Reportaje. Memoria Histórica/Incautaciones

El dinero olvidado

A partir de agosto de 1936 se establecieron recaudaciones sistemáticas, desde el plato único a la incautación de las monedas extranjeras. La gente colaboraba, aunque fuera de manera voluntaria ´forzada´. A pesar de las amenazas, algunos escondieron sus joyas en lugares insólitos y otros guardaron fajos de dinero republicano. Una asociación exige recuperar los bienes incautados. En la isla es difícil porque en lugar de un recibo se entregaba una cruz.

 

La familia de Marçal Isern fue obligada a cambiar dinero francés por marcos alemanes, que ya no tenían ningún valor

El dinero olvidado

 

ROSA FERRIOL. PALMA. "Con voluntario sacrificio he ahorrado las adjuntas 160 pesetas para comprar una modesta bicicleta a mi hijo; la Patria las necesita antes que mi hijo". Así decía una de las notas que acompañaba el donativo de una madre al Movimiento Nacional. Y es que los periódicos publicaban las listas con los donativos de los ciudadanos. "Para reforzar la sensación de que la gran mayoría de la población estaba de parte de los militares y de los falangistas, al lado de las listas se publicaban anécdotas como esta", explica el historiador Joan Mas.


Los falangistas hacían recolectas de todo tipo: para construir un monumento al Crucero Baleares o un homenaje a Franco. También se mandaba ropa o alimentos a las ciudades liberadas de los republicanos como Barcelona. "Durante la Guerra Civil, se practicaron recaudaciones sistemáticas destinadas, en un principio, al subsidio del combatiente", detalla Cristòfol Miquel Sbert, historiador de Santanyí. Una de las iniciativas para financiar el Movimiento tuvo un fuerte impacto entre la población femenina, que debía entregar el oro y las joyas personales. "Mucha gente colaboraba debido a la situación de terror y violencia que se vivía durante la contienda", explica Marçal Isern, d´Alaró. De todas maneras, recalca que para las personas que habían perdido a su padre o a un hermano, era difícil de digerir hacer donaciones para financiar el bando responsable de la muerte de su familiar.


Además del miedo, las amenazas vertidas a la población obligaban a colaborar ya que los falangistas decían que disponían de un aparato que detectaba el oro escondido en las casas. Así lo explicó el historiador Arnau Company y lo confirmó una testigo de Santanyí que prefirió guardar el anonimato para evitar abrir viejas heridas entre la familia. Desde aquellos tiempos, ha imperado el silencio entre ellos. A finales agosto de 1936, los falangistas empezaron a requisar el oro y las joyas. Sbert, autor del libro Santanyí, els tres fronts de la colección La Guerra Civil a Mallorca poble a poble, explicó que "el miedo a las denuncias y a las represalias tuvo mucho peso en el momento de colaborar con el Movimiento". Sin embargo, muchos salvaron sus pertenencias escondiéndolas en los lugares más insólitos. La santanyinera, que está a punto de cumplir 97 años, recuerda que su familia no entregó nada, a pesar de que vivían con un tío republicano que estaba fichado por los falangistas. Metieron las joyas y el oro en una caja de hierro y su hermano la llevó a fora vila para esconderla bajo un montón de basura. "No estábamos preocupados porque nadie buscaría bajo la basura", comenta. "Es verdad que decían que tenían una máquina que detectaba el oro escondido entre las paredes", menciona. Una vez finalizada la contienda, recuperaron sus pertenencias tal y como las enterraron en agosto de 1936.

 

Pulseras como esta, hechas con monedas de plata, también eran válidas para financiar al bando nacional

Cruz de hierro

 

 


Isern dice que cualquier excusa era buena para recaudar, eso sí, era un enigma si el dinero o las joyas llegaban a su destino. El historiador de Manacor, Toni Tugores, resalta que "el pueblo tuvo que entregar sus pertenencias, que no siempre llegaban a su destino, ya que muchas joyas las lucieron posteriormente las esposas o familiares de los máximos responsables de la incautación". Lo confirman varios testigos orales. Al historiador de Porreres, Tomeu Garí, una mujer le contó que entregó sus joyas y que luego vio a una señora de una possessió del pueblo luciendo su alhaja. Según contó Company, algunas esposas de los jefes de la Falange se quedaban la botonada o el cordoncillo que habían entregado las mujeres de Sant Joan.


Company dice que en los municipios se formó una Junta de Confiscación de oro y valores integrada por el alcalde, el sacerdote, el representante de la falange y el teniente de la Guardia Civil. Tugores recuerda que se dieron cinco días para donar todo lo de valor, además les aseguraron que se les daría un resguardo para una posterior indemnización. Si lo solicitaban se entregaba una cruz de hierro con la inscripción "Amo a España, 19-VII-1936", y en su dorso "Pro aris et focis" (para el altar y el hogar), previo pago de una peseta "por no aminorar los beneficios de la recaudación del oro con los gastos de las cruces", dijo Tugores.


En Santanyí, por ejemplo, 180 familias donaron su oro y 96 pidieron la cruz de hierro. Al final de los cinco días de plazo, se recopilaron 2.878 gramos de oro y 826 de joyas, 171 duros de plata y monedas de 25 pesetas. En Sant Joan se recaudaron 3.162 gramos de oro y 28 monedas de oro.


Además del oro y las joyas, se establecieron recaudaciones sistemáticas para el mantenimiento económico del bando del general Franco.Así, todos los sectores de la sociedad mallorquina de manera impuesta o voluntaria, directa o indirectamente, colaboraron, relata Joan Mas.

Plato único

Una de estas iniciativas era el día del plato único. Así el día primero y quince de cada mes, restaurantes, cafés o hoteles sólo podían servir un plato al mediodía y por la noche. Luego, los encargados debían entregar el 50% del valor en metálico de las comidas servidas. Las familias también colaboraban poniendo un plato dos días cada mes. En Santanyí, por ejemplo, se recaudaron 1.400 pesetas mensuales. El producto se entregaba el 5 y 20 de cada mes. "Si se pasaba el plazo, los falangistas acudían casa por casa y se debía abonar un recargo del 20% y del 50% si tenían que pasar a cobrar una segunda vez", explica Sbert.


Isern señala que normalmente el dinero se mandaba a Palma o era recolectado pueblo a pueblo por falangistas. A partir de un decreto del 27 de agosto de 1936 además del oro quedaba confiscada la moneda extranjera. La familia de Marçal Isern fue una de las que guardó fajos de billetes republicanos porque creía que la situación no duraría tanto y recuperarían su riqueza. Así, Isern aún guarda estos billetes de su abuela paterna, Antònia Riera. Sus abuelos se fueron a Francia a trabajar y regresaron a la isla antes de estallar la Guerra Civil con una cantidad considerable de dinero extranjero. Los falangistas obligaban a cambiar el dinero extranjero por marcos alemanes porque decían que era la moneda del futuro, pero realmente en su momento ya tenía poco valor. "No era necesario presionar demasiado para que la gente colaborara por el miedo a las consecuencias", explica Isern.

 

Marçal Isern muestra el dinero guardado por su abuela paterna

Sbert, posa en Santanyí con uno de los crucifijos entregados a quien colaboraba

 


Y es que este "afán recaudatorio", como dice Isern, duró durante toda la Guerra Civil. Cualquier acción patriótica era buena para pedir dinero, aunque que llegase a su fin era otra historia. En 1938 empezó una colecta para el monumento al crucero Baleares de sa Feixina que no se construyó hasta 1947.


La Agrupación de Perjudicados por la Incautación Franquista reclama recuperar el dinero incautado a unas 1.800 familias españolas. En Balears hay unas decenas de afectados pero el cobro es mucho más difícil porque en lugar de los recibos se entregaban los crucifijos, "por lo que ahora la incautación no es demostrable", según explican desde la asociación.


Isern opina que la gente tiene derecho a reclamar su dinero. "Yo personalmente no lo haré porque no me mueve el afán recaudador, pero los afectados deben exigir sus bienes", sentencia. Algunos de los historiadores consultados aseguran que era prácticamente imposible recuperar el dinero. El de Alaró considera que el primer requisito para el retorno de las pesetas republicanas y los bienes es que haya voluntad política y "no la hay". Critica que los partidos alcanzaran un acuerdo para recuperar su patrimonio, mientras en la "ley de la desmemoria histórica no hay ningún artículo que diga que las familias puedan recuperar el patrimonio incautado".

REPRODUCCIÓ DE DIARIO DE MALLORCA 30/11/2008


Incautació d'or i valors

Memoria Civil, núm. 21, Baleares, 25 mayo 1986