Oponiéndose al avance España, la patria de los Padilla, Bravo y Maldonado, renace a la vida, abandona por momentos la actitud endeble y mansurrona que le privaba de toda libertad, poniéndole al nivel de los pueblos débiles e incapaces de toda obra de regeneración.
La España que vio en poco menos de un siglo separarse de ella con las armas en la mano transformándose en Repúblicas, aquellas vastas y fértiles regiones que nos legaron los Hernández Cortés, los Pizarro y tantos otros intrépidos capitanes que en los pasados siglos de las conquistas y descubrimientos pasearon triunfantes y orgullosos la enseña de la patria, el pabellón morado de Castilla.
Torpeza tras torpeza de nuestros gobernantes hicieron de aquellos países libres un feudo caciquil, en el que no imperaba otra autoridad que la del franciscano o dominico que les tocaba en suerte a aquellos infelices habitantes. Los atropellos sucedíanse continuamente, las iniquidades no tenían fin, vino lo que era de esperar; los serviles, los esclavos, tratados tan ignominiosamente comprendieron que el ser mansos y sumisos les perjudicaba grandemente, levantáronse en armas contra la Metrópoli, contra España; expulsando de aquellos sus territorios a los que en nombre de la civilización les habían arrebatado su libertad, convirtiéndoles en eternos esclavos en vez de ciudadanos libres como era de esperar.
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Bien pudiera decirse en la actualidad que el estado crítico de la España de hoy asemeja muchísimo al de aquellas nuestras hermanas, cuando despertaron a la realidad, a la vida; las circunstancias casi son las mismas, el pueblo español igual que aquél, cansado está de oír discursear a nuestros políticos estando en la oposición de la urgente necesidad de grandes y transcendentales reformas, que transformen por completo la vida, el estado económico de nuestra nación; pero esas promesas, esas reformas se evaporan cual espuma de cerveza, como dijo Maura, apenas se encuentran en lo alto del poder; esperando vanamente el pueblo lo prometido que nunca llega, como no llegaron a aquellos países sud-americanos, basta que sus sufridos habitantes tuvieran la osadía de tomarse la libertad de implantarlas a su gusto, de grado o por fuerza.
Por lo mismo los momentos actuales son de acción y no de reposo; de todos los confines de España brota el odio implacable contra los gobernantes españoles, contra la atrasada e ignorante Monarquía española.
Recientes las elecciones generales en las que los partidos de conjunción republicano – socialista triunfaron en todas las grandes poblaciones, recientes los centenares de mitins celebrados en toda la nación, en los que el pueblo español ha protestado virilmente de su malestar; y en los cuales –casi se puede decir- ha jurado derribar al régimen monárquico; causa principal de la privación de su libertad, único causante del atraso y de la miseria que reina hoy en todo el proletariado español.
Últimamente en el mitin monstruo celebrado en Madrid en el Frontón Central, los ciudadanos Pablo Iglesias y Melquíades Álvarez unidos en fuerte abrazo demostraron a la España reaccionaria que la Conjunción republicano – socialista sigue en pie de guerra, que lo que se formó como protesta de aquellos bárbaros fusilamientos e inicuas persecuciones ha ido tomando calor y vida, y es en la actualidad la fuerza política más fuerte y vigorosa que existe.
Por eso mismo es, que, estando en el poder la fracción más avanzada del liberalismo español, la que un día prometió en la oposición desarrollar un programa democrático – radical estando hoy en él apenas si se distingue en nada del partido conservador, que por poco anegó su sangre a la España entera.
Las salvajadas de Valencia, los atropellos de honrados ciudadanos, los escandalosos escamoteos de las actas de varios candidatos de la Conjunción que salieron triunfantes; demuestran claramente como practica la democracia el Sr. Canalejas, a no ser que su democracia sea continuación de aquella otra democracia liberal conservadora que puso en ensayo el ya célebre D. Antonio Maura y Montaner, heredero directo de aquel otro gran demócrata que pasó a la historia con el nombre de Torquemada.
A última hora y para desvirtuar o despistar en algo a las masas populares del verdadero camino de la revolución, el Sr. Canalejas ha lanzado a la publicidad por boca del ministro de la Gobernación Sr. Marino, una R.O. disponiendo que todas las Asociaciones religiosas que no están dentro de la ley se pusieran en regla, y como si esto no bastase, quiero también abordar el tantas veces soñado proyecto de la libertad religiosa, de la libertad de cultos.
¡Pobrecito! De ninguna manera puede llevar a la realidad a ninguna de sus antiguas promesas; prisionero de la reacción no puede moverse sin su permiso, a lo sumo si le dejan por conveniencias propias hablar de democracia – radical, de grandes reformas; para apartar al pueblo de la Conjunción republicano – socialista, y una vez conseguido su objeto lanzarse del poder por atrevido y perturbador, agarrándose ellos los revolucionarios el poder para continuar la interrumpida marcha hacia la Inquisición, hacia el fin de España.
Pero esta vez, el sufrido pueblo, ni tan sólo le oye, ni siquiera le escucha; pasaron para no volver más los tiempos de las promesas, la atención fija está en continuo avance de republicanos y socialistas; los cuales apenas abierto el hemiciclo español empezarán a dar la batalla a la reacción y a la democracia.
A.R.G
Núm. 432, 18 de junio de 1910
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