¡A ellos pueblo palmesano! Se acerca ya el día en que ha de librarse la gran batalla ente la Reacción y la Libertad; próximo está ya el momento en que los luchadores de la democracia demostrarán una vez más que saben pelear por los fueros de la civilización; el clarín de la libertad ha tocado ya atención y no tardará en tocar paso ataque contra el enemigo cruel y sanguinario del pueblo español, contra él maurismo infame, que ha manchado el honor nacional ante el mundo entero que durante su última etapa gubernamental se nutrió de sangre obrera para vivir que provocó una revolución y luego la ahogó con la artillería, que fusiló a dementes como Clemente García, que quitó la vida a inocentes como Ferrer, que amordazó a la prensa, que procesó y encarceló a los periodistas, que clausuró escuelas y sociedades obreras, que lanzó el país a una guerra injusta sin premeditar su alcance no consultar la opinión nacional, que hizo sacrificar el ejército inútilmente, que destruyó el hogar de los reservistas, que perturbó la tranquilidad de las familias, la paz de España y del extranjero. Todo el mundo se ha levantado contra esa política de piratas y vampiros representada y ejecutada por el Sr. Maura y los esbirros de su ministerio. Pero la fiera no se espanta ni se amedrenta; su sed de sangre humana es insaciable, su ferocidad le ciega los ojos, su instinto sanguinario y carnicero le tienen loco y, hambriento como los lobos, aúlla y da vueltas alrededor del Poder para asaltarlo otra vez y satisfacer sus insanos apetito. ¡Ay de los liberales, ay de España si estos sucediera!
Pero no, no sucederá. La batida mortal se la daremos en la próxima lucha electoral que se avecina. A ella acudirán todos los españoles que sientan correr por sus venas una gota de sangre liberal, que palpite en sus corazones el sentimiento de paz de orden y de progreso. Y acudirán a ella solamente para sentar las bases de un porvenir risueño y democrático, sino para vengar todas las injusticias, tropelías y crímenes cometidos por el maurismo caído y deshonrado, para demostrar ante el mundo que España es un país digno y civilizado, para levantar el decoro español al lugar que le corresponde, para borrar de nuestra bandera nacional la mancha afrentosa con que Maura la encenagó.
Por dignidad, por decoro y hasta por propio instinto de conservación debemos ir los españoles todos y muy principalmente el pueblo palmesano, por ser esta ciudad la cuna del sepulturero de la libertad, a la lucha electoral que se avecina para defender ardorosos y enérgicos los sagrados principios del progreso y la democracia.
Ocasión más propicia que la presente para enterrar en el panteón de la historia a las fieras inquisitoriales y reaccionarias, no suele presentarse muchas veces. Aprovechemos pues, la oportunidad.
¡A votar la candidatura de la coalición democrática! ¡Guerra sin cuartel a los reaccionarios! ¡Arriba corazones liberales! ¡Duro y a ellos, pueblo palmesano!
A.R.O.
Núm. 404, 4 de diciembre de 1909
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