De la Asamblea Socialista – J.M. Parets

También en Mallorca sonaron los vientos comunistas y otra división de las fuerzas proletarias viene a debilitarlas para la acción. Cual si de nuestro campo hubiera huido el sentido común, pareceremos empeñados en anularnos y en destruirnos. Somos los conejos de la fábula destinados a servir de festín a los perros de la burguesía.

Por si hemos de ser socialistas más o menos revolucionarios, sindicalistas templados o furibundos, anarquistas de esta u otra clase hemos venido a parar en la nada y llevado a la desorientación a nuestra desvalida clase obrera, que no sabe ya que rumbo seguir ni que partido tomar. 

¡Y con razón empieza ya a estar asqueada! Por que nuestras divisiones no tienen por causa únicamente diferencias de principios y de táctica. Si así fuera, les concederíamos escasa importancia, puesto que si cada grupo dedicara su actividad a la defensa de lo que debieran ser sus ideales y procedimientos, y sus luchas y ataques fueran contra el común enemigo, aunque la falta de unidad esterilizara muchos esfuerzos, algo asimismo conseguiríamos. Pero no, aquí lo interesante es tirarnos los trastos a la cabeza; el periódico y la tribuna, antes poderosos elementos de combate contra el adversario, no sirven ahora ya para maldita la cosa como no sea para injuriarnos, para manifestar odios y escupir vilezas. ¡Bonita manera de ilustrar a la clase obrera y de unirla fraternalmente por el amor y el compañerismo!

A eso queda reducido hoy todo el revolucionarismo de ciertas gentes; a insultar grosera e impunemente a honrados compañeros, a derrochar estridente verbalismo y hueca palabrería, poniendo de manifiesto ruindades y bajezas, viles sentimientos que urge, por higiene, eliminar de nuestro campo. Porque lo que se está haciendo no es socialismo ni comunismo, ni sindicalismo, nada que se le parezca; es sencillamente tontería, estupidez, falta de sentido común y, en algunos casos, carencia absoluta de hombría y de vergüenza.

Y con eso no debe transigirse un día más. Puede transigirse con los hombres de corazón llámense sindicalistas, anarquistas o comunistas; pero no con malvados e imbéciles cuya perniciosa influencia en la organización obrera se traduce en los mayores fracasos y torpezas. Urge, pues, no hacer más el ridículo prestando atención a ciertas gentes, que, cuando no insultan, pierden el tiempo en torneos y plagios filosófico-científicos que no entienden ellos, no entendemos nosotros, ni importan tampoco nada para organizar a la clase obrera y prepararla para la lucha.

Al Partido Socialista tócale a partir de la Asamblea celebrada emprender la obra de organizar y reorganizar política y socialmente a la clase obrera de Mallorca. Y no pretenda al hacerlo, porque lo leyó en los libros, trasplantar íntegramente y sin enmiendas principios y métodos de lucha que no se acomoden al ambiente social y momento histórico de cada pueblo. No seamos en lo sucesivo demasiado dogmáticos e idealistas, porque inútil ha de ser nuestro empeño y estéril nuestra lucha para la realización de nuestras aspiraciones, sino tomamos siempre por base la oportunidad y la posibilidad al hacer las cosas. En la observación del vivir diario, en el estudio de las realidades, en el carácter y modo de ser de nuestros hombres y de nuestras cosas debemos inspirar nuestros actos y atemperar nuestra acción.

Está bien que nos entreguemos a los goces del espíritu elevándonos a las más altas regiones de lo ideal; que forjemos en nuestra mente futuras sociedades basadas en la justicia y soñemos, si se quiere, en la destrucción del régimen y en la implantación del nuestro para mañana mismo; pero tengamos en cuenta siempre al tener que accionar que entre lo que es y lo que debiera ser media una gran distancia. Acortarla por la labor diaria y la diaria conquista es acercarnos al ideal deseado.

Y lo primer que debiera ser y no es en Mallorca e una vigorosa organización obrera preparada y disciplinada para la lucha.

Y lo que es y no debiera ser es el perder lastimosamente el tiempo en vanas y ridículas discusiones, en intestinas luchas que nos deshonran.

J.M. Parets

Lluchmayor                   

EL OBRERO BALEAR nº 1008

24 de junio de 1921