Sobre un desagravio
Nuestro colega, El
Ideal , en su último número publica tres cartas, nada menos, las
cuales pretende sirvan de comprobante para justificar la desacertada
conducta, según él, que viene siguiendo
EL OBRERO BALEAR y
Si no conociéramos a fondo el asunto que nos ocupa, merecería que
estudiáramos detenidamente la cuestión para no incurrir en errores; pero
conociendo al detalle las causas que motivan ésta polémica, nos apresuramos
a poner en claro las cosas, sin preparación previa, con el fin de que cada
uno quede en el lugar que le corresponde.
Como en las cartas aludidas no hemos tenido arte ni parte, creemos
conveniente dejar su estudio a quien competa y concretarnos únicamente a lo
que nos afecto de lejos o de cerca.
Dice El
Ideal reprochando el título
Desfaciendo entuertos, que no son ellos los llamados a calificar nuestra
conducta, y que nosotros mismos, en la soledad de nuestras conciencias,
hagamos comparaciones sobre la diferente manera de producirse dos semanarios
que persiguen un mismo ideal; precisamente, porque perseguimos un ideal
(instaurar
Ahora bien; lo que no podemos concebir es que marchando al unísono, como
El
Ideal
indica, se puedan refutar, de cierto modo, aquellas frases que, a
nuestro modo de entender, no produjeron otro efecto, sino
coronar, una vez más, de gloria
la causa republicana.
Por lo tanto, nosotros, creyendo cumplir con un deber, y conformes en un
todo con aquellos republicanos que trabajan sin cesar por agrupar y preparar
a las masas, hemos pedido, pedimos y seguiremos pidiendo cuantas
explicaciones creamos convenientes siempre que, con oportunidad, fuere
necesario.
Por otra parte, sepa también
El
Ideal
que, al publicar los comunicados de
referencia, lo hicimos con el consentimiento del Presidente interino, del
Partido de Unión Republicana, de Palma; causa que nos demuestra no ser tan
descabellada nuestra conducta, como se quiere suponer.
Dice también nuestro colega, que el compañero
Roca
felicitó a los oradores
radicales después de un brindis, y a esto nos toca contestar que si Roca
felicitó o dejo de felicitar a quien bien el pareciera, como dueño de su
persona obraba, y por consiguiente, la responsabilidad de sus actos sobre él
han de recaer y no sobre otro; luego, una manifestación gratuita que nos
hace
El
Ideal.
Otro de los argumentos que se nos presenta, para comprobar nuestro desatino
es el que