Justicia a la española (carbón)
Los hulleros asturianos vendían el carbón antes
de la guerra a 20 o 30 pesetas, según las
clases. Hoy lo expeden en bocamina de
En Francia, Inglaterra, Alemania, Italia hay una
tributación por beneficios extraordinarios de la
guerra, una tributación, que aumenta
progresivamente en razón directa a las
ganancias.
En España se intentó establecer una tributación
igual, más disminuída sin embargo en relación a
las demás naciones. Se negaron. Es más,
amenazaron al Gobierno. Y el Gobierno ante la
amenaza de las poderosas compañías calló, dejó
el proyecto en suspenso y en libertad a ellas.
Ni un Guardia Civil por la calle, ni una
bayoneta, ni suspensión de garantías, ni un solo
encarcelamiento. Respeto y humillación.
Por otra parte
Antes de la guerra los jornales con que se
remuneraban los trabajos eran de siete a veinte
reales. Estaban entonces las subsistencias a
precios baratísimos. Durante dos años de guerra,
por lo menos, siguieron rigiendo los mismos
precios. Después de los dos años, cuando se
percataron los trabajadores que el salario no
llenaba las exigencias de la vida, pidieron más
jornal. Se declararon en huelga.
Los Guardias civiles las bayonetas salieron a la
calle, para hacer respetar la propiedad que
nadie atropellaba. Se suspendieron las
garantías, se cerraron los centros, se
encarcelaron a los que con más tesón
manifestaban sus necesidades, se mataron a unos
cuantos huelguistas, hombres, mujeres y niños …
Con un real de aumento no se solucionó nada. Si
hambre pasaba el obrero antes de este aumento
irrisorio, hambre pasa después. Además faltaba
pan y falta pan; no había trabajos y menos hay
ahora. El pueblo protestó.
Y otra vez la Guardia civil, otra vez las
bayonetas, otra vez las matanzas, por pedir más
retribución, cuando hay unos centenares que
ganan sin tasa, lo que les da la gana.
Hé aquí la diferencia.
Los capitalistas respetados. Los obreros
atropellados. Los capitalistas hartándose contra
la ley. Los obreros ayunando por mandato de la
ley.
Sobre la huelga de albañiles La conducta de los patronos
La han aceptado únicamente porque la necesidad
de llevar pan a sus hogares les obligaba a
volver al trabajo.
Para los trabajadores albañiles la única
solución racional y justa es la que dictó la
Junta de Arbitraje propuesta por los patronos,
fallo que fue aceptado por la representación de
ambas partes litigantes y que luego los patronos
no quisieron acatar, disolviendo su Sociedad
para rehuir el compromiso contraído ante dicha
Junta y ante el público.
Memoria debemos tener los trabajadores para
recordar con indignación y asco este hecho
patronal inaudito. Jamás los obreros organizados
hubiésemos llegado a descender a ese terreno tan
ruin y bajo a que han llegado los patronos
albañiles.
¿Dónde está la formalidad y el decoro de dichos
patronos después del fallo de dicha Junta de
Arbitraje? ¿Cómo queda su dignidad y su nobleza
ante los obreros ante el público y ante los
señores presidentes de la Diputación Provincial
y Alcalde de Palma? ¿Cuál es el valor moral que
habrá que darse a sus palabras y a sus
compromisos?
Ninguno. Con esta huelga que acaba de resolverse
los patronos albañiles de la Unión Industrial
han quedado descalificados, su honor patronal
metido en una cloaca y su hidalguía envuelta en
la basura de un estercolero.
¡Trabajadores! Cada vez que os venga en memoria
la huelga de los albañiles pensad en la conducta
observada por los patronos y hacedles una mueca
de desprecio. No merecen otra cosa.
Núm. 839, 8 de marzo de 1918
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