1923 –  Cuestiones obreras / Sobre la Casa del Pueblo – Bartolomé Albertí

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Palma 8 de Agosgto de 1923.

Señor Director de LA ALMUDAINA.

 

Muy señor nuestro: Una vez más acudimos a Vd., seguros de su amabilidad, no negará insertar en el periódico que dirige, las siguientes líneas, en las cuales hemos procurado poner toda la claridad posible a fin de que la opinión sensata pueda juzgar razonadamente el asunto de la “Nueva Casa del Pueblo

 

Por lo que le damos las gracias anticipadas.- El Secretario general, Bartolomé Albertí.

 

Los Sindicatos “La Emancipación”, “Textil”, “Transportes” y comité “Confederación Regional Baleares” declaran no hallarse dispuestos a hacer el juego a nadie ni meterse en libros de caballerías. Sobre la Casa del Pueblo nos referimos y no a lo que le plazca al presidente del Patronato.

 

Lo que no pueden decir los difuntos lo dirán los supervivientes que aún alientan haciendo constar ante quien sea y a donde fuere, que la escritura de la nueva Casa del Pueblo fue firmada por sorpresa debido a los manejos del señor Bisbal, y esto lo prueba, el que tan pronto como un Sindicato pudo formar juicio cabal sobre el asunto por medio de una copia de la escritura, empezaron a escandalizarse los Sindicatos, hoy disconformes en ir a dicha casa.

 

¡Que obraron ingenuamente los que se entregaron con toda voluntad , a los planes del Patronato sin conocerlos, es muy cierto; pero esto solo dice que la bondad fue tanta por parte de los que ahora protestan, que precisa hubieran creído capaz al señor BisbalLorenzo Bisbal, y secuaces de tanto maleficio como el que encierra la escritura y el reglamento del Patronato.

 

El hecho más significativo de esta cuestión es que el señor Bisbal, y compañía vieran en esta Casa del Pueblo, no un templo en donde cobijar todas las sociedades obreras que lo deseen sin mirar en ideologías, ni escuelas sin espíritu sectario, con alteza de miras, dando amplia libertad y muestras de elevada justicia no; lo que vieron fue que la Casa del Pueblo les serviría de instrumento para sus fines partidistas pues teniendo dominio absoluto sobre la Casa del Pueblo por medio del Patronato, solo irían allí los elementos gratos al Partido socialista, los cuales, serían lo únicos en avenirse y pasar por alto los absurdos y desvergüenzas que presenta la escritura y Patronato en cuestión.

 

Y esto que decimos no es mera hipótesis, muy al contrario, es realidad palpable, pues a pesar de las declaraciones del presidente del Patronato hechas en este periódico de ver algún defecto en el articulado del reglamento, y dar en parte, la razón a los sindicalistas, según referencias en reunión reciente habida en la Casa del Pueblo, se opuso tenazmente a cualquier reforma en el reglamento por nimia que fuere, lo cual dejó entrever bien claro el propósito de los del Patronato de albergar solamente en la nueva Casa del Pueblo, a las entidades no enemistadas en la política del partido socialista.

 

No son los sindicalistas los que se oponen a la unión de los obreros, es precisamente el presidente del Patronato, el que parece interesado en que dicha unión no se efectúe al mantener a todo trance, un reglamento indigno y de oprobio para los trabajadores.

 

En cuanto al señor Jaume, debemos decirle que verdaderamente su memoria no es muy feliz y sí muy infeliz, pues cuanto le dijimos, hay quien lo mantendría en su presencia.

 

Sobre lo que dice que su “preocupación no se incluyera cláusula alguna que afectara a la dignidad ni a la independencia de la clase trabajadora, debemos decirle con toda sinceridad que no es de él de quien maliciamos, y que tampoco dudamos de su buena fe, pero del mismo modo que en la clase obrera se encuentran en gran número individuos de excesiva “bondad” a lo cual se ven fatalmente condenados por su condición de obreros, en la clase de los letrados se encuentran caso como el del señor Jaume, que ni obstante ser la escritura de la Casa del Pueblo una verdadera monstruosidad, él cree de todo corazón que es una buena “pieza”.

 

Cuando quiera el señor Jaume, dispuestos nos hallamos a sostenerles y demostrar en mitin público que escritura y reglamento son una befa para la clase trabajadora.

 

A fin de cuentas “La Casa del Pueblo” podrá parecer superficialmente casa para los obreros, pero visto el asunto desde cerca no es, ni será más que casa para un sector de la clase obrera y este hecho no desmerecerá, ni mucho menos, pues a juzgar por las mañas que se da el Patronato lleva camino de perdurar aunque pese a todo su hueca palabrería.

 

La Almudaina

10 de agosto de 1923