En el Ayuntamiento

 Desde hace algunas semanas nuestros concejales parecen estar animados de buenos propósitos en lo que se refiere a subsistencias.

 

El Sr. Llompart, sobre todo, viene realizando una campaña muy enérgica en tal sentido que nos complacemos en reconocer meritoria y de gran alcance para el público. De seguir por el camino emprendido el concejal jaimista y de apoyarle como es debido los demás ediles se llegará a un resultado práctico.

 

La campaña contra el contrabando de artículos alimenticios y contra los propósitos de la Compañía Isleña Marítima de aumentar las tarifas de transporte en un 50 por ciento, ha logrado interesar al público y a que el Ayuntamiento salga a la calle en manifestación a exteriorizar su protesta contra dicho aumento, por ser  a todas luces injustificado e implicar un nuevo encarecimiento en las subsistencias.

 

Así es como se lucha bien y como se va al triunfo. En España está demostrado que los gobiernos no atienden a la justicia ni a las necesidades públicas hasta que la opinión se impone a esos gobiernos y le arranca por la fuerza lo que de buen grado no han querido dar.

 

Estamos cansados de pedir en vano y ha llegado el momento de exigir. El orden y equilibrio de las cosas en nuestro país no se establecen más que por el desorden que los mismos gobiernos provocan desde arriba en los de abajo.

 

Ante calamidades públicas como las presentes, ocasionadas en gran parte por compañías poderosas y acaparadores sin conciencia, que tienen la protección oficial y que gracias a ella pueden traficar y enriquecerse a costa del hambre y el malestar general, todo acto o acción colectiva que se realice, por violenta que sea, con tendencia a extirpar el mal que padece la generalidad de los españoles, no sólo están justificados, sino que son altamente saludables y patrióticos.

 

¿Qué derecho tiene un marqués de Comillas o un Juan March, por ejemplo, de amontonar millones explotando las circunstancias de la guerra, mientras los demás españoles gimen bajo el peso de estas mismas circunstancias y, en virtud de aquella explotación? ¿Es que los intereses particulares valen más y merecen mayor respeto que los intereses de todos?

 

Si las pretensiones de la Isleña Marítima progresan, y ello no nos extrañaría, se podrá decir con mucha razón que el gobierno es un esclavo servidor de Verga y compañía y un enemigo y traidor de los intereses generales de Mallorca.

 

Para que esto no suceda debemos velar y estar arma al brazo todos los mallorquines y principalmente los trabajadores.

 

Por esto aplaudimos el acuerdo del Ayuntamiento de convocar una reunión magna de fuerzas vivas y una manifestación de protesta contra aquellas pretensiones, a la cual debe acudir y acudirá seguramente todo el pueblo palmesano.

 

EL OBRERO BALEAR

Núm. 828, 21 de diciembre de 1917

 1917 / Llorenç Bisbal Regidor de l'Ajuntament de Palma

CRISIS DE SUBSISTÈNCIES