Derivaciones de un réplica - Socialismo colectivista

Se necesitan para discutir acerca de los principios socialista y del comunismo conocimientos de economía bajo todos los prismas del Capital y del Socialismo, que declaramos paladinamente no poseer; pero, no obstante, procuraremos suplir esta nuestra carencia de cultura en el intrincado campo del economismo, auxiliándonos en afirmaciones y conceptos de diferentes profesores en la materia, durante el desarrollo de esta contienda doctrinal a la que hemos acudido gustosamente, confiando en que ha de facilitar alguna enseñanza a cuantos se decidan a la lectura de nuestros modestos trabajos de controversia. – desventajosa para nosotros – más por las notas que intercalamos, que por lo que podamos decir con una buena voluntad no más. 

Estamos posesas de la creencia que se ha de llegar a constituir, a pesar de que las diferencias étnicas de los pueblos, la federación universal, y convencidas, también, de que esta nuestra teoría no es admitida por algunos de nuestros camaradas, lo que no es motivo para que dejos de sostener, con todo entusiasmo, nuestro criterio federativo acerca de los Estados unidos socialistas del porvenir, forjados por la reciprocidad colectiva, base donde forzosamente ha de descansar el Socialismo, aunque así no lo entiendan aquellos que confusionalmente se denominan comunistas.

En los primeros tiempos de la Humanidad el colectivismo era solo el espíritu familiar del clan. Fuera del mismo el ser humano no era para su semejante otra cosa que la bestia destinada por la Naturaleza a la alimentación de quien la cazase. Después, poco a poco; el espíritu del clan se ensanchó, formando los pueblos; se hizo, por consecuencia, más humanista y menos agresivo.

Actualmente el salvajismo de los primitivos caníbales ha desaparecido, casi, al ser arrollado más allá de las fronteras de la civilización, por la cultura que ha ido penetrando en las agrupaciones étnicas, en el curso del tiempo. Por lo tanto el desarrollo cultural, el intercambio literario y las relaciones comerciales de pueblo a pueblo, han producido un estado de aproximación espiritual que las singulariza en muchas cuestiones de orden económico, predisponiéndolas a una inteligencia colectiva, cuyos frutos serán, sin lugar a dudas, la génesis de una potente democracia mundial, producida por la confraternidad, impuesta por el Socialismo.

Afirmamos nuestra creencia en el triunfo de la democracia socialista y estimamos que siendo cada vez más numerosos los adeptos al Socialismo, la ocasión de su triunfo total en el mundo se hará esperar menos tiempo del que suponen todos los remendones del economismo burgués, que aplican tapas y medias suelas, con todos los adornos de la retórica financerista, al ya demasiado maltrecho calzado del Capitalismo, con el que apenas puede éste dar un solo paso, sin tropezar en los mismos obstáculos que acopló su egoísmo contra la razón del proletariado, víctima siempre de la avaricia desmedida de los detentadores.

El internacionalismo capitalista podrá, sin duda, fortificarse todavía en los reductos de las finanzas, de la trusificación y del monopolio; pero, ¿hara desaparecer al Socialismo como elemento político de clase, que pretende la confederación internacional por medio del colectivismo? Puede afirmarse todo lo contrario, no ya sólo por lo que estamos presenciando, sigue también por que nos lo dice la Historia y nos lo evidencia el Progreso con sus periódicas reformas y transformaciones.

Creemos que el Socialismo no sólo se mantendrá en las posiciones conquistadas a los enemigos de la razón y del derecho, si que también destruirá todos los parapetos del Capitalismo, faltos de la necesaria fortaleza de justicia para resistir a los empujes razonables de la Internacional Obrera, que va derecha, sin vacilaciones, a la socialización de la riqueza detentada y al establecimiento de las repúblicas colectivistas, que formarán, repetimos, los Estados unidos socialistas del mundo en un porvenir que se aproxima aceleradamente a pesar de las cortapisas del tradicionalismo de las castas y de las prédicas religiosas. 

Varios Estados actuales de Europa –ha dicho Gabriel Tarde- llegarán seguramente a morir, asimilados por las otras. Si alguno de entre ellos existiese, seria un obstáculo para la armonía de las principales nacionaliddes en la civilización general.

Y también por los idiomas, disminuirán en número; solamente algunos subsistirán adquiriendo mayor dominio.

Y es también probable que para facilitar sus relaciones comerciales, y lo mismo sus adelantos científicos, los pueblos opten por un idioma común; no será, sin embargo, un idioma artificial como el volapuk o el esperanto, sino uno de los actuales que sea impuesto a los otros como vehículo de ideas universalmente bienhechoras. No obstante, yo creo que paralelamente a este medio común de expresión, continuaran existiendo los principales idiomas europeos. Su diversidad, como la de las nacionalidades, nunca se reducirá a la unidad absoluta. Este resultado sería muy peligroso. Si, por ejemplo, solamente el alemán subsistiese, el espíritu humano, perdería, entre otros matices, todos los que sólo puede traducir la lengua francesa, y si ésta llegase a ser la única, el pensamiento acaso perdería las profundidades que puede sólo traducir la lengua alemana.

Así, lo mismo en el interés general de la Humanidad, será bueno que la condensación de las nacionalidades y de los idiomas se detenga en una pluralidad escogida.

Entonces se logrará que los pueblos se federalicen …

En resumen, una regularidad y una uniformidad mayor reinará probablemente en las instituciones económicas, políticas, administrativas y judiciales de toda la Humanidad, y esta será la parte del internacionalismo; pero las nacionalidades se mantendrán bajo el dominio estético y moral: vivirán como las almas y los caracteres de diversos pueblos.”

Las Internacionales Socialista y Sindical han tomado sobre si la obra humana y plausible de conducir a los pueblos por los caminos rectos de la pacificación y de le equidad que trazan todos sus enunciados filosóficos, y por modestos que parezcan sus trabajos en tal sentido, autorizan la esperanza del mejor éxito. Los gérmenes que van sembrando en la conciencia internacional, no serán perdidos: podrán no quepa duda, fructificar con toda la lozanía que transfieren los entusiasmos de las multitudes ansiosas de justicia, frente a los enunciados del comunismo, que pretende hacernos retroceder a procedimientos primitivos, basados en el absurdo agrupamiento de la producción para todos, sin exigencia alguna de aquellos ineludibles deberes individuales que de todos reclama la colectividad a la que nos debemos disciplinar por imperativos de la vida misma.

Entendemos que la reforma social a que primordialmente se contrae el Socialismo, es de pura esencia colectivista. Su finalidad tiene por objeto el mayor bienestar posible para todos, estimándose, por la casi generalidad, que las colectividades productoras deben ser base de la organización económica y también las que regulen la distribución de los productos con arreglo a las demandas y necesidades colectivas sin privilegios de grupo social determinado ni detrimento de los merecimientos reconocidos en el individuo.

En esto, bajo el punto de vista nuestro y ante las realidades sociológicas, un principio incuestionable de colectivismo socialista.

Y como apoyo valiosos de nuestra tesis no vacilamos en reproducir aquí, lo que, con respecto a la cuestión que debatimos dice el economista Alfredo Fouillée:

“Toda verdadera reforma social debe tener por objeto, no solamente más riqueza o más bienestar material para una clase, y lo mismo para todas, sino un desarrollo superior de la vida humana en calidad en todos los miembros de todos los grupos sociales. Pues este desarrollo intelectual y moral, al mismo tiempo que material, supone una educación apropiada de instituciones de justicia y de defensa colectiva, que no son de orden puramente económico y que aplican una dirección central sobre grupos de interés.”

Maria Cambrils

EL OBRERO BALEAR nº 1189

23 de enero de 1925