Conclusión de una réplica                                                           

He leído con todo interés, con el interés con que leo siempre los interesantes artículos de Maria Cambrils, la refutación que ha tenido a bien formular a mi réplica. Esta refutación no ha conseguido que modificara, en la más mínimo, mi punto de vista.

Mi tesis fundamental era: que entre socialismo y comunismo, doctrinalmente, no había discrepancias; que el antagonismo entre comunistas y socialistas era puramente adjetivo, de táctica, de mecánica política.

El artículo de Maria Cambrils -Derivaciones de una réplica- demuestra, a juicio mío, la veracidad de mi aserto. En su largo escrito no he conseguido ver demostración alguna en sentido contrario. Las diferencias que señala son puramente accidentales que en nada afectan a la entraña de la doctrina. Y diferencias formales, de método de táctica ya hemos convenido en que existían bastantes. La vieja fórmula de justicia distributiva que cita Maria Cambrils –a cada cual según su capacidad y según su trabajo no atañe al dogma y puede por lo tanto sufrir alteraciones. Es muy arriesgado pretender seguir paso a paso la vía señalada por los maestros porque a lo mejor surgen dificultades imprevistas que imponen desviaciones. Los mismos autores del manifiesto comunista ya hubieron de llamar la atención sobre interpretaciones demasiado literales de su manifiesto. Para mi seria horrible llegar encajonado, sobre las vías de un tren, a la ciudad socialista. Yo quiero libertad de movimiento, libertad de abandonar una cuesta si resulta sobradamente empinada para mi, libertad de abandonar un zig-zag si siento alientos y fuerzas para emprender el camino recto. Con razón pudo decir Jaurés a este respecto: Es engañarse a si mismo repetir en 1901 las respuestas que dieron hace medio siglo nuestros precursores y maestros y desde entonces ha pasado otro cuarto de siglo.

Lo que no puede variar es el contenido científico de la doctrina sin que desaparezca la doctrina. La base, la médula de la doctrina socialista y comunista es la conversión de la propiedad privada en propiedad colectiva y en eso la concomitancia es perfecta.

El error, fundamental, para mí, de Maria Cambrils es desentenderse, en este caso, del socialismo científico y empujada por su gran obsesión trasladarse al escenario ruso y desde allí rebatir mi argumentación. Y colocada ya en ese falso plano, al observar que el partido comunista no siguen en los actuales tiempos de Lenin y Rikof los derroteros colectivistas de Carlos Marx, deduce la consecuencia de un vivo antagonismo entre socialismo y comunismo. Y siguiendo por ese extraviado camino no le ha sido difícil coger de la mano a mi tocaya Alejandra Kollontai y cederle la palabra para que destruya, como testigo de mayor excepción, mis afirmaciones.

Ahora bien ¿sienta la compañera Kollontai  en párrafo alguno de los que se citan la conclusión de que el comunismo sea distinto doctrinalmente del socialismo? Nada de eso hemos podido ver. Alejandra Kollontai  lamenta que el partido comunista se desvíe, en Rusia, de los cánones marxistas; de que la organización de la producción haya sido confiada a los peritos, a los técnicos en vez de a las organizaciones obreras; de que los directores del comunismo busquen la salvación contra el desorden económico en los representantes del pasado burgués y capitalista y de que intenten realizar el comunismo por la vía burocrática.

Como se ve, en esas lamentaciones, Alejandra Kollontai  se limita única y exclusivamente a deplorar el procedimiento, los medios puestos en práctica, por el partido comunista para realizar el comunismo. Y lo que haga el partido comunista, su actuación política, no interesa a la tesis que sustento. El partido comunista no es el comunismo como el partido socialista no es el socialismo. Ambos son el órgano, el instrumento que ha de realizar sus ideales.

El partido comunista gobierna en Rusia, pero el comunismo no se ha implantado aún. No se puede, por lo tanto, citar la organización política y económica de aquel país para deducir su discrepancia con el marxismo. En Rusia se ha implantado la dictadura del partido comunista para ir al comunismo. Pero sus directores han tenido que varias repetidas veces de táctica y de política desde la antisocialista entrega de las tierras a los que la cultivaban hasta los impuestos en especie y hacer concesiones al capitalismo extranjero porque no ha sido posible en un abrir y cerrar de ojos una organización nueva, convertir un imperio medieval y casi asiático en una organización perfecta a base de colectivismo o comunismo. A parte de que la actividad humana de los hombres comunistas se ha visto continuamente asediada por invasiones contra-revolucionarias, por el hambre y por el boicot internacional.

Si en Rusia se hubiese implantado el comunismo entonces sería pertinente la comparación entre el socialismo y la organización económica allí establecida. Mas afirmar que el comunismo se aparta del marxismo fijándose en el caso de Rusia es exactamente igual que afirmar que el socialismo se aparta del marxismo fijándose en el caso de Inglaterra, de Suecia y de Dinamarca. MacDonald ha ocupado el poder en Inglaterra sin haber modificado la estructura económica de aquel imperio. Lo propio ocurre en Suecia y en Dinamarca donde el poder está en manos de los socialistas. ¿Seria justo juzgar la doctrina socialista, a través de la actuación política de esos partidos?

El Socialismo tiende a transformar la sociedad capitalista en una sociedad colectivista; el comunismo tiende al mismo fin. El socialismo aspira a socializar los medios de producción y de cambio; idéntica aspiración impulsa al comunismo.

Mientras no se demuestre lo contrario yo seguiré creyendo, por lo tanto, que socialismo y comunismo son palabras que en el fondo expresan una misma doctrina.

ooOoo

Aún en el supuesto de que existieran esas diferencias doctrinales, que yo niego, tratándose de partidos que han de desarrollar su acción en un mismo campo, ¿no le parece más beneficioso, más político a Maria Cambrils, estudiar los medios más apropiados para conseguir la formación de un frente orgánico que empeñarnos en ahondar diferencias y antagonismos? ¿No le parece más hábil unir que dividir? Pues si es así, dediquemos nuestros esfuerzos a ese fin. Miremos lo que nos une y no lo que nos separa y fácilmente conseguiremos nuestro propósito. Mi pequeña campaña no iba encaminada a demostrar identidad doctrinal alguna sino a laborar por el frente único. En Italia, de hecho, se ha formado un frente único para resistir los desmanes de Mussolini. En Francia, las derechas, capitaneadas por el renegado y repulsivo Millerand están ensayando un frente para impedir la obra liberal de Herriot. En todo el mundo el proletariado tropieza en sus aspiraciones con el frente capitalista. ¿Por qué, en España, donde tantos motivos existen, no han de solidarizarse, en un frente, comunistas, sindicalistas, anarquistas y socialistas? He aquí mi dolor.

Y aquí ponemos punto final a nuestra polémica con Maria Cambrils, polémica que hemos sostenido con la serenidad que solicitaba nuestra contradictoria. Creemos que con lo expuesto, por un y otra parte, los lectores de EL OBRERO tienen ya datos y razones suficientes para tomar orientación en el asunto que hemos debatido, toda insistencia nos parecería ociosa ya. El temor de causar a nuestros pacientes lectores nos obliga a despedirnos por esta vez de nuestra culta compañera.

Alejandro Jaume

Agradecimiento: El culto y consecuente republicano D. Pedro Ferrer, tan conocido de las izquierdas de Mallorca, me ha hecho el honor de reproducir en el semanario “Andraitx”, varios párrafos de mi artículo y avalarlos con su firma.

Varios militantes de la Cooperativa Obrera de Lluchmajor me han escrito palabras de aliento.

A todos mi profundo agradecimiento. En estos tiempos de insolidaridad, de indiferentismo cobarde y vergonzoso por la cosa pública, es un gran consuelo pensar que aún hay rincones en Mallorca en donde los vientos de tempestad no han apagado todavía la llama del ideal. A.J.

Alejandro Jaume

EL OBRERO BALEAR nº 1190

30 de enero de 1925