Para el Sr. Manitas
En uno de sus
Dichos y
hechos, el señor
Manitas ha querido meterse en la cuestión
Estrany sin conocer una palabra del asunto. Pues
de tal modo lo ha tratado que su catilinaria nos
ha producido el efecto de una inocentada.
Bien está que
Sr. Manitas confiese ser casi un jesuita
entero, que haga todo el rendibú que le dé la
gana al P. Vives y a su
gran
Patronato Obrero, y hasta que le tenga simpatía
al Sr. Estrany por el solo hecho de que los
zapateros y EL OBRERO BALEAR lo hayan comparado
al primero, llamándole también jesuita. Al fin y
al cabo es una cuestión de jesuitismo (entiéndase
bien la palabra) y nada más natural que entre
familia exista el vínculo de la solidaridad.
Pero lo que no está bien no es permitido por la
lógica es que se espante y lance anatemas por
unas
palabrotas mal sonantes y groseras de unos
zapateros quien, como el
Sr. Manitas, y no obstante ser abogado,
escribe siempre en tonos agresivos y muchas
veces calumniosos. No está bien no hay derecho a
condenar esas
palabrotas, (escritas por obreros en
momentos de indignación) por quien, siendo
director de
La Vanguardia Balear y presidente a la
vez del
Fomento del Civismo, dejó estampar en
dicho periódico las palabras de “licenciados de
presidio” contra honrados socialistas y
republicanos. No, esto no está bien, como no lo
está tampoco, ni nos parece muy cívico, alabar,
cuando no promover, algaradas callejeras y
cencerradas ridículas.
Quien tal hace no está a más altura que los
firmantes de la hoja contra Estrany.
Que los obreros no sabemos convencer, no sabemos
demostrar nuestras desgracias para combatirnos
no nos parece tampoco muy cívico. Pero también
pudiera ser que
Manitas no supera comprender la razón de los
obreros, como nosotros tampoco sabemos
comprender a veces la razón de su civismo.
Añade Manitas que los obreros del Sr. Estrany
pidieron a éste aumento de jornal con la amenaza
de la huelga, para de este modo llegar a la
conclusión de que el patrono no realizó
coacciones y obró lícitamente cuando los llamó
uno a uno en su despecho y les amenazó con el
despido si no se conformaban con lo que les daba.
“La negativa –agrega
Manitas- a varias un contrato de trabajo,
expreso o tácito, no la juzgamos una coacción,
sino simplemente el acto de rechazar la que
intentaban ejercer los obreros con la amenaza de
la huelga; el optar por el despido de operarios
o abandonar el trabajo, no es tiranía, es elegir
entre dos términos que los mismos obreros habían
propuesto al fabricante de referencia”.
En este parrafito hay una gran dosis de
ignorancia o de mala fe. Cualquiera que lo lea
creerá que los obreros del Sr. Estrany le
hicieron la petición personalmente amenazándole
con la huelga. La verdad es quien hizo la
demanda fue la
Sociedad
de zapateros en nombre de la mayoría del gremio
y no en el acto de presentarla al Sr. Estrany ni
después ha habido amenaza de huelga. La
colectividad de obreros zapateros o sea
La
Igualdad
era, pues, la que entablaba pleito con el Sr.
Estrany y desde el momento en que éste había
reconocido esa personalidad colectiva, aceptando
sus relaciones por medio de una representación
oficial para gestionar el asunto en el terreno
de la armonía, oficialmente tenía que resolverlo
con
La
Igualdad,
dentro de la armonía o fuera de ella, pues todo
el mundo tiene derecho a defender lícitamente
sus intereses. Pero el Sr. Estrany, y de aquí
toda la inquina contra él, no procedió así;
mientras la cosa estaba en gestiones
oficialmente con
La
Igualdad
y aprovechando la condescendencia que esta le
tuvo de concederle un plazo para estudiar el
asunto, dentro este plazo precisamente fue
cuando el Sr. Estrany coaccionó individualmente
a sus obreros con la amenaza del despido
inmediato.
Esto, diga lo que quiera
Manitas, a más de significar una burla
infame y grotesca contra
La
Igualdad
implica una coacción violenta contra sus
operarios y un atentado contra el derecho de
asociación y de las peticiones colectivas.
Y como el ejercicio de esos derechos supone la
práctica de virtudes cívicas, amén del deseo de
mejoramiento moral y económico de los obreros,
resulta que el Sr. Manitas en este asunto, en
vez de campeón del civismo, nos ha demostrado
ser un gran enemigo de esa virtud que tanto
nombre le ha dado.
Por considerar al Sr. Manitas un verdadero
profano en materia sociológica obrera, nada
hemos de decirle sobre
lucha de
clases, socialismo y redención del proletariado,
pues estamos seguros quedaría muy mal parado.
Más si se empeña en polemizar sobre ello con
nosotros, que nos lance el reto y elija tema.
Lo que no podemos dejar pasar por alto es que
Manitas afirme muy cívicamente que nunca se nos
había ocurrido a nosotros los socialistas (no
apóstoles del ateísmo) el pedir al Ayuntamiento
los servicios gratuitos de asistencia médica y
farmacéutica domiciliarias, cuando mucho antes
que el
Fomento del Civismo lo había ya
solicitado la
Federación Obrera. Pues hace ya tres años
que en unas conclusiones acordadas en un mitin
de primero de Mayo se elevaron dichas peticiones
al Municipio.
Y sobre si el
Fomento del Civismo ha hecho más que
nosotros por la clase obrera, una vez que nos lo
haya demostrado Manitas le contestaremos.
Y para terminar le diremos que no confunda nunca
el socialismo con el societarismo ni
EL OBRERO BALEAR
Lo de la cordura y la circunspección lo
tendremos en cuenta siempre que tratemos con
personas cuerdas y circunspectas. Más esto son
caramelos que no los merece el Sr. Estrany no
quien defienda su conducta observada en el
asunto que con él ventila
La
Igualdad.
Deseando no olvide lo de “licenciados de
presidio”, está a su disposición.
Otro manitas
Núm. 762, 2 de septiembre de 1916
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