Lorenzo Bisbal      ¿Por qué no constituimos la Unión General de Trabajadores en Mallorca?                                                        

Existe en Mallorca un número bastante importante de Sociedades obreras adheridas al organismo nacional “Unión General de Trabajadores de España” y otro que, sin pertenecer a él, sigue su misma táctica y está conforme con sus principios. Que pertenecen a él conocemos las siguientes Sociedades, todas ellas domiciliadas en la Casa del Pueblo: “La Igualdad”, “Unión de Curtidores”, “El Desarrollo y Arte”, “Unión Tipográfica Balear”, “Unión Tipográfica Balear”, “La Unión” (cerilleras), “El Progreso” (sombrereros) y “Profesiones y Oficios Varios”. De las que no están adheridas y se orientan en sus principios y métodos de lucha existen, además de casi todas las restantes de la Casa del Pueblo, “La Recompensa del Obrero”, de Alaró, “La Recompensa del Trabajo”, de Lluchmayor, “Unión Obrera” de Binisalem, “Federación Esporlerense”, “Federación Calvianense” y algunas otras más.

Todas estas Sociedades, afines en sus aspiraciones y modo de apreciar las luchas obreras, viven hoy, no obstante, desarticuladas, sin aquella unidad orgánica que da cohesión, enlaza esfuerzos, centraliza la dirección en las luchas de común interés, establece una mejor defensa de las aspiraciones de conjunto y hace más efectiva y solidaria la acción.

¿Tiene razón de ser esa desarticulación en organismos todos afines y solidarios en una misma táctica y en unos mismos principios doctrinales? ¿No seria conveniente para todos entrar en una inteligencia y constituir, cual han hecho en otras regiones, un organismo central o federativo que bien podría llamarse Unión General de Trabajadores de Mallorca y cuya misión fuese representar y dirigir regionalmente las fuerzas adictas al organismo nacional del mismo nombre y mantener entre ellas la necesaria cohesión y contacto para que, al dar uniformidad a la acción, pudiese ésta resultar más positiva y fecunda para la causa?

Por no existir esa inteligencia colectiva, por no tener constituido ese organismo federativo las colectividades que pertenecen a la UGT han quedado desatendidos asuntos de carácter común de bastante importancia a pesar de haber sido recomendados con insistencia por la Ejecutiva de la Unión. Nos referimos a la cuestión del voto y la representación corporativos de que habla el nuevo Estatuto municipal. Sobre este asunto aquí no se ha hecho nada y cuando vengan elecciones municipales. Teniendo las verdaderas Sociedades Obreras fuerza corporativa para dos concejales, en Palma, no tendrán ninguno por no haberse cuidado siquiera, las que llevan más de seis años de existencia, de hacerse incluir en el censo corporativo. No tendrán ni siquiera voto mientas los católicos, con dos o tres pantallas de sociedad más patronales que obreras, se llevarán la representación que hubiese correspondido a la Casa del Pueblo.

En la constitución de los Comités Paritarios ha pasado cosa parecida, pues sólo los curtidores y dependientes de comercio los han reclamado, y probable es que suceda lo mismo cuando tengan que renovarse los cargos, que no debe tardar mucho, de los organismos sociales, donde tan positiva labor se puede hacer para que sean cumplidas las leyes sociales. Con una representación obrera activa y capacitada en la Delegación Local del Consejo del Trabajo, el decreto sobre la jornada máxima de trabajo, de tanto interés para la clase obrera, se cumpliría. Ahora no se cumple en muchas fábricas porque las actividades se dedican casi por completo a hacer cumplir las leyes del descanso dominical, jornada mercantil y sobre trabajo nocturno en las panaderías. En ese aspecto los vocales obreros hacen buena labor, pero en el otro deja mucho que desear.

Todas estas cuestiones, de suma trascendencia obrera, y otras que entran de lleno en el plano de los principios y táctica de la Unión General de Trabajadores de España, más la propaganda de estas orientaciones y el encauzamiento por las mismas de toda la acción obrera en general, podrían con suma facilidad y casi sin gasto alguno ser debidamente atendidas con la creación de un organismo federativo cuyo Comité Central tuviera esta misión. Pero entiéndase bien, hablamos de un organismo federativo regional o mallorquín en el que sólo pudiesen pertenecer las Sociedades adheridas a la Unión General de Trabajadores de España, pues la experiencia ha demostrado que las federaciones neutrales o híbridas, sin tendencia determinada, fracasan por inútiles y contraproducentes. Como no pueden salirse de su propia naturaleza neutral, carecen de idealidad y mueren por falta de estímulo y de savia creadora. Son cuerpos sin fibras vitales ni movimiento de ninguna clase que las más de las veces sirven de estorbo en vez de llenar un fin. Y lo que necesita no son estorbos ni pantallas, sino cuerpos vivos y con alma que infundan vigor y esperanza a la vez que desarrollen acción inteligente y práctica.

¿Por qué no constituimos la Unión General de Trabajadores de Mallorca y procuramos que formen parte de ella además de las Sociedades ya adheridas a la Unión nacional todas aquellas que aceptan sus principios y siguen sus orientaciones? ¿Han pensado los compañeros la importancia que tendría en el aspecto político-sindical una federación bien constituida de todas esas fuerzas? Estudien serenamente los camaradas socialistas y simpatizantes con la Unión General esta iniciativa que lanzamos hoy a su consideración y digan sobre estas mismas columnas o particularmente en carta lo que opinan sobre ella. Tanto si la consideran buena como no, conviene que se debata el asunto, pues pensamos volver sobre él y deseamos conocer la opinión principalmente de los que están al frente de las Sociedades o que más se preocupan de las cuestiones obreras.

Lorenzo Bisbal

 EL OBRERO BALEAR nº 1216

31 de juliol  de 1925