Joan Monserrat Parets ¿Quién será el autor? Tres hechos acaecidos en este pueblo y que a pesar de ser, como soy, antirreligioso, califico de salvajadas, es el móvil que me induce a poner mi torpe pluma sobre el papel, para qué, si lo consigo en su debido punto, las cosas y, ante todo y por encima de todo mi dignidad y prudencia, demostrando al que ha sospechado conmigo, que tengo suficiente cultura para no cometer semejantes actos, actos que en mi modo de razonar, manchan y no limpian nada. Advirtiendo que no me dirijo al que me interrogó, ya que no hizo mas que cumplir divinamente con su obligación y deber, sino al qué, si no estoy en un error, calculo y creó sospechó conmigo y dos compañeros más, paso a reeñar sucintamente los hechos a que me refiero. Las víctimas han sido dos cruces de piedra, situadas en las calles de Lavaderos y Gracia, respectivamente. La de la calle de los Lavaderos, fue derrumbada hace algún tiempo por un automóvil que dio en ella, seguramente por desgracia; y habiendo procedido a su reconstrucción, fue echada a tierra otra vez, ignorando quienes pudieron ser los autores, y, esta semana víctima de la misma enfermedad a rodado la de la calle de Gracia. ¿Quién será el autor? Eso quisiéramos saber. Pero, por de pronto debieron pensar las personas a quien incumba averiguarlo; que tenían que ser herejes, u por así creerlo, fueron llamados e interrogados tres jóvenes y entre ellos, yo; y todo, por no fijarse en nuestra conducta, sino, en nuestro ideal. En mi modesta opinión, el autor de los mencionados hechos, sea cual fuere, socialista o republicano, religioso o antirreligioso, no puede ser hombre con pizca de inteligencia y reflexión y si la tiene, es desordenada y anormal. Porque ¿qué conseguiría con esto? ¿echaría el día siguiente más carne en el puchero? ¿aboliría derrumbando una cruz, la muchísima gente que inspirándose en ella vive y sirve de puntal al actual estado? No: lo único que se puede esperar de actos de esta índole, es la aplicación de la ley con su consiguiente pena o castigo. Y además ¿el autor del hecho ha de ser forzosamente un antirreligioso? Porque no sería la primera vez, ni la segunda, que católicos han fraguado un complot sin otro objetivo que difamar a los hombres que componen esos avanzados y modernos organismos. No podría ser también un hombre inculto e ignorante producto del medio ambiente? Si los alcaldes que se meten infundíos como el que vengo tratando en la cabeza, procurasen velar por la instrucción y cultura del pueblo, fundando verdaderas escuelas y casas de maternidad para educar a los hijos que sus padres tienen que abandonar durante el día, tal vez no tuviéramos que lamentar hechos como el que me ocupa en este momento. Sepa además, el que ha fundados estas sospechas que creo es usted señor D. Juan, que el que es verdaderamente socialista lucha siempre en el terreno legal para libertarse o conquistar sus derechos, no con solapada intención como creen ciertos curas que aconsejan a alguien que V. sabe. Que observe todo aquel que sospechase los actos que informan mi conducta desde que un poco razono, y tal vez se ahorrará en lo sucesivo fundar sospechas en personas hasta hoy inmaculadas (y perdonen esta vanidad). Y aunque lo cortés no quita a lo valiente, bueno será hacer constar que jamás en farsas, pendencias, no salvajadas, he tenido correlación la honra de Lluchmayor 2 de julio de 1909 Núm. 396, 10 de julio de 1909
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