¡Las subsistencias!
Ya no es la carne –porque esto nos preocupa
poco- que nos veamos privados de comer, la leña
tiene un precio tan elevado que en la case de
los pobres de hace más que imposible poder
comprarla.
Lo mismo ocurre con las habichuelas, carbón,
aceite, y en fin todos los productos
alimenticios están subiendo de tal forma que
ponen carne de gallina al más despreocupado.
Nuestras autoridades navegan por la mar de la
tranquilidad, ni se preocupan del hambre que nos
azota, ni hacen otra cosa que tocar el violón a
dos manos.
No es en Palma solamente donde débese poner coto
a los innumerables abusos que cometen todos esos
traficantes del hambre nacional, hay que vigilar
los pueblos que es allí donde precisamente
radica el mal. Allí es donde los acaparadores
después de poner un precio convenido entre
ellos, lo acaparan y lo mandan a los puertos de
embarque expidiendo los alimentos donde mejor
les conviene a sus intereses.
La policía, ni la guardia civil no se mueven ni
hacen caso; esto nos hace sospechar que no
sirven más que para perseguir al pueblo cuando
este tiene el civismo de pedir un poco de pan
para entretener el estómago; la vida se está
haciendo imposible hay que tomar algún camino,
si los interesados en poner remedio a tantos
abusos –que somos los trabajadores- no nos
unimos podemos estar seguros que hasta a comer
mendrugos de pan nos veremos imposibilitados.
No quiero ser más extenso ni quiero enumerar un
sinfín de cosas que muy bien podrían incluirse
en este articulito como son los contrabandos que
se hacen de comestibles, las grandes partidas de
gasolina que se producen en la Petrolera del
Molinar ni ha donde se destinan de todo esto no
queremos hablar; lo único que nos resta decir es
que si nuestras autoridades competentes no
cumplen con su deber tendremos que hablar claro,
y téngase bien en cuenta que el hambre es muy
mala consejera y esta será el aguijón que nos
obligue a tomar resoluciones extremas
Rosafo
Núm. 825, 30 de noviembre de 1917
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