Insurrección de Octubre en Mallorca
Memoria Civil, núm. 7, Baleares, 16 febrero 1986
Alexandre Jaume
Es un hecho incuestionable que en Baleares, salvo pequeños incidentes aislados, el movimiento revolucionario de octubre no prendió en ninguno de sus pueblos. La Revolución vivió, solamente, en la espantada imaginación de las autoridades, que perdieron, desde el primer momento, la serenidad y tacto necesarios para el desempeño acertado de las funciones a ellas encomendadas.
Nuestro aislamiento geográfico dificultaba nuestra colaboración a un movimiento revolucionario, porque este necesitaba ser controlado constantemente para su buen éxito, ya que la táctica revolucionaria está sujeta a continuas variaciones que no hubiéramos podido secundar aquí, desconectados del resto de España.
La clase obrera de Baleares, además, no obstante la penuria de su vida, no ha conocido aún, afortunadamente, el desespero de la miseria, factor indispensable para engendrar el necesario arrojo revolucionario y su espíritu combativo se hallaba bastante quebrantado por una serie de huelgas, de larga duración, inoportunamente planteadas.
La clausura de la Casa del Pueblo dió lugar a una escena pintoresca: Detención de los retratos de tres ministros socialistas
La actitud pacífica y correcta observada por nuestra clase obrera, no fue, sin embargo, celebrada ni comprendida. Una vez más los partidarios de una política pacífica y conciliadora pueden apuntarse un fracaso. En Mallorca y en las restantes islas se efectuó una verdadera "razia", una verdadera caza al obrero.
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Bandos militares en las esquinas proclamando el estado de guerra y la aplicación de penas severísimas. Guardias de seguridad con tercerolas; fuerzas militares desparramadas por toda la ciudad; prohibición de formas grupos, cacheos, transeúntes con las manos arriba, como los gangsters sorprendidos sorprendidos, de las películas americanas; clausura de centros, registros, detenciones y vigilancia a voleo. Palma parecía presa de un pánico espantoso.
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Y luego, como remate de ese insano desbordamiento pasional, hileras interminables de ciudadanos rindiendo pleitesía a las autoridades militares para que sus nombres aparecieran en los diarios. El desocupado que se hubiera tomado la molestia de leer los nombres de esos "ciudadanos", habría quedado sorprendido leyendo los mismos apellidos de los que desfilaron ante las autoridades populares de la República, el 14 de abril, los mismos que registrará la prensa mañana desfilando ante los comisarios del pueblo ...
Sin motivo alguno justificado se emprendió una represión despiadada contra SOCIALISTAS Y COMUNISTAS. La alcahuetería, inexistente durante el bienio, entró de lleno en función y los monárquicos, tocados con gorro frigio, creyendo llegada la hora del desquite contra republicanos y socialistas, acudieron vergonzosamente a la soplonería.
Nuestra prensa correspondiente al 16 de octubre facilitó una nota del gobernador en la que se daba nota, como cosa más natural del mundo, como una futesa cualquiera, que había decretado la suspensión de todo el Ayuntamiento de Palma, designando una comisión gestora. Igualmente participaba la suspensión de todos los Ayuntamientos de las islas confortados por concejales de izquierda y socialistas, a saber: Cinco en Alaró, doce en Andratx, tres en Binissalem, tres en Llucmajor, uno en Lloseta, dos en Sóller, trece en Felanitx, seis en Calvià, cuatro en Marratxí, tres en Esporlas, uno en Ibiza y uno en San Juan Bautista.
Fundamentaba el gobernador, tan gravísima revolución, en argumento tan jurídico y civilista como el de que así lo hacia en virtud de "las facultades que le había conferido la autoridad militar
PALMA
La Comisión Gestora, caprichosamente nombrada, fue constituida por radicales, regionalistas, marchistas y cedistas. Forman, pues, dicha comisión quienes eran monárquicos el 14 de abril. Si la facilitación de elementos para la gestora, es grave para todos los partidos que incurrieron en semejante esquirolaje, mucha mayor gravedad reviste para el titulado Partido Regionalista.
"Lo lógico es que quien se titula pomposamente "regionalista" al ponerse en duda la competencia de un organismo regional, se incline siempre a favor de una mayor amplitud de facultades de la región autónoma".
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Desde la iniciación de la persecución pudo observarse claramente la táctica adoptada por las autoridades: concentrar en la capital todos sus odios contra el Partido Comunista y atacar en los pueblos a socialistas y republicanos de izquierda.
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La clausura de la Casa del Pueblo, locales de la sociedades obreras, agrupaciones socialistas y centros de izquierda, fue general en las tres islas y duró hasta después del levantamiento del estado de guerra, rigor jamás conocido en Mallorca. La clausura dio lugar a escenas pintorescas: retirar los cuadros de Largo Caballero, De los Ríos y Prieto, que han permanecido tres meses en la comisaría de policía"
VISITAS CARCELARIAS
Entre los visistantes no faltaba nunca la incansable propagandista Aurora Picornell. En un brazo una cesta de fruslerías para su compañero encarcelado, el terrrible Quiñones, el bu de la burguesía. En el otro brazo, una caricatura angelical, una niña de pocos meses, bella como el nombre de madre. La hermosa criatura asistía ajena a la tragedia que hería su propia y tierna carne".
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Me entretuve a escudriñar el pensamiento de los visitantes y de los presos. En todos vibraba una fuerte indignación. Ni uno solo hallé, con el ánimo deprimido. Esa dura prueba reanimaba el espíritu revolucionario. El Gobierno, con esta represión, en vez de ahogar las ansias revolucionarias, había sembrado un plantel fecundo de revolucionarios".
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De pronto los presos desaparecían de nuestra vista. Habían transcurrido, volando entre gritos y llamadas, los 30 minutos concedidos para la comunicación. Los visitantes salían, entristecidos, apenados, por el espectáculo. Un mismo pensamiento exteriorizaba todos los labios JUSTICIA. Quienes quedaban entre aquellos hoscos muros eran personas honradas; "quien quedaba allí no había cometido ningún crimen".
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La población carcelaria es numerosa: rebasa, en mucho, los cien reclusos. En el patio, gente del hampa, profesionales del robo. En la galería, políticos y sociales, banqueros que cumplen condena y los jóvenes de Santa Margarita que varen esbucar un ball.
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Después de la última formación, los grupos deshechos por la ordenanza se rehacen y al comento de los últimas declaraciones van formándose de nuevo los corros por afinidad de doctrina. Súbitamente se apaga la luz y queda la cárcel sumida en la oscuridad, que los discos rojos y fosforescentes de los cigarrillos cruzan en mil direcciones, que sumariados, el capitán instructor procesaría"