Llorenç Bisbal      Contestando a D. Amadeo Alou

Jamás podía esperar yo que la tosca peroración de un pobretón zapatero dirigida a compañeros de trabajo toscos también como yo, por no habernos permitido la lucha cotidiana y prematura por la vida alcanzar, a lo sumo, más que principios muy rudimentarios y arcaicos de instrucción, mereciera los honores de la refutación y de la crítica de personas tan cultas y de plumas tan hábiles y correctas como la de D. Amadeo Alou. Y menos podía esperar que a esa refutación y a esa crítica dedicara el señor Alou nada menos que cerca de cuatro columnas del semanario lerrouxista Justicia, en total, según se desprende de su contenido, para combatir necedades.

Pero mi extrañeza fue más grande aún cuando, después de haber leído todo el artículo del señor Alou, vi que su crítica respecto de lo por mi dicho en el mitin de Capdepera era injusta y mal fundada por cuanto me atribuye afirmaciones que yo no hice y tergiversa conceptos por mi expresados.

El señor Alou dice que chapoteando en el fango de mi ignorancia y necedad (dichoso V.D. Amadeo, que no es necio ni ignorante) negué en el mitin de referencia la existencia de Dios, y partiendo de esta base falsa interroga si está eso en el programa socialista y si es necesario para ser socialista negar a Dios y cuanto a Dios se refiere. El mismo se hace la contestación negativa y luego prosigue diciendo que es imposible demostrar la no existencia de un Creador, aunque Bisbal lo pretenda.

Pero señor Alou ¡Si yo no menté para nada a Dios! ¿Cómo pude pues negar su existencia? Sobre este punto he sostenido yo precisamente muchas y acaloradas discusiones con compañeros míos de ideas, entre ellos un hijo de Capdepera, (Antonio María Alsina) combatiendo esa afirmación insólita de la negación de Dios por cuanto no existen pruebas para lo uno ni para lo otro y en cambio vemos en la inmensidad de los espacios a una infinidad de mundos desconocidos que no sabemos exactamente como se rigen, que es lo que contienen, ni cual es su principio ni su fin. ¡Es tan limitada todavía la inteligencia humana para asentar afirmaciones absolutas sobre la Creación y los misterios del Universo.

Pero yo creo más todavía: yo creo que si el Socialismo estableciera como principio la negación de Dios, dejaría de ser una teoría rigurosamente científica para convertirse en un ateismo dogmático y rigurosamente ridículo, tan ridículo como cualquier otro principio religioso que tiene por dogma la fe en Dios sin conocerle ni existir prueba alguna de su existencia. Para mi, tan estúpido considero al religioso que sin pruebas ni razones admite y afirma el principio divino, como al ateo que con la misma argumentación niega este principio.

Y pensando de este modo ¿es posible, señor Alou, que yo pudiera decir en el mitin de Capdepera lo que V. me atribuye respecto de Dios?

Tampoco es verdad que yo insultara a la religión. Lo que hice fue condenar, en la forma que puede hacerlo un obrero, los crímenes y abusos cometidos a su nombre y amparo por sus ministros y sacerdotes, y lo que dije también y sostengo la afirmación, es que la moral cristiana, con ser tan bella y humanista no ha tenido eficacia para curar los males sociales, como lo demuestra –dije- el hecho de llevar veinte siglos de existencia y hallarse el género humano encenegado y corrupto en una inmensa sentina de inmoralidades. La prostitución, el robo, el crimen, legal e ilegal, individual y colectivo o por medio de las guerras, el alcoholismo, el parricidio, el infanticidio, el envenenamiento comercial a los consumidores, la asesina competencia industrial, la explotación del hombre por el hombre, la miseria, la ignorancia, la hipocresía, el juego, etc: todo ese cúmulo de males e inmoralidades que forman la característica de las sociedades no han encontrado remedio ni alivio siquiera en la doctrina de Cristo durante su largo tiempo de predominio. Y ello es debido, señor Alou, no a que la doctrina sea mala en sí ni que los hombres sean tampoco malos por naturaleza, la causa consiste en que a la moral efectiva no la determinan las buenas doctrinas ni las buenas predicaciones, aunque algo pueden influir, sino que es indispensable que exista la posibilidad social de que los hombres sean buenos y la virtud realizable.

Y claro está, ¿cómo es posible que la moral cristiana haya podido tener eficacia si los fundamentos de la sociedades en donde ha tenido predominio han sido siempre incompatibles con el bien y la virtud? Basadas las sociedades en la propiedad individual de los medios de producción, en la explotación del que tiene contra el que no tiene, hace que los intereses materiales, base de la vida de los hombres, sean a estos antagónicos y de esos antagonismos surgen y tienen que surgir fatalmente los males sociales enumerados, sin que puedan desaparecer mientras no desaparezcan primero los antagonismos que los producen.

Y siendo esto así, ¿no resulta además de ineficaz algo ridícula la moral cristiana predicada en un régimen incompatible con su realización? ¿No sería insensato meter a un hombre en una llama de fuego y aconsejarle que no se quemase? ¿No sería grotesco pretender que un paralítico echase a correr? Pues tan insensato y grotesco es esto como la pretensión de que brote el bien y la virtud de una manantial de corrupción y maldad. Y como ese manantial es el régimen económico y el Socialismo es la única doctrina que contiene los medios de transformarlo sobre bases de amor y fraternidad, he aquí que él sea el único campo abonado para germinar y tener eficacia las buenas máximas de Cristo.

Resulta pues, que el Socialismo, en cuestión de moral, es el buen cristianismo.

Cuanto a si los socialistas aspiramos a arrancar del hombre el sentimiento religioso, debo decir al señor Alou, y esto era precisamente lo que trataba de demostrar en el mitin de referencia, que no conozco a ninguna doctrina que lo eleve tanto como la socialista. Lo que hay es que nosotros tenemos un concepto muy diferente del sentimiento religioso. Nosotros entendemos qu la sublime religiosidad del hombre consiste, no en la fe ciega de la creencia en un ser creador de todas las cosas, sino en el elevado espíritu de querer investigar los secretos de la Naturaleza, en el sedeo de querer escrutar los enigmas del Universo, en el afán noble del estudio par penetrar en el más allá desconocido, en la Ciencia, en una palabra; y como base de todo esto llevamos siempre por delante la duda en vez de la fe. Pero esto no quiere decir que el Socialismo no respete a las demás creencias; cada cual podrá profesar lo que le dará la gana en el régimen colectivista, incluso podrán tener sus templos siempre que sea del producto del trabajo de los creyentes que los edifiquen. Lo que no permitirá el Socialismo será la industrialización y el comercio de esas creencias.

Por lo demás, la cuestión religiosa es un asunto secundario para el Socialismo; su aspiración fundamental es la socialización de las fuerzas productivas y abolir la explotación del hombre por el hombre. El que acepte esta doctrina y la defienda a medida de posibilidades, ya en el terreno exclusivamente económico, ya en el político o en ambos inclusive, puede ser y es, según mi entender, un buen socialista.

Sobre lo del rayo, yo no dije que la Biblia enseñara que los rayos en las tempestades fueran fuego del cielo para castigar a los mortales, como V. me imputa en su artículo. Lo que hice observar es que antes se decía (y podría demostrarle que no hace mucho tiempo un sacerdote de la iglesia romana lo dijo en un sermón predicando en el templo de San Francisco, de Palma), que el rayo era la ira divina que caía del cielo para castigar a los pecadores de la tierra y que Franklin con el pararrayos contuvo esas iras. Ya ve, pues, que hay diferencia de lo que V. me atribuye a la verdad.

¿En qué la ciencia contradice a la Biblia, me pregunta V.? Aquí he de hacerle una observación. Al tratar yo de las contradicciones entre las revelaciones sagradas y la ciencia, me refería a las teorías sustentadas por los padres de la Iglesia romana, a las interpretaciones que estos han dado a la Biblia y sostenido por especio de muchos siglos. Si los partidarios de Lutero se han adaptado más a la ciencia que no es mucho, y si la Biblia en realidad, como he comprobado, ya apunto la idea de que la tierra era redonda, eso no desmiente las contradicciones de que yo hablaba.

El Sr. Alou no negará seguramente que los teólogos y los padres de la Iglesia romana sostuvieron mucho tiempo la teoría de que la tierra era una superficie plana y el cielo un firmamento, el suelo del paraíso; como tampoco me negará que el italiano Jordán Bruno fue quemado vivo por esos mismos padres por haber enseñado junto con Averroes (lo cual demostró prácticamente Magallanes) y sostenido la de la pluralidad de los mundos. Tampoco negará el señor Alou que la Biblia dice que la creación se hizo en seis días, en tanto que la Geología y la Paleontología, según hace observar Ferri, demuestran de modo irrefutable que el mundo estuvo centenares de miles de años para formarse. Esa contradicción de la Biblia con la ciencia ha sido disfrazada después por el abate Stoppani y otros abates diciendo que cada día de Dios es una gran época geológica. De alguna manera se había de cubrir la plancha.

También había declarado la Iglesia que la Tierra era el cuerpo central y más importante del Universo; que el Sol, la Luna y las estrellas eran tributarios suyos, “para alumbrar sobre la tierra” (Moisé. El Génesis, Cap. I ver. 17). Sin embargo la astronomía ha demostrado que la Tierra es un especie de microbio invisible comparado con los demás mundo,) no estrellas para alumbrar), que pueblan el espacio.

También sostuvo la Iglesia, y todos sabemos lo que costó a Galileo, que el Sol daba vueltas alrededor de la Tierra y que nuestro planeta se hallaba inmóvil. La demostración contraria por la ciencia ha sido otra puñalada inferida a la religión. La demostración de Darwin de la descendencia del hombre de los demás animales por medio de la selección natural que se deriva de la lucha por la existencia, otra puñalada al relato bíblico sobre la creación del hombre de un trozo de barro. Y …. ¿a qué seguir más?

“Ciencia y Religión, dice Enrique Ferri, proceden en razón inversa, pues tanto se debilita y atrofia la una cuanto la otra se extiende y fortifica en la lucha contra lo desconocido”

Ahora solo me resta decir dos cosas al Sr. Alou. Primera: que si quiere convencerse más de las contradicciones entre la Religión y la Ciencia, que procure leer el libro que lleva este nombre de Juan G. Draper y en él encontrará una gran suma de hechos históricos que seguramente se lo demostrarán más claro porque son hechos innegables. Segunda: que yo no predico el ateísmo porque lo conceptúo una religión negativa, sin que para mi ofrezca más ventajas que las llamadas religiones positivas. Lo que yo hago es buscar la Verdad sin valladares de creencias sectarias porque la Verdad es mi Dios y mi Dios es el principio y la esencia de todas las cosas.

Lorenzo Bisbal

EL OBRERO BALEAR

Núm. 478, 13 de mayo de 1911

 

Afirmación insólita

Antoni Maria Alzina

EL OBRERO BALEAR

Núm. 481, 3 de junio de 1911

 

 

fideus/