Pep Vílchez

El sainete italiano de García Ruiz

El  27 de agosto de 1936 arribaba al puerto de Palma el carguero  Morandi procedente de Italia. A bordo del buque llegaron a la ciudad personal técnico y militar italiano entre los cuales se encontraba el experto aviador Luigi Cirelli – que había participado, junto a Italo Balbo, en el mítico vuelo Roma-Chicago en 1933 y que en realidad se llamaba Leone Gallo – quien se convertiría en jefe de la Aviación Legionaria Italiana de Baleares durante buena parte de la contienda civil.

Entre el pasaje también viajó  Arconovaldo Bonacorsi, jefe del Fascio de Bolonia, cruel escuadrista y hombre de confianza del Duce Mussolini, quien, tras hacerse llamar conde Aldo Rossí, protagonizó el liderazgo de la resistencia de la rebelión militar  ante la comprometida situación generada tras el desembarco republicano en las costas cercanas a Manacor.

El Hotel Mediterráneo fue testigo de la  estancia del pintoresco personaje  y Mallorca  testimonio de las consecuencias de las sanguinarias consignas del impostor italiano: ¡Tutti i rossi fucilati¡  Julià Adrover, sacerdote teatino, sirvió de traductor y acompañante al organizador de los llamados Dragones de la Muerte, formación para-militar compuesta por un nutrido grupo de escopeteros.

 Pero el material más preciado se hallaba en las bodegas del Morandi. Allí, desmontados, se hallaban tres modernos cazas CR-32 y tres hidroaviones bombarderos Savoia-51. Durante toda la noche se trabajo duro en el montaje de los aparatos. A la mañana siguiente Luigi Cirelli hizo su primera aparición en el cielo de Porto Cristo anulando la supremacía área de los hidroaviones republicanos que se mostraron impotentes ante el desigual encuentro.

Desde entonces la presencia militar italiana no dejaría de crecer jugando un papel determinante ya que desde los aeródromos mallorquines se acosó permanentemente la zona republicana levantina y catalana con un cruento saldo de destrucción y muerte.

 Además de los aviones, el Moradi trasportó combustible, ametralladoras tipo Breda, munición artillera antiaérea, y un nutrido cargamento de bombas y otros pertrechos militares. Con la llegada del buque tomaba cuerpo la decisión de Benito Mussolini de arropar a los militares sublevados en Mallorca y, así, adelantar la toma de una pieza estratégica a manos del fascismo italiano en el Mediterráneo occidental, lo que no pasó desapercibido en Francia e Inglaterra.

Unos días después, a primera hora de la mañana del 31 de agosto, tuvo lugar una reunión a bordo del crucero italiano Fiume, anclado en la bahía de Palma. Según testimonio de uno de los asistentes -el teniente coronel Luís García Ruiz-,  por indicación expresa, los asistentes fueron de paisano para no levantar sospechas en el crucero inglés, presente en las mismas aguas en funciones de vigilancia fruto del acuerdo de No Intervención, accediendo al buque por la parte  que no podía ser avistada desde el navío británico.

En el referido encuentro, junto a los italianos Margottini, Aldo Rossi, Cirelli y De Francesco, participaron, entre otros, Juan March Servera, Mateo Torres Bestard, el notario Arranz,  García Ruiz y el jefe de Falange Alfonso de Zayas. En la reunión, se adoptó la estrategia militar sugerida por el mando italiano el cual se hallaba firmemente comprometido con los rebeldes.

La primera aseveración que partió de los labios de comandante Margottini, al mando del crucero italiano, fue advertir que aquella reunión nunca había tenido lugar. Tras exigir el relevó del mando de las tropas del frente de Manacor aprestó a que con urgencia se procediera a la movilización de todas las reservas y milicias de la isla. A Margottini se le hizo saber, a reglón seguido, que en la noche anterior había sido destituido el coronel Ramos Unamuno del mando de la defensa militar de la zona del desembarco para ser sustituido por el propio García Ruiz.

La expedición republicana, organizada desde Barcelona por el gobierno de la Generalitat y el Comité de Milicias Antifascistas y comandada por el capitán Alberto Bayo, se hallaba sentenciada. Una operación improvisada – como casi toda la inicial resistencia frente a los militares golpistas – se vio sorprendida ante la presencia de modernos aparatos pilotados por expertos aviadores lo cual complicó la ya de por sí compleja operación.

La hazaña del teniente coronel de ingenieros García Ruiz no fue otra  que situarse al frente de la defensa militar en el momento oportuno en que se abría paso la nueva realidad forjada por la presencia italiana. Posteriormente, el coronel Ramos Unamuno, junto con otros destacados militares, seria encausado y condenado por las  autoridades rebeldes.

Las circunstancias vividas en Manacor y las poblaciones circundantes extendieron la práctica de una feroz represión. Todos los que poseían significación republicana fueron fieramente perseguidos siendo muchos de ellos vilmente asesinados en una orgía de muerte que tuvo como escenario preferente el cementerio de Son Coletes. La isla tembló ante la crueldad de los sublevados y el terror que incita al olvido se extendió en el tiempo hasta tal punto que, aún hoy, hay quien clama por sepultar a las víctimas del olvido cuyo recuerdo surge inexorable entre las gentes de bien.

Tras el reembarco de las fuerzas del capitán Bayo, la pírrica victoria fue aireada por las calles de Palma organizándose un vistoso y entusiástico desfile donde no falto la destacada presencia del conde Rossi encaramado a lomos  de un vistoso corcel.

Bien seguro que entre los protagonistas de aquel evento se hallaban buena parte de los, que asistieron  al fusilamiento público del alcalde republicano de Palma Emili Darder, del diputado y dirigente socialista Alexandre Jaume, del alcalde de Inca Antoni Mateu y del potentado republicano Antoni Maria Ques, acto que fue clamorosamente aplaudido por los que presenciaron el asesinato en el cementerio de Palma.

Ahora, el pleno del Ayuntamiento de Manacor,  por acuerdo de los partidos con representación en el consistorio, ha dispuesto dejar sin efecto los títulos de honor concedidos al dictador Francisco Franco y al teniente coronel Luís García Ruiz.  Justa decisión que sin duda ayuda a reconciliar al presente democrático con los valores de la libertad y la justicia.

Palma, 8 de mayo, 2009Víl

Pep Vílchez

DIARIO DE MALLORCA 12/05/2009