1922 – ANTE UN CONGRESO EXTRAORDINARIO DE LA CASA EL PUEBLO - JUGANDO CON LA SERIEDAD OBRERA  

Desde que está al frente de la Casa del Pueblo el actual Comité, no ha hecho sino dar pruebas de su incapacidad manifiesta a pesar de que los individuos que lo forman, por llamarse comunistas y sindicalistas, (del comunismo y sindicalismo analfabeto, desde luego) se sientan los aristócratas de la sabiduría y los escogidos de la diosa revolucionaria para conducir, monopolizar y redimir a la clase obrera, la que, dicho sea de paso, no quiere contacto ni convivencia con semejantes redentores de nuevo cuño y escalofriada de su proceder tiránico y partidista abandona las organizaciones en espera de una selección depurada de personal que las dirija y encauce por los derroteros del ideal común a base de la unión fraternal y el mutuo respeto, condición sin la cual no es posible la vida social en orden alguno.

No es ahora nuestro objeto historiar la conducta de este Comité sin autoridad y cien veces fracasado. Ya habrá tiempo para todo. El único propósito que nos guía por el momento es salir por la seriedad obrera amenazada en la convocación de un próximo Congreso extraordinario sin base ni sentido ni eficacia en la resultancia de sus tareas, que serán tiempo perdido, forzosamente perdido, tanto si lo quieren como si no lo quieren los comunistas. Si el Comité de la Casa del Pueblo hubiese sabido lo que tuebe entre sus manos, que no lo sabe a pesar de tener un secretario que escribe folletos (¿?) y que cobra 50 pesetas mensuales sin responsabilidad reglamentaria y sin hacer nada de provecho, no hubiera convocado el citado Congreso, sencillamente porque los puntos que tiene que tratar están fuera de la órbita de sus atribuciones y del sentido común. Lo menos que se puede pedir de un Comité, por ignorantes y analfabetos que sean sus individuos, es que cuando menos conozca el radio de su jurisdicción para que no se cometa la tontería de invadir derechos y jurisprudencias ajenas. Y esto es lo que está pasando al Comité actual de la Casa del Pueblo.

Los puntos o proposiciones que se van a tratar en el mencionado Congreso son los siguientes, a cada uno de los cuales iremos poniendo nuestros comentarios:

PRIMERA PROPOSICIÓN: “Dada la evolución de toda la organización obrera nacional e internacional ¿no nos convendría seguir los principios y tácticas de la organización moderna y por lo tanto adherir la Federación Local a la Confederación Nacional del Trabajo de España o sea a la Federación Regional del Trabajo de Palma que es la que aquí la representa?”

Esta proposición es obra sindicalista pura y tiende a abolir la Federación de la Casa del Pueblo, matar la autonomía que hasta ahora habían tenido todas las Sociedades obreras federadas y someterlas bajo la dictadura de la Internacional Roja de Moscú por conducto de una Federación Regional sindicalista que no funciona ni nadie conoce en Palma, y de la Confederación General, también Sindicalistas, que tantos descalabros ha producido en la clase obrera española y cuya administración y funcionamiento ha sido siempre y continua siendo un misterio

En la proposición citada se habla con sobrada falsedad de la evolución de toda la organización obrera nacional e internacional hacia la tendencia de la Confederación Nacional del Trabajo y por consiguiente de la Sindical Roja de Moscú, cuando es sabido que la tal evolución se está operando en sentido a la Internacional de Amsterdam, que representa a 30 millones de federados y a la cual pertenece la Unión General de Trabajadores de España con 240 mil, siendo el organismo obrero nacional más potente y de una historia diáfana y de todo el mundo conocida y admirada por su labor seria y fecunda.

Que los Sindicatos de la Casa del Pueblo acuerden cada uno de por si el ingreso o no a los distintos organismos nacionales existentes es cosa que no la discute nadie, pero que se pretenda obligarles a ello mediante un acuerdo de un Congreso valiéndose de una mayoría de dos o tres sociedades nominalmente numerosas, sería una tiranía y un ataque a la autonomía colectiva de los sindicatos que no podría tolerarse, ni lo tolerarían seguramente, las entidades celosas de su libertad.

Además tendría un acuerdo de tal naturaleza el inconveniente funesto de producir inmediatamente la división de los sindicatos y de ello sería responsable el Comité Central, por no haberlo sabido evitar haciendo uso de sus facultades reglamentarias.

SEGUNDA PROPOSICIÓN: ¿No sería un beneficio para la organización que las entidades políticas no estuvieran en contacto con las demás entidades económicas y de educación y por lo tanto que estuvieran fuera del mismo local?

En la primera proposición se ve clara la tendencia de incorporar habilidosamente la sociedades de la Casa del Pueblo a la política partidista del comunismo y del sindicalismo, que son dos fuerzas conjuncionadas contra los socialistas, y en la segunda se ve más clara aún la misma tendencia. Quieren a todo trance expulsar la Agrupación Socialista del local de la Casa del Pueblo par mangonear sin estorbos, es decir, para hacer su política. Pero habéis hecho tarde, amigos. La Agrupación Socialista del local de la Casa del Pueblo tiene derecho de local escriturado y ni cien congresos la privaran de éste derecho, que fue otorgado por el donante de la Casa del Pueblo y reconocido y aceptado por todas las entidades que firmaron la escritura de donación que no pueden volverse atrás aunque quieran.

De modo que ya lo sabéis, comunistas y sindicalistas, la Agrupación Socialista está en su casa y de ella no se mueve; si no queréis convivir os vais con la música a otra parte, y otra vez aprender a leer y no tocareis el ridículo.

TERCERA PROPOSICIÓN: “¿No seria conveniente que las entidades obreras de Palma rechazaran el donativo de la Casa del Pueblo por D. Juan March en la forma que está hoy la escritura, y al mismo tiempo la subvención del alquiler de la que hoy ocupamos?.

Eso si que es querer jugar con la seriedad obrera. Después que la nueva Casa del Pueblo está casi terminada y cuyo donativo fue aceptado por unanimidad y la escritura de donación firmada por casi todas las Sociedades, incluso por el actual presidente de la Federación Local, ahora se pretende rechazar el donativo por la forma en que está hecha la escritura, es decir, porque los que forman el Patronato o Comité administrativo no son comunistas ni sindicalistas. Pero ¿es que no saben los que tal enormidad pretenden que el edificio de la Casa del Pueblo es de toda la clase obrera y no es de nadie, sin que, una vez aceptada por medio de la escritura pública se pueda rechazar, ni vender, ni enajenar, ni destinar a otros fines que a cobijar a las sociedades obreras para que allí dentro vivan, se desenvuelvan y eduquen? ¿No comprenden que un Congreso no puede, sin cometer un descomunal tontería, tratar de anular un derecho que desde el momento en que quedó hecha la escritura es eterno de la clase trabajadora y no de una o varias de sus asociaciones? Se necesita estar dementes para poner a discusión, unos cuantos individuos, si se ha de rechazar una cosa que no es materialmente suya y sobre la que tiene derechos contraídos toda una clase. Lo único que cabe es que si alguien tiene escrúpulos de usufructuar ese derecho puede abandonar la Casa del Pueblo e ir a cobijarse en otro sitio. A eso si que tienen perfecto derecho los escrupulosos e inmaculados comunistas y sindicalistas, aunque ese escrúpulo haya nacido solamente desde que se han convencido de que por encima de sus mangoneos habrá un Patronato que pondrá orden a su desorden.

En resumen: La celebración del flamante Congreso Extraordinario es una maniobra de sindicalistas y comunistas para hacer juguete de sus caprichos y tonterías a la clase trabajadora, aleándose del contacto y la influencia de los socialistas, únicos que les pueden hacer fracasar sus planes dislocados. A esta maniobra deben contestar las Sociedades Obreras de la Casa del Pueblo no asistiendo siquiera al citado Congreso ya que tiene que tratar sobre proposiciones absurdas que a la práctica no pueden prosperar de ninguna manera. Dejen al Comité Central y sus adláteres que hagan el ridículo solos y qye se vayan del local si no lo quieren. Desde luego, acuerden lo que acuerden éste continuará siendo de las sociedades obreras y mal que les pese en él convivirá la Agrupación Socialista, porque es tan suyo como de cualquiera otra entidad, y mucho más que de la entidad comunista, que si vive allí dentro es por conmiseración de las demás entidades y no por derechos adquiridos en la escritura. Sépanlo bien los comunistas y quienes han leído el citado documento por los forros.

Antes de dar un paso hay que ver donde uno mete el pie para no dislocárselo o caer en un abismo, que es lo que les está sucediendo a los organizadores del Congreso de marras.

EL OBRERO BALEAR nº 1042

16 de febrero de 1922

 

JUGANDO CON LA SERIEDAD OBRERA - ¿Quiénes son?

CULTURA OBRERA nº 132

    25 de febrero de 1922