Obreros lluchmayorenses

 

¿Por qué gemís? ¿Por qué os quejáis? Diariamente y a todas horas oigo que os quejáis de los amos y patronos que con poca consideración os tratan; de las largas hornadas que trabajáis y lo mal que os las retribuyen; de os venden alimentos faltos de peso y adulterados; de que vivís en tugurios donde la humedad, falta de luz y ventilación, corroe y aniquila vuestro cuerpo; os quejáis, en fin, de la precaria y miserable vida que arrastráis. Y con sobra de razón. No hay nada que más bien justifique lo razonable de vuestras quejas, que vuestro deformado organismo y degradada inteligencia. Deformados físicamente por la falta de alimento y penoso trabajo que realizáis, degradados intelectualmente por la falta de medios con que instruiros; y no obstante, quejándoos, seguís resignadamente vuestro trabajo para ganar un mezquino salario, que no os permite comer ni modestamente vestir.

 

¿Y por qué os quejáis? Acaso tiene la culpa alguien que no seáis vosotros, de la miseria que sufrís y el yugo que soportáis?

 

Antes que quejaros haced un esfuerzo, para instruiros, organizaros y después luchar. Instrucción es lo que hace falta para comprender lo que es la organización; organización y voluntad para en tiempo congruente a ello luchar resuelta y enérgicamente, y obtener al menos paliativos remedios que suavicen vuestro mal.

 

No es obra de un día, ni de un mes, constituir un potente organismo capaz de poner dique a la explotación capitalista; pero, si con conciencia y voluntad se lucha, consagrando todas las energías de que se disponga a laborar y cultivar la unión e inteligencia de los asociados, tarde o temprano da su fruto. Que esto es verdad, lo demuestra las mejoras que en sus respectivos oficios obtienen los obreros de otros países que están debidamente organizados.

 

Creedme obreros, nos dejéis aisladamente que vuestras quejas dan en piedra. Formad un grupo compacto de hombres y conciencias; los que sois fuertes, fortificad con vuestra propaganda el espíritu de los débiles, y de esta manera unidos, todos a un tiempo luchad, con la certeza de que obtendréis lo que tanto apetecéis y necesitáis, pues, sabido es, que la “unión es la fuerza”.

 

Admitid en la colectividad a que pertenezcáis la lucha política, factor indispensable para obtener mejoras y leyes protectoras del trabajo tan necesarios a la clase desposeída, y ser como son, más difíciles de anular que las conquistas por la lucha económica.

 

Decidíos obreros, y acudid a engrosar las filas de las sociedades que hasta hoy habéis mirado con indiferencia, con la seguridad, de que os emanciparéis de la ignorancia que os envuelve, que apaga vuestra vos y se resigna ante la tiranía capitalista.

 

Si así lo hacéis y cooperáis al desarrollo y desenvolvimiento de la asociación a que pertenezcáis, habréis dado con el infalible y único remedio que indefectiblemente mejorará vuestra triste y deplorable situación.

 

“Proletarios de todos los países uníos” que la emancipación” que la emancipación de los trabajadores ha de ser obra de ellos mismos.

 

A meditar, pues, estos axiomas obreros lluchmayorenses y veréis inconsusamente las verdades que en sí encierran para el despreciado trabajador.

    

EL OBRERO BALEAR

Núm. 393, 19 de junio de 1909

 

fideus/