|
¡Embustero …! ¡Felón! La primera condición del hombre honrado es la sinceridad; la mentira, la felonía y la calumnia únicamente son propios de malandrines, cuando más grande es el ideal más se empequeñece cuando el que dice profesarlo es en el fondo un embustero como por ejemplo de la laya del insigne Bisbal el de las harinas. Sintiendo muy mucho el tener que ocupar espacio en un periódico doctrinal como es este, me veo obligado a ello para dejar bien sentada y manifiesta la deslealtad e insinceridad con que se ha conducido el “caudillo obrero” en la sucia polémica que me obligo a aceptar al tratar de zaherirme groseramente. Es un despreciable embustero y sino pruebas al canto: le pregunto cuanto le dieron para ser cómplice de negocios sucios con la burguesía; me responde que me lo dirá cuando yo le manifieste en público la paga que se me dio para entregar a los obreros de La Mallorquina y Cabrer, le contesto con la verdad que se encierra en una sola palabra: el “boycot”, vuelvo a preguntarle pero no contesta … Y ¡cómo ha de contestar! No me extraña el que en vez de ser tan categórico como yo se salga por peteneras, porque en este negocio quedó el bueno de Bisbal tan chiquitito ante el Ayuntamiento, que tuvo que aguantar las pullas y chirigotas de los concejales más reaccionarios, nada menos que él, ‘el gran Manitú de la tribu social-traidora mallorquina! Y otra preguntita: ¿cuánto le dio el señor March para que Vd., sostuviese en el Ayuntamiento de que el no era contrabandista? Mientras esperamos la contestación he de manifestar de que no me entretendré en refutar al de las harinas todas las ridiculeces que vierte en la “B., Balear”, pues es el colmo del ridículo el afirmar que ¡yo di la razón a un jesuita!, que yo estuve asociado en un club católico! y por último que fui a prometerle de no ir más al patronato. ¡Como si yo hubiera tenido que dar cuenta a nadie de mis actos! …. Lo dicho, eses hombre no merece otros epítetos que los de Farsante, Embustero y Felón. Núm. 15, 15 de abril de 1922
|
