajo de unas 17 horas, como término medio, ¿Qué instrucción puede adquirir un obrero panadero? Cuando el más miope comprenderá que el sueño y el cansancio han de quitarnos precisamente todos los sentimientos, todas las ideas y todo el buen humor.

Considerad por un momento, un padre de familia que tiene que dejar abandonada esposa e hijos oda la noche sin el amparo de nadie. ¿No es esto una tortura para el buen padre que quiere a su familia y que por el solo delito de ser obrero panadero no puede vivir la vida de los otros mortales.

Piensen eso, esos señores embaucadores, fanáticos empedernidos del catolicismo, ese catolicismo que muchos pastores hicieron para vuestro uso particular, en defensa de vuestros propios intereses, y en perjuicio de los nuestros.

Piensen que todas las mejoras que piden los obreros benefician a la masa general del pueblo el que nada goza a cambio de sufrirlo todo.

¿Es que nosotros no tenemos derecho a frecuentar los centros de cultura, como lo hacen los demás ciudadanos? no los centros que vosotros pretendéis que visitemos (los católicos) en donde solo se aprende a ser simples borregos, manejados por vosotros, para dificultar nuestra marcha progresiva, sino los nuestros, los que pertenecen a nuestra propia clase, en donde convivimos juntos.

¿Qué hay en todo esto que no sea bueno, decid, señores explotadores, católicos y no católicos? Porque pensando unos de una manera y otros de otra, en cuanto una cosa no es de vuestro agrado, sois todos unos, pensáis lo mismo, porque para vosotros no hay más Dios, ni más ideas, ni más humanidad que el dinero; a ese adoráis, a ese queréis y nada más, así es que no tenéis que venirnos con paparruchas del color que sean, porque nadie os cree ya.

Creen algunos que el abolir el pan casero y la jornada de noche, trabajando solamente de día, que va morirse media humanidad; cuando si se mira bien, por todos lados que se mire, estas dos peticiones encierran en si, una de las medidas más radicales, a favor de la salud y de la higiene pública; dignas de que sean analizadas por los hombres de la ciencia, que a la vez sean amigos del progreso, y esos hombres forzosamente tienen que darnos la razón cuando las hayan profundizado.

El hecho de que se lleven a cabo estas dos medidas no significa que vaya a comerse menos pan, no, puesto que los consumidores van a ser los mismos y en tal caso no hay razón para ello.

Respecto al pan casero (casolans) muy bien lo dijo D. Bartolomé Castañer en su información publicada en “La Última Hora”, del 21 de abril nº 6.296, el cual con razones muy poderosas defiende dicha reforma.

No sucede así con el que bajo el anónimo y achacándolo a varios trabajadores, arremete contra el artículo del Sr. Castañer y por cierto con tan mala sombra que saca unas razones tan anodinas, tan torpes, mucho más aún que los trabajadores, que con su manto cubren a dicho escribidor.

Pues es una enormidad el pensar que van a salir perjudicados los obreros con dicha reforma, puesto que detrás de ella, viene la de la venta del pan a peso, el cual puede adquirir todo bicho viviente al mismo precio de coste de la harina al pormayor, de modo que si por ejemplo un kilo de pan amasado de la misma harina y amasado en mejores condiciones, no saldrá más que a cuarenta céntimos antedichos, y aún le queda al industrial la ganancia suficiente para atender a los gastos de amase, cocción y demás propios de la industria.

Es más, supongamos implantado el trabajo de día, aún con más motivo, puede abaratarse el precio del pan, supuesto que representa la economía del alumbrado de toda la noche, que algo representa también.

Y con los medios de fabricación no cabe la menor duda, de que este artículo tan necesario a la clase obrera, se abarataría, que de no resultar así, nosotros, los obreros panaderos, no vendríamos a salir beneficiados en nada a causa de que, lo que ganaríamos por una lado lo perderíamos por otro, y nosotros también llevamos interés en ello por estas razones.

Es absurdo que el egoísmo de unos pocos, mal entendido por cierto, malogre el bienestar de los obreros panaderos, siendo estos solamente, digno de hombres sin entrañas, ni sentimientos humanitarios.

Ya lo sabéis pues obreros panaderos, si queréis suprimir los (casolans), si no queréis trabajar de noche, acudid todos a la Sociedad, y al estar alistados en ella, no la abandonéis; federaos a la Federación del oficio, y de esta manera, seguid luchando, sin abandonar vuestro puesto y veréis como vamos conquistando mejora tras mejora, hasta que lleguemos a ese día feliz, tan deseado, de la completa emancipación que ha de acabar con el régimen burgués.

Jamás se había visto despertar tan espontáneo, ni solidaridad más firme, entre los elementos que abandonan sus hogares todas las noches para guardar la de los patronos.

Bien lo demostraron los obreros panaderos en el mitin celebrado el 22 de abril, y en el banquete que celebramos el 29 del mismo mes; los cuales se impusieron la noble tarea, de trabajar cada uno de por sí, a fin de que no quede uno siquiera, que no forme parte del haz obrero, que se  ha propuesto el llevar a cabo tan buenas mejoras.

Por lo cual debemos estar orgullosos los obreros panaderos, de ver como se avecina la batalla y que el enemigo nos encuentre parapetados y bien pertrechados en las trincheras de nuestra Sociedad, y cuando podemos recoger el laurel de la victoria (si llega el caso) este día será una página, la cual podremos gravar con letras de oro, en la historia de nuestra Sociedad.

Ahora solo resta decir a nuestros compañeros que no desmayen en la marcha emprendida, pues de esto depende solamente, el salir victoriosos en la empresa, y hacemos votos, para que, así como celebramos el resurgimiento de la Sociedad, con un banquete, podamos en breve plazo celebrar otro para conmemorar la victoria de nuestros desvelos.

¡Adelante obreros panaderos!

El triunfo es nuestro, de nosotros depende el conseguirlo.

¡Abajo los (casolan)!

¡Abajo el trabajo de noche!

P.B.T.

EL OBRERO BALEAR

Núm. 479, 20 de mayo de 1911

 

fideus/