Pere J. García: “Todos los gobiernos la han tomado con los libertarios Afronta su trabajo entre papeles con el mismo espíritu del minero en la mina: cuando abre una galería ya piensa en bajar más abajo. Pere Josep Garcia (Pollença, 1983) se licenció en historia (UIB, 2008) y ha realizado sendos másters, en la UNED y en la UOC, sobre métodos y técnicas de investigación histórica y resolución de conflictos armados. Forma parte del "Grup d'Estudis Llibertaris Els Oblidats". Francesc Tomàs Oliver (Palma, 1850-Madrid, 1903) fundó "El Obrero" (1869-1870), que fue la primera publicación centrada en la problemática obrera editada en Mallorca y una de las primeras de España. En el congreso libertario de Zaragoza (1872) saldría catapultado hacia la secretaría general de la AIT. Presidió el congreso de Córdoba (1873) y participó en el levantamiento popular de Alcoi (1873). Años más tarde, participó en la fundación de la Federación de Trabajadores de la Región Española (1881) y continuó siendo un referente obrerista hasta su muerte. Por su parte, Bernat Pou Riera (Mancor de la Vall, 1896 - París, 1956) fue un destacado líder de la CNT, amigo de García Oliver y de Jaume Rosquillas Magrinyà (Jaume R. Magriñá) con quien escribió y publicó "Un año de conspiración, antes de la República" (1933). Al estallar la Guerra Civil fue nombrado secretario del Ministerio de Propaganda. Y a partir de 1939 se exilió en Bélgica y, posteriormente, en Francia.
Hablamos del anarquista Miquel Beltran (Inca, 1910-1935) y del movimiento ácrata en Mallorca. Me dice: Pere
Josep Garcia.- Pese a que murió muy joven, Beltran
dejó una estela que merece la atención de los historiadores.
Nosotros, desde "Els Oblidats", hemos colaborado en la
publicación de "La llibertat contra el poder", un libro
que recupera la conferencia del mismo título que impartió en
Inca, en 1932, y una novela corta titulada "Violeta".
“Lo cierto es que su destino estaba fatalmente marcado: si no se lo lleva por delante la tuberculosis, no hubiera sobrevivido a la represión fascista"P.G. - Quién sabe. ¡Si murió con veinticinco años...! Estaba muy influido por Kropotkin y sus tesis en torno al comunismo libertario. ¿Qué hubiera podido aportar a la literatura...? No lo sé. Lo cierto es que su destino estaba fatalmente marcado: si no se lo lleva por delante la tuberculosis, no hubiera sobrevivido a la represión fascista. Inca era conocida como la cuna de los libertarios.L.C.- En Santa Catalina también hubo anarquismo. P.G.- Sobre todo entre los pescadores. A Ramon Ausó Chacopino lo asesinaron en el treinta y seis... Precisamente en el treinta y seis, poco antes de que estallara la guerra, se inauguró un ateneo racionalista, en un primer piso de la calle Pursiana, lo que demuestra que, efectivamente, había una cultura anarquista importante. Claro que también la había en la Soledat, que contaba con un ateneo, en Son Nadalet, desde el treinta y cuatro. L.C.- Hábleme del internacionalismo. P.G.- ¿Qué puedo decirle...? Para todos ellos la solidaridad era un credo. Cuando se produjo la revolución mexicana, las páginas de "El Rayo" no hablaban de otra cosa. ¡Y era un semanario fundado por los albañiles palmesanos...! Hacían colectas continuamente. Para la viuda de El Noi del Sucre, para los presos políticos... No callaban ante ningún tipo de opresión. ¿Conoce la historia de las puertas de la Modelo...? L.C.- No. P.G.- Tenían que repararse y las autoridades de Catalunya decidieron que la reparación se hiciera en Palma para evitar el boicot de los obreros catalanes. Pero los libertarios mallorquines se enteraron y también llamaron a la huelga general, de manera que el ejército tuvo que responsabilizarse de descargarlas y de trasladarlas del barco al taller. L.C.- ¿A qué taller? P.G.- A uno de la UGT. ¡Nada le digo del jaleo que se armó...! Aunque el jaleo, por uno u otro motivo, era el pan de cada día. También hubo huelga general en febrero del treinta y dos, cuando el gobierno español deportó a un grupo de anarquistas catalanes a Villa Cisneros. Y lo mismo ocurrió unos meses después, en junio... L.C.- ¿Otra huelga general...? P.G.- Ya lo creo. Para oponerse a las resoluciones de los jurados mixtos. Fíjese que en ninguno de estos casos se paró para reclamar aumentos salariales, sino por solidaridad. Desde "Els Oblidats" estamos descubriendo un mundo tan ignorado como atractivo. Cuando en 1870 se constituyó la Federación Regional Española, Barcelona, Madrid y Palma fueron las ciudades con mayor participación. L.C.- Palma era una ciudad pequeña. P.G.- Pues igualó a Madrid en afiliados. Noticias como ésta son sorprendentes, porque nos obligan a dudar de la historia que nos han contado. ¿Mallorca isla de la calma...? Qué va. De calma, nada de nada. L.C.- Habrán recuperado la biografía de Francesc Tomàs. P.G.- Ha sido fácil, porque fue un personaje clave a nivel estatal. Tenga en cuenta que llegó a ser secretario general de la Asociación Internacional de Trabajadores, la célebre AIT que fundara Karl Marx. Luego está Bernat Pou, que en el treinta y seis fue nombrado secretario del Ministerio de Propaganda, una invención de Largo Caballero. L.C.- ¿El Ministerio...? P.G.- Claro. Hacia el final de la guerra, Negrín lo suprimiría. Pero en los comienzos tuvo un gran peso en la política exterior de la República. Pou se movía entre Barcelona y Madrid. Cuando Nehru viajó a España como observador internacional, lo recibió Pou. Y en las exequias de Durruti, fue uno de los que tomaron la palabra. L.C.- ¿Puede considerársele un hombre de acción? P.G.- Pienso que sí. En un diario de derechas, de antes de la guerra, sale fotografiado en primera página y se le tilda de anarquista peligroso. En aquellos momentos, foto y leyenda equivalían a una sentencia de muerte. L.C.- Centrémonos en Miquel Beltran. En el libro han añadido, a manera de prólogo, un artículo de Gabriel Buades. P.G.- Porque fueron grandes amigos. Ya había sido publicado, en el treinta y cinco por el grupo "Sol y Libertad". ¡Quién iba a vaticinarlo...! Meses después Buades sería asesinado. ¿Se lo he dicho...? L.C.- Sí. P.G.- Sus archivos también se perdieron. Probablemente la familia los destruyó para evitar represalias. Los libertarios combatían abiertamente los valores de la derecha y, la derecha, no les perdonaba. Momentos antes de morir, Beltran expresó el deseo de ser enterrado civilmente. Fue el primer entierro, en Inca, sin curas ni cruces. Y acudió un gentío. L.C.- ¿Por el morbo...? P.G.- Probablemente. Para la beatería aquello fue un escándalo. Pero Miquel Beltran había sido un hombre libre. Y la libertad exige rebeldía. L.C.-... P.G.- Le cito uno de sus artículos. Escribió: "El poder siempre tiene un grillete para las manos, una mordaza para la boca, una cárcel para el innovador y un patíbulo para el apóstol". Ultima Hora, 16/10/2010 Entrevista realitzada per Llorenç Capellà |