1921 –  En las obras de Porto-Pí

 

El sábado pasado día 9 del corriente los encargados de dichas obras avisaron a los obreros albañiles, que en ellas trabajaban, que quedaban despedidos, y que por lo tanto, solo tenían derecho a trabajar la semana siguiente (la actual)

 

Comprendiendo los obreros que tal orden no era un caso de fuerza mayor y si una burda maniobra de D. Juan March(a) Verga, desde aquel momento abandonaron el trabajo no sin antes haber hecho patente su descontento ante la inesperada actitud del señor March.

 

Con los antecedentes que se tenían en dichas obras, sobre la conducta seguida por dicho señor y sus declaraciones publicadas en su periódico de esta localidad “El Día” no nos ha sido muy difícil dar con el móvil que ha determinado al señor Marcha a obrar de tal modo.

 

Se trata de que hace unas semanas el Sr. March trató de implantar en sus obras la jornada de 10 horas, lo que no pudo conseguir a pesar de sus estimulantes de aumentar el salario. Después han pretendido sus obreros que se les abonase el plus a que tienen derecho los que habitan a 2 kilómetros de distancia de las mencionadas obras. Todo junto ha producido bastante nerviosidad en su temperamento de gran egoísta o de gran adinerado, que es la misma cosa, y sin desmentir la psicológica de todos los de su calaña, le ha parecido que todo esto se debe a una docena de perturbadores y que lo mejor era preparar el terreno para expulsar de las obras a dichos elementos.

 

El Sr. March imaginaba como cosa envidiable tener un gran rebaño que se amoldase a sus malos instintos de soberbio explotador, trabajase 10 horas, y percibiera jornales de a 4 pesetas, y que su donativo de la casa del pueblo, le daba a ello derecho; pero hasta aquí podemos asegurar que el juego le ha salido un poquito desigual. Verdad que siempre son unos cuantos obreros perturbadores los que mueven a los demás, pero ¡qué le vamos ha hacer! los manejos de estos últimos son vistos con gran satisfacción por la gran masa, quien a pesar de muy ignorante, sabe comprender que de no existir estos, D. Juan March se aprovecharía más de lo de costumbre.

 

Que dichos perturbadores no tienen gran empeño en convertir a D. Juan March en negrero al estilo de los que disfrutaban las Antillas cuando eran de España, tal vez, sea verdad; pero no por esto los demás obreros van a negarles amistad, muy al contrario Sr. March, esto mismo les presenta muy simpáticos a los ojos de la gran mayoría y esto sucede porque los obreros se van dando cuenta que la caja de caudales de D. Juan March está en abierta oposición, no ya con los intereses de sus obreros, sino en algo más elemental: con sus vidas.

 

Y ahora pueden seguir haciéndonos, sus lugartenientes, disquisiciones filosóficas sobre si hay ricos tiranos y ricos que no lo son. Y sus portavoces, Lorenzo Bisbal, y demás reconstructores, que “Verga” es el rico ejemplar y nosotros, por todo razonamiento, expondremos a los trabajadores lo que sucede en Porto Pí. En Palma no ha existido jamás patrono que igualase a Verga en explotación, en desafueros, y en atropellos, y sino, que se analice el comportamiento del apoderado máximo del Sr. March, Sr. Ramis.

 

Un hecho nos llena de angustia y de sorpresa y es la conducta observada por carpinteros y herreros que, a pesar de todos los pesares, siguen trabajando en dichas obras estando en huelga los albañiles y peones, ¿Es así como entienden la solidaridad? ¿Es de gran delicadeza seguir trabajando, guardados por la fuerza pública y en compañía de esquiroles?

 

 

CULTURA OBRERA nº 101

16 de julio de 1921