1924 – ALOMAR CONTRA EL PARTIDO SOCIALISTA

El Día” correspondiente al miércoles último inserta un artículo de don Gabriel Alomar en el que el insigne escritor, tan estimado de los socialistas, hace una critica terrible de la actuación del partido obrero español, acusándole con tanta maestría como severidad de haberse desviado de su órbita moral y democrática prestando colaboración al Directorio militar.

Alomar confiesa que escribió el artículo dolorido y vacilante, pero que lo hizo en servicio del ideal mismo al que, según su opinión, se ha faltado, y para descargarse un gran peso que le sofocaba: la posible responsabilidad del silencio.

¿Habrá tenido en cuenta Alomar si al descargar el peso de una posible responsabilidad de silencio podía contraer otra mayor y más probable: la de ahondar discordias ya iniciadas en el seno del partido socialista y alimentar disensiones que en los actuales momentos serían más catastróficas que nunca, no sólo para el socialismo, sino para el porvenir político y social de España? ¿Pensó Alomar en el alcance que podía tener su artículo después de la actitud, ya por él conocida, de Prieto? ¿No imaginó si dada su autoridad intelectual y moral la argumentación de su artículo podía servir de metralla y parapeto a ese ejército de lacayos de la reacción española que no tiene ya ningún enemigo serio más que el partido socialista y la Unión General de Trabajadores?

Las vacilaciones de que nos habla Alomar al principio de su escrito indican que a un tiempo debió preocupar su conciencia el sentimiento de dos responsabilidades: la del silencio y la de la acusación. Esta última pesó más y Alomar quiso sacudírsela, sin duda creyendo que así servia mejor al ideal socialista en nombre del cual dice que acusa; pero yo creo que a quien ha prestado un gran servicio ha sido a los enemigos de ese ideal aún persiguiendo el fin contrario.

Alomar no tiene ante nadie ninguna responsabilidad de la conducta que observen el partido socialista o sus hombres, por la sencilla razón de que no es militante, no está afiliado a él. Por consiguiente, bajo este punto de vista, no había por que romper el silencio, no había peso de responsabilidad. El Sr. Alomar es uno de tantos socialistas sentimentales, de espíritu, que andan sueltos sin organización ni disciplina[1] y por consiguiente sin responsabilidad de representación orgánica Es un socialista paradisíaco, de los que viven en las más altas y puras regiones del ideal, pero olvidando con frecuencia que el socialismo a más de un ideal es una organización humana que se desenvuelve a ras de tierra y en un ambiente lleno de abrojos y malezas. De ahí su rectitud y su intransigencia absoluta en todo lo que no responda a la concepción de máxima virtud ideológica.

Bien sé yo que cualquier ciudadano aún cuando no sea un militante socialista tiene perfectísimo derecho a criticar la conducta de este partido y de sus hombres y que aún puede sentir las mismas emociones de dignidad del ideal y si requiere más intensas que los afiliados, pero sabiendo como sabia el señor Alomar que por motivos de la dimisión de Indalecio Prieto el asunto que trata en su artículo ha de ser objeto de un fallo del Comité Nacional del Partido Socialista y después por un Congreso, ¿qué perdía el escritor mallorquín suspendiendo la publicación de sus juicios hasta conocer aquel fallo? ¿No habría podido dejar que fuesen los antisocialistas los que censurasen unos hechos que por ahora sólo alcanza su responsabilidad, si la hay, a una Comisión, no a todo el Partido? No creo que al señor Alomar pudiera pesarle nada más que el propio dolor de estos hechos dejando sus juicios a resultas de la resolución definitiva del Partido Socialista. Todos sus escrúpulos podían salvarse tras de esa trinchera. Ahora, en cambio, habrá que atrincherarse contra los que tomarán el nombre y la argumentación de Alomar como cañones de grueso calibre para arrasarnos. Lo lamentable será eso, que persiguiendo un fin de dignificación del ideal inconscientemente se haya encendido una guerra contra éste. ¡Esto si que ha de ser doloroso!

Confieso que el contenido del artículo de Alomar se clavó en mi alma como si fuera dardo envenenado, no porque creyera indestructible el fundamento de su crítica, sino por la calidad del que la hacia, por el valor intelectual, moral y político de su autor, cuya influencia en el ambiente democrático de España es difícil de contrarrestar, máxime después del gesto, conocido ya, de Indalecio Prieto.

En cuanto a las acusaciones y cargos que en el artículo de referencia se hacen contra el partido socialista, espero que plumas más competentes que la mía las recogerán y contestarán adecuadamente en “El Socialista” de Madrid, aparte de que sobre el mismo asunto ha publicada ya una extensa nota la Comisión Ejecutiva y la cual se reproduce en otro lugar de este número, y sin perjuicio también de que nosotros expongamos nuestra opinión personal en el próximo número. 

Lorenzo Bisbal


[1] El señor Alomar pertenece actualmente a un partido socialista catalán, más catalán que socialista en mi concepto, cuyas normas de organización y disciplina son desconocidas aún.

 

EL OBRERO BALEAR nº 1178

7 de noviembre de 1924