Conjunción republicano – socialista
De actualidad / Los radicales.
En el Congreso días pasados se discutió la gestión municipal que viene observando la mayoría lerrouxista en el Ayuntamiento de Barcelona. Los diputados catalanes Ventosa y Carner sintetizaron las aspiraciones de la Barcelona no fanatizada por D. Alejandro. Destruyeron con pruebas y detalles las defensas que de sus correligionarios hicieran con todo calor Lerroux y Emiliano Iglesias. Llevaron el convencimiento al ánimo de los diputados y de España entera de que la administración municipal barcelonesa es un tejido de ambiciones y de medro personal de los ediles raciales que sacrifican el interés de la ciudad en provecho de sus amigos y paniaguados y en el suyo propio. La aprobación de unos presupuestos de ingresos que se sientan sobre la clase obrera, por elevar desmesuradamente las subsistencias, pues gravan hasta la indigesta sardina, han promovido gran polvareda. Los fondistas u otros muchos gremios combaten en todos los terrenos los desastrosos presupuestos que aniquilan a la ciudad.
La concesión del monopolio de cal, yeso y cemento otorgado por largo tiempo a personas no peritas en la materia y que hasta dudamos si han sido nunca fabricantes de cal, yeso y cemento.
La aprobación contra fuego y mareo y arrastrando las iras populares que dieron los lerrouxistas al sucio negocio de la conducción de aguas fue el toque final que colmó la medida de los ciudadanos honrados y que se preocupan de la administración que de su dinero se hace.
De los tres o cuatro proyectos que para la conducción de agua se presentaron escogió el más caro, el más fabuloso, 64.000.000 acordó conceder el Ayuntamiento para llevar a cabo el proyecto de D. Gonzalo Rivas.
Desde la conferencia dada por el joven Guerra del Río en la Casa del Pueblo de Barcelona hace unos meses, combatiendo a la mayoría radical esperábamos el resultado. No el resultado de sus acusaciones porque siempre las creímos interesadas, como seguimos creyéndolo aún, sino la contestación que aria el pueblo a semejantes malversaciones del erario público.
Ventosa y Carner han dado la respuesta. Como consecuencia del debate sostenido en los escaños del Congreso, fueron pedidos a Azcárate e Iglesias (Pablo) su parecer sobre tan escabroso asunto. Quizá no se hayan visto estos señores en otro trete mayor. Sostener las acusaciones de los diputados catalanes significaba la separación de la coalición republicana socialista de los radicales; apoyar las defensas de Lerroux era rendir pleitesía a la inmoralidad y a la mentira. Optaron sabiamente, a nuestro entender, por los primero por considerarlo justo y equitativo.
La política municipal de Lerroux fue desenmascarada ante los representantes de la nación. Cara a cara con el jefe del partido radical. Con este motivo rompió Lerroux la alianza revolucionaria, dándose a mitinear por todas partes pregonando revolución a todo pasto y el pronto advenimiento de la niña. Los periódicos difaman a Azcárate e Iglesias llamándolos traidores y vendidos a la monarquía. Sus oradores obligados hacen saber que si la República no viene será culpa de Azcárate e Iglesias.
¿Pero sueñan los radicales con una república corroída antes de nacer, como la más repugnante monarquía? ¿Creen los lerrouxistas que son bases para apoyo de republica, el despilfarro, la inmoralidad y la mentira? La República de los radicales catalanes la quieren por lo vista para enriquecerse ellos. Los ensayos verificados en el Ayuntamiento barcelonino lo corroboran.
Pero a tanto difamar y calumniar ni Lerroux, ni los periódicos ni los oradores, han demostrado que los acuerdos de la Corporación en donde dominan, son hijos del estudio y de la sinceridad. Procuran con sus gritos ahogar la respuesta que se les pide. Tanto como han hablado, tanto como han escrito y no han sido capaces de negar con pruebas las acusaciones de Ventosa y Carner.
Y eso es lo importante.
Núm. 460, 7 de enero de 1911
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