Dios te perdona y te abandona

Pobre chillona y locuela Gaceta de Mallorca, tus himnos cantados el lunes de esta semana son propios de un demente o de un soñador de prebendas que no ha de alcanzar nunca.

Tú, pregonera falsa de himnos; tú, ensalzadora de victoria obtenida en Palma en las últimas elecciones; tú, con las grandes misericordias del Señor tres veces Santo que alardeas de una fuerza que no puedes poseer nunca, porque te vas aniquilando de día en día, muriéndote por consunción y que te enterraremos al panteón del olvido; tú, que empleas la compra de conciencias; tú, que imploras por medio de tus agenciarias beatas en el portal de las casas el voto de los ciudadanos; tú, empleando el confesionario para convencer a la mujer del obrero honrado para que el vote a los sicarios que han de representarle en el Municipio; tú, que empleas los viles ardides de la coacción para obligar a los hombres que te entreguen su conciencia; tú, que necesitas los patronos para que pongan un puñal en el pecho de sus obreros diciéndoles o votas esta candidatura o quedas sin trabajo.

Aún te atreves a cantar himnos por el triunfo obtenido por vosotros en Palma en las elecciones del domingo, dando gracias a Dios, cuando lo que tendrías que hacer sería conservarle en un urna de cristal expuesta al público para que viera tu desfachatez donde llega en estos momentos de muerte repentina para ti y tus secuaces.

Metes la pata del gallo de Morón afirmando que muchos electores de los tuyos no fueron a votar, y en cambio muy poco de los apaches dejaron de hacerlo.

Te encierras en un círculo tan estrecho, que tus quimeras y desvaríos no te dejan ver la realidad de la cosa.

Fíjate en toda España, y verás que tremenda derrota os habéis llevado los ordenistas. Sí, fíjate en las principales provincias y comprenderás cuan grande es tu desengaño.

En el continente que había la misma lucha que aquí, han triunfado los incendiarios, los que no pertenecen a la amalgama maura-neos, ni tampoco comulgan con las doctrinas católicas socialistas, sino muy al contrario, socialistas netos, republicanos y liberales.

Fíjate que en la capital de España, ni siquiera han querido ningún número de la pandilla Maura que actuase de monigote en el Municipio de la Villa y Corte.

Cuando esto sucede, son señales de río revuelto Gaceta, para ti y tus seguidores.

Por lo visto ha desaparecido de las principales provincias de España la mano tan poderosa del Señor que con tanto éxito os ha ayudado a vuestro preconizado triunfo de Palma.

En Barcelona no existe Dios porque no han salido triunfantes de las urnas los pocos católicos que allí se presentaban disfrazados y con tupé.

Zaragoza, cuna de una virgen milagrosa, han salido triunfantes 16 republicanos pero tal vez será porque la Pilar se marchó en los momentos del escrutinio a conferenciar con Dios que había huido del infierno pueblo barcelonés, y de este modo no pudo ejercer su poderío haciendo otro milagro.

Lo que es en Madrid, si que los dejó solitos Dios porque se las arreglasen como mejor pudieran, para escapar los interventores conservadores de los colegios antes de acabar la elección para no verse en ridiculez y tener que confesar ante un público compuesto de incendiarios, apaches y asesinos de que su Dios les había abandonado para reunirse con sus contrarios, y de este modo demostrarles que ellos únicamente tenían la culpa y no se hacían merecedores de un compañero como Dios, porque Dios siempre está al lado de lo justo, pero nunca de parte de gente maleante y compradora de conciencia como hizo Judas al vender a Cristo por 13 dineros.

Ya puedes entonar Te Deums laudamus para la otra que se avecina; grita Gaceta con toda la fuerza de tus pulmones la ayuda del tan poderoso Dios justo, porque por mucho que grites no vendrá, está con nosotros, con los justos, con los justicieros: os ha abandonado porque os servisis de él como mercaderes de su bondad. Explotabais al pueblo inocente en nombre suyo; os ha comprendido por fin vuestras intenciones, le hacíais vuestro esclavo.

Dios está con nosotros. 

EL OBRERO BALEAR

Núm. 406, 18 de diciembre de 1909

 

fideus/