Afirmación insólita / Antoni Maria Alzina

En el número 478 de EL OBRERO BALEAR que corresponde al 13 de Mayo, se inserta un artículo en la segunda página, cuyo título es: “Contestando a D. Amadeo Alou”, el cual firma el compañero Bisbal, haciéndome la honra de citar mi nombre, diciendo que lo he hecho la afirmación insólita de negar a Dios, a lo cual ha tenido a mucha honra de impugnar, en repetidas discusiones, por las razones que va exponiendo y como a mi entender no salgo yo muy bien librado, necesito rectificar varios conceptos vertidos por el expresado compañero, para que las cosas queden en su lugar.

Comprendo y apruebo, puesto que en razón no hay otra manera de proceder, que cualquier compañero que lleve la representación de una entidad socialista, no afirme ni niegue como tal representante, a Dios, ya que nuestro programa declara que las cuestiones religiosas son de carácter particular; pero si se trata de un individuos aislado sin carácter oficial alguno, éste se portará de una manera digna y elevada, si notablemente manifiesta sus convicciones. Entiendo, pues, que el socialista que tenga la convicción razonada de que ese dios no existe, lógico será que lo sostenga, aportando los datos que a tal efecto tuviere.

¿Es que el compañero Bisbal demostró acaso que no fueran lógicas las razones que expuse? Yo creo que no. Los datos que aduje no son de mi cosecha. No es que yo haya negado a dios porque sí, por el placer de negarlo, por originalidad. Quien lo niega es Lavoisier, al probar que la materia no se destruye, y por ende no se crea, y al no crearse queda destruido por su base el mito de un creador de todas las cosas.

Son los insignes astrónomos desde Ptolomeo, Copérnico, Galileo … Keplero … etc, hasta los contemporáneos, que en sus investigaciones sucesivas han demostrado que la tierra es redonda, que se mueve alrededor del sol, que hay muchos otros sistemas solares, que la tierra es un planeta insignificante como otro cualquiera de los muchos que pueblan el universo en un período más o menos avanzado de evolución; y por consiguiente, en insostenible la teoría de que dios creó la tierra para la satisfacción del hombre del cual hizo objeto de su predilecta atención puesto que hay un número incalculable de planetas semejante al nuestro.

Es Darwin, que al demostrar el origen del hombre, arranca la creación de éste de las manos de ese dios.

Es Morgan y Engels que al demostrar la serie de transformaciones que en el tiempo y el espacio ha sufrido la familia nos prueban que ese dios no la creó,

Por último, es Marx, que con sus nuevas concepciones de la sociedad y su materialismo histórico, nos prueba que la actual sociedad –eterno según los sicofantes burgueses- no es más que una de las muchas formas que en el transcurso de los tiempos ha revestido la humanidad. Luego no es ese dios quien creó la sociedad según un plan perfecto.

Si esto no son razones, si es afirmar estúpidamente que dios no existe –como dice Bisbal, en las últimas líneas del primer párrafo de la 3ª columna de la 2ª página- afirmar con pruebas, con datos, no se que será y en último caso, he de confesar que estoy orgulloso de ir en compañía de los insignes …, estúpidos que he citado.

Por lo dicho, queda demostrado que la ciencia, a medida que ha progresado, ha ido desalojando de las funciones que los cristianos le atribuían a ese dios y es natural que, teniendo esto en cuenta, uno desconfíe de un ente que dicen es inmaterial, que no puede probarse su existencia, más que por sus efectos, que él es el creador de todas las cosas, del hombre, la familia, él la instituyó, él dividió la sociedad en ricos y pobres, etc., etc., y se prueba después que esos efectos tienen otra causa, ¿qué resulta pues de ese dios-mito, que ya no es causa, si las únicas comprobaciones que daban sus sostenedores han sido destruidas, han desaparecido? ¿hemos de seguir creyéndolo, porque a unos señores les venga en gana afirmarlo? A mi entender es sencillamente un disparate. Luego estoy en terreno firme al decir que tal dios no existe, ya que su única justificación como causa de los citados hechos ha desaparecido.

Habrá quien nos objetará por último que hay mucho desconocido, que nunca llegaremos a saber la verdad en absoluto, a poseer todos los conocimientos. Y qué? Cuando yo he afirmado, no lo he hecho más que con los datos que las ciencias han aportado y siendo estos relativos, decir que he afirmado en absoluto es completamente inocente. Y si se toma a la palabra dios, en el sentido de lo desconocido, yo optaré por la que  a menos confusiones se preste, la más clara y sencilla, y ésta es cualquiera menos dios.

El Socialismo como principio no puede negar a dios, so pena de perder su carácter científico, dice Bisbal, y creo yo, que está en un error, puesto que como teoría somete a su crítica las diferentes manifestaciones de la vida en que el hombre ha ejercido su actividad. Luego no atribuirá veracidad más que a aquello que resulte de sus investigaciones, es más, por el mero hecho de someterlo todo a sus análisis excluye en principio toda creencia en una causa superior e inexplicable para él y que lo domine todo, ya que si tal cosa creyese sobraba toda investigación. ¿A qué procurar explicarse la causa de tal hecho si es superior a nuestra razón? Demuestra el Socialismo científico también que el hombre cuando implante el colectivismo, dirigirá conscientemente los destinos de la humanidad. Demostración que excluye toda otra voluntad superior a la del hombre.

Pero hay otra fase en lo que se refiere al Socialismo llevado a la práctica o sea al Socialismo como acción. Voy a servirme de varias comparaciones.

Supongamos que un arquitecto se propone construir un edificio que responda a ciertas condiciones de estabilidad, etc., como trata de resolver un problema práctico, elegirá de conformidad con las fines que persigue y de los medios de que dispone los materiales suficiente puros para que respondan a las condiciones de solidez que la obra requiere, es decir, que las sustancias extrañas que se hallen mezclados con dichos materiales no les hagan inútiles para la construcción.

Así, pues, al tratar de llevar el Socialismo su soplo libertador a las masas proletarias, no exige más a los individuos, de que sus creencias cualesquiera que sean, no embaracen la acción socialista o sea, que las ideas extrañas no lo inutilicen para esta acción. Será natural, pues, de que un socialista sea católico, aunque no fanático, puesto que lo que se resuelve es un problema práctico relativo a intereses materiales, si bien, tienen sus consecuencias teóricas.

De ahí resulta claro, que no haya contradicción entre la teoría y la acción. Pues si el Socialismo teórico como ciencia, no admite más hechos que los demostrados y por tanto, excluye a dios, a sus afiliados no les pide que hagan profesión de panteísmo, o ateísmo, para resolver el problema, es condición suficiente y necesaria, de que cada compañero tenga lo bastante desarrollada la conciencia de clase, para que sus creencias religiosas no le embaracen a fin de obrar siempre de acuerdo con lo que reclamen dichos intereses.

De esta adaptación a la realidad de las cosas, resulta la solidez del Socialismo así como la fecundidad de su acción.

A[antoni] M[Maria] Alsina

Barcelona, 5-1911

EL OBRERO BALEAR

Núm. 481, 3 de junio de 1911

 

Contstando a Amadeo Alou

Llorenç Bisbal

EL OBRERO BALEAR 13/05/1911

 

 

fideus/