Aniversario

ATEO MARTÍ

Veinticinco años de soñar con la República, un cuarto de siglo batallando en todas las posturas para impulsar una forma de gobierno más justa; antes del 14 de Abril dijimos que no satisfaría las aspiraciones más nimias de la siempre atropellada clase obrera, pero entre la Monarquía opresora y un ensayo de fórmula más libre pusimos todo nuestro empeño en el advenimiento.

Fue ayer cuando un grupo pugnaba frente a la Casa Consistorial; estábamos allí los amigos de siempre; al fin decidimos y asaltamos el Ayuntamiento, y la Diputación; creímos sinceramente en aquellas horas intensas que la vindicación del pueblo seria un hecho, depusimos todas las diferencias de apreciación que nos separaban y creímos por una vez en nuestra vida con la sinceridad de las promesas.

Hay que recordarlo: de los primeros con quien me encontré en medio del barullo fue con el hoy Alcalde, Villalonga, en el Ayuntamiento, con Juliá en la Diputación, la palabra orden fue la consigna, en ella existía la reserva mental del desorden que la Revolución iba a producir en todo el arcaico sistema, con tal precepto nos acoplamos a servir de garantía a un orden que tenía, que debía producir una Revolución. No había por parte de nadie intenciones mezquinas, solo fraternal amor a la causa reivindicativa del expoliado pueblo.

A las diez de la noche nos habíamos apoderado de los sitios más estratégicos de la población y teníamos patrullas establecidas en fábricas, trenes y demás sitios que garantizasen la marcha normal de la Ciudad, nuestros camaradas estaban sin un arma, sin nada, hicimos notar la necesidad de ser armados para garantizar lo que se nos había encomendado, no lo conseguimos, a los tres días había caído de nuestros ojos la venda, la novel República no quería apoyarse sobre el verdadero pueblo, prefería estarlo sobre las mismas razones que hasta entonces habían defendido la funesta Monarquía. Algún canalla de los que entonces ocuparon los primeros puestos prominentes dijo que para garantir el orden lo había encomendado a los más exaltados promotores del desorden, sin que su rastrera imaginación legara a comprender que nuestra buena fe valía y podía más que todas sus argucias de leguleyo, si pecamos fue de nobleza, no de traición, hoy estamos sinceramente arrepentidos y los recordamos todos con dolor, deberíamos haber irrumpido y sancionar instantáneamente todas las justicias vindicativas que no se han sancionado.

Ya pasó un año, ya estamos en frente todos los que debemos estar, todos los que la causa del pueblo nos llevó al lado de la República, todos nos hallamos ya frente a ella, no es nuestra República, solo si un cambio de Gobierno, para los hijitos de San Luis Gonzaga y las Madres Cristianas lo hecho, es un horror para nosotros; nada, la Monarquía saca sus orejas por doquiera, la reacción no está triunfante ni lo estará pues si los Marianos jesuitantes del caído Régimen creen que nosotros los extremistas le ayudamos a derrocar la República con nuestros ataques, están frescos, sino que prueben y verán como les sale el cuento.

Puede decirse que combatimos la anestesia de la República porque ha dejado vivito el cacique, porque deja que las derechas intenten convencer a los incautos de que ellos, que sumieron a la Nación en la ruina, tras tan breve tiempo pasado han adquirido el medio de traernos la felicidad, porque en vez de regar con sangre de obreros las calles de las Ciudades las debía haber desempolvado de tanto cuco ultramuntano que está vivito y conspirando.

Obreros deportados, presos, castigados, hambrientos, dolor en los humildes, en los pobres, hartazgo en los secuestradores de la economía Nacional, dulzura para unos, acibar a los otros, arriba todos los mismos intrigantes de la Monarquía, abajo los propulsores de la República, pasivismo con las derechas, fiebre persecutoria con la verdadera base, con los obreros.

Corrió tanto el tiempo, tan veloz, que casi ya no nos conocemos los que se encaramaron al poder sobre nuestras espaldas y nosotros, hondo surco se abrió que nos separa; tenía que suceder, a ratos somos fatalistas, los hombres que permanecieron fieles al secular Republicanismo fueron viciados por la Monarquía, el pasado Régimen los castró, no pudieron evadírsela medio ambiente y se fosilizaron.

Amamos fervorosamente a la República, tan entrañable es el amor que por esto mismo nos duele tan hondamente al verla mediatizada; nuestra pasividad ha sido debida al grande amor que le tenemos, ahora comprendemos que hay que zarandearlo justamente para que no se duerma, el sueño es símbolo diario de la muerte.

En su primer Aniversario que los inconscientes se preparan a celebrar con fiestas, agasajos, comilones y bambalina, gastos superfluos inútiles mientras exista quien padezca hambre, fiestas que no podremos ver porque el bullicio inconsciente del pueblo borreguil nos daña y hace sufrir, queremos recordarle que no cumple con su deber y que está muy lejos de ser la amada de los pobres, de los que siguen uncidos al yugo del trabajo.

Nuestro aniversario es levantar la voz para decirle al pueblo que no debe dejar de actuar eficazmente ni un momento, no hay que temer un nuevo Sagunto, la reacción no se atreverá a salir a la calle y si sale mejor la cazaremos a tiros acabando con ella, no quisieron nuestros hombres representativos acabar con la cizaña y la han dejado que nuevamente saque brotes, no importa así la desinfección será eficaz que es lo que necesita España.

Así obreros, perseguidos, todos los que sufrís vejaciones por defender lo que han dado en llamar extremismo levantémonos, no cejemos en la lucha, saludemos el primer Aniversario de la proclamación de la República reafirmándonos en nuestros puestos, ensordezcamos a las marionetas con nuestros gritos, estemos preparados para aplastar la cabeza a la reacción si intentara levantarla, arma al brazo. El día de la verídica justicia no tardará en llegar, la burguesía está ya carcomida hasta el tuétano, empujemos valientemente y estemos seguros que ya ningún espejuelo servirá para cazarnos en lo sucesivo:

¡Viva la República! la severa, la nuestra, la justiciera, la de tajante espada que la hunda hasta la cruz en el carcomido cuerpo del dragón inmundo de mil cabezas de la burguesía, nada de dulzuras, que no se han guardado con nosotros, odiemos, el odio es tan santo como el amor.

ATEO MARTÍ

Nota.- Amigo Martí: publicamos tu artículo por la crítica que haces de un momento que todos vivimos con entusiasmo, pero creemos un error que vitorees la República. Sólo el régimen libertario nos podrá dar lo que deseamos todos. – N. de la R.

CULTURA OBRERA

Nº 30 / 18-04-1932