Gabriel Alomar y el socialismo español 

Lectores asiduos de EL SOCIALISTA y de JUSTICIA SOCIAL íbamos contemplando, desde cierto tiempo a esta parte, con profundo dolor, como las relaciones entre órganos de una misma causa iban agriándose por momentos. No señalamos culpas, destacamos el hecho. Afortunadamente esa lamentable situación habrá desaparecido a juicio nuestro. El milagro lo habrá realizado un gran socialista, un gran pensador, a quien deberán gratitud los socialistas catalanes y los socialistas de habla castellana

Gabriel Alomar acaba de publicar en JUSTICIA SOCIAL un admirable artículo señalando la posición del socialismo catalán de manera precisa, sin el más pequeño equívoco. El artículo de nuestro admirado amigo producirá, sin duda, el efecto, excelente y deseado, de borrar asperezas entre hermanos de un mismo ideal.

Palabras fraternas es el título del artículo que comentamos y, nuestro gran amigo sin olvidar un momento ese grato lema razona su tesis, apunta sus divergencias y señala su posición, con gran alteza de miras, sin herir sentimiento alguno, bien al contrario, proclamando la buena fe y la moralidad del divergente. “No querríamos que quedase ningún enojo en nuestra pequeña divergencia con los socialistas de habla castellana. La más clara señal de fortaleza es la posibilidad de las diferencias accidentales en una gran familia política. El Socialismo, partido de libertad, abre las puertas ampliamente, al libre examen. Nosotros no hemos dudado nunca de la buena fe de los compañeros que han creído oportunas ciertas ductilidades que no podemos aceptar. Combatimos la doctrina, pero no la moralidad.

Las divergencias de Alomar con la táctica del partido socialista español son harto conocidas por haberlas hecho públicas. Alguna de ellas merece nuestra completa aprobación. Alguna otra no nos atreveríamos a suscribirla. Si mal no recordamos algo hemos escrito en EL OBRERO sobre este asunto.

Pero esas divergencias sobre cosas accidentales en vez de dolernos nos complacen. Nada tan deprimente, tan humillante, como la terrible y pesada homogeneidad de opinión de los antiguos partidos. Ni siquiera por pudor o por estética se simulaban discrepancias. La visión personal del jefe era la opinión del partido que como manso rebaño acataba todas sus decisiones. El sistema era cómodo pero envilecedor.  Anular su propia conciencia, su propio pensamiento, ante la conciencia y el pensamiento del jefe es abdicar de los atributos más dignos de la persona y colocarse al nivel de los irracionales.

En un partido democrático no puede ocurrir eso, Un partido así constituido no puede vivir sin el calor, sin el estímulo de divergencias y de rebeldías espirituales que le sirven de acicate poderoso, que le obligan a rectificar posibles yerros o a ratificar su posición. Son avisos, toques de alarma que hacen meditar a los dirigentes de un partido y que salvan muchas veces el decoro y la pureza de ese partido como las herejías purifican casi siempre las religiones.

La aspiración de Alomar de levantar sobre la naturaleza catalana una concreción personal del socialismo, merece nuestra conformidad y nuestra aprobación En Cataluña no ha podido arraigar hasta ahora el socialismo. El anarquismo, el lerrouxismo y el sindicalismo han hecho en Cataluña una obra altamente destructora e incivil. Han envenenado el alma del proletariado catalán, han halagado sus pasiones en vez de educarlo, de capacitarlo para sus futuros destinos. Y hoy la clase trabajadora de Cataluña, la más numerosa de España, tal vez la más valiente y abnegada, familiarizada con la lucha y el dolor paga injustamente, completamente desorganizada, las culpas de sus falsos conductores. En esas condiciones ¿por qué no hemos de ver con buenos ojos que nuestros compañeros catalanes que conocen mejor que nadie el alma del proletariado catalán, que hablan su misma lengua, que se sienten atraídos por el mismo y fuerte espíritu nacionalista, intenten organizar esas fuerzas dispersas y llevarlas al socialismo, imprimiendo a ese socialismo un carácter peculiar, de conformidad con su raza, con su lengua y su nacionalidad?

“Esos generosos intentos deberían encontrar la fuerte ayuda de nuestros compañeros de lengua castellana. Siendo el socialismo un movimiento que tiene su principal fuerza en la solidaridad universal, sería absurdo un socialismo de desintegración y rencor étnico. El impulso de federación hacia nuestros compañeros de todo el mundo, comenzando por los inmediatamente ligados a nosotros, es vivo y firme en el corazón de los que sinceramente nos siguen”.

Si esas palabras nobles y elevadas reflejan, como suponemos, el pensar y el sentir de los socialistas catalanes, no vemos manera hábil de sustraerse a ese requerimiento, de rechazar la mano que generosamente se ofrece. Es hora de unir no de separar. Se acercan días de gran responsabilidad para nuestro partido. “Cada día más –dice Alomar, en el partido socialista español va formándose una conciencia: la de que está llamado a sustituir el inexistente o destruido organismo liberal”- Preparémonos para ese día olvidando agravios y rencores impropios de quienes sinceramente sientan el socialismo que es postulado de paz y de amor. 

Por nuestra posición especial, por ser catalanes de Mallorca, por hablar el catalán, por nuestra simpatía por los sentimientos nacionalistas de Cataluña, por ser Alomar orgullo de nuestra tierra, somos los primeramente obligados a conseguir el abrazo fraterno entre socialistas catalanes y castellanos. Si de nosotros dependiera de buen grado cogeríamos la mano de Besteiro y la encajaríamos fuertemente en la de Alomar.- J

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En el fondo estamos conformes con el artículo que antecede de nuestro querido correligionario Alejandro Jaume, pero hemos de hacer una salvedad: la de que los socialistas palmesanos, además del ideal nos debemos a la organización y disciplina del Partido Socialista Obrero Español y por consiguiente no podemos dar trato de socialistas militantes a los que no estén incluidos en su filas y obligaciones. Reconocemos la conveniencia y la necesidad de la divergencia de opiniones, pero no de diferentes partidos de una misma doctrina o escuela. Como buenos liberales aceptamos el examen y la critica, siempre que sea honrada, de las actuaciones y de la doctrina misma, para depurarlas, pero como buenos demócratas nos sometemos a las normas y acuerdos que por mayoría se toman en nuestros congresos o asambleas nacionales. Y mientras esas normas y acuerdos no sean cambiados por una de dichas asambleas, ni este periódico ni la Agrupación Socialista de Palma de que es órgano, podrán reconocer en Cataluña otros correligionarios ni otras entidades socialistas que las que están adheridas al Partido nacional y cumplen todas sus normas y obligaciones.

Ello no obstante quisiéramos, y esperamos, que en el primer congreso que nuestro Partido celebre será planteada la cuestión socialista catalana y resuelta de modo conveniente a las ideas y a base de un solo partido unificado. N. de la R.

EL OBRERO BALEAR nº 1240

15 de enero de 1926