LAS SUBSISTENCIAS
Hay que ir a la municipalización
Ya no es que no existan, a mi juicio, las
condiciones materiales para resolverlo, o al
meno atenuar la gravedad de sus efectos, lo que
faltan son las condiciones morales para aplicar
el remedio con eficacia. En España —debemos
confesarlo con tristeza y amargura— los que
rigen sus destinos, no tienen capacidad, ni
voluntad, ni inspiran confianza a nadie para
disponer medidas de efectividad positiva y
salvadora.
La ley de subsistencias, aunque incompleta es
hermosa escrita en el papel, pero no ha pasado
de ser una bondad teórica sin resultados en la
práctica. En ninguna parte, que yo sepa, se ha
cumplido por falta de esa capacidad y de esa
voluntad en los encargos de hacerla cumplir.
Ningún resultado han dado tampoco la multitud de
disposiciones que después de promulgada la ley
se han dictado al indicado fin. Y es que, aparte
de que tanto cúmulo de disposiciones
gubernamentales, contradictorias ente sí
algunas, ya es un hecho que por si solo revela
la falta de base y orientación en el asunto, al
tratar de ponerlas en vigor tropiezan con los
intereses creados de los grandes terratenientes,
acaparadores y traficantes, intereses que están
en pugna con el interés público y que son
salvaguardados por los jefes políticos de sus
localidades y provincias respectivas quines a su
vez cuentan con el apoyo de los diputados y
ministros en Madrid, a los que exigen amparo y
protección para dichos intereses a cambio de
haberles dado los votos para elevarlos al cargo
que ocupan.
Así resulta que las tasas no son más que una
farsa, un engaño que se hace al pueblo
consumidor, pues además de aplicarse mal no hay
el propósito de hacerlas cumplir.
Cuatro años llevamos en el régimen de las tasas
y lo único que se ha obtenido ha sido el
encarecimiento de la vida. Y no solo se ha
conseguido esto, sino que todos los artículos
tasados son objeto de mil conflictos cada día
entre vendedores y consumidores.
Y después de este fracaso tan notorio, tan total
y colosal de todos los gobiernos, de todos los
Comisarios generales llamados de abastecimientos
y de todas las Juntas provinciales de
subsistencias para alcanzar el anhelado
abastecimiento, en vista de que todo lo
legislado en este sentido ha resultado letra
muerta y una comedia ridícula todo el tinglado
de organismos oficiales que en derredor de las
subsistencias se han creado, ¿es lógico, ni
serio, esperar soluciones prácticas de esos
organismos y de sus disposiciones? ¿cabe tener
confianza alguna en resolver o aliviar el
problema siguiendo por este camino? Los hechos
demuestran que no.
Nosotros entendemos que nada, absolutamente nada
positivo se puede esperar de unas leyes que no
se cumplen ni de unos gobiernos que han
demostrado no tener la voluntad, ni la dignidad,
ni la capacidad, ni la autoridad para imponer su
cumplimiento.
Hay pues que prescindir de ellos y de sus
disposiciones y buscar soluciones en otros
campos de acción.
Uno de esos campos es el de los propios
municipios. El Ayuntamiento de Palma, dentro de
sus propios medios puede y debe hacer lo mismo
que han hecho ya otros Ayuntamientos, esto es:
municipalizar la venta de los más necesarios
artículos de consumo adquiriéndolos directamente
del productor y facilitándolos al público al
precio de coste, salvando únicamente los gastos
de porte y venta, o aun sin salvar esos gastos,
pues si para el bien público hace falta mermar
los fondos municipales en unas miles de pesetas
hay que hacerlo sin el escrúpulo de que esto
signifique malgastar el dinero. Así lo ha hecho
el Ayuntamiento de Bilbao y así va ha hacerlo
ahora el de Mahón, que ya tiene aprobado por el
Gobernador de esta provincia un presupuesto
extraordinario exclusivamente para
subsistencias.
¿Hay en los concejales que componen nuestro
Ayuntamiento el espíritu ni la voluntad de ir a
la municipalización de que hablamos? No lo hay,
es más: creo que mis compañeros de Consistorio
con pocas o tal vez ninguna excepción, son de
espíritu contrario a que el Ayuntamiento, se
meta en asuntos de tal naturaleza. Pero el
pueblo y todos los periódicos y entidades que de
veras quieran ver algo práctico en materia de
subsistencias, deben infiltrarles ese espíritu
municipalizador de que carecen nuestros
concejales reconcentrando todos sus esfuerzos y
todas sus campañas a este fin,
Municipalización, municipalización y
municipalización, esto es lo que hay que
pedri a toda hora y en todo momento.
Todo lo que no sea esto y procurar el
abastecimiento público de todo lo que nos hace
falta para el consumo es y será siempre
tiempo
perdido, tiempo perdido y tiempo perdido.
Núm. 844, 12 de abril de 1918
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